Las hormonas son mensajeros cruciales que regulan funciones vitales como la fertilidad, el peso, el sueño, el ciclo menstrual, el apetito, la densidad ósea, los niveles de estrés y la salud mental. Por esa razón, un desequilibrio hormonal puede desencadenar una variedad de problemas, desde aumento de peso hasta cambios de humor, fatiga e incluso problemas reproductivos. Sorprendentemente, algunas de nuestras aparentemente sabias elecciones de estilo de vida podrían ser las culpables de estos desequilibrios.
Beber leche de soja
Si bien cambiar la leche de vaca por leche de soja puede parecer una opción más saludable, esto en realidad puede estar perturbando el delicado equilibrio hormonal. La soja contiene un compuesto bioactivo llamado fitoestrógeno, que puede alterar el equilibrio y los metabolitos de estrógeno del cuerpo si se consume en grandes cantidades.
Además, muchas leches vegetales también contienen una gran cantidad de azúcar añadido, lo que puede causar picos en los niveles de glucosa en sangre, lo cual no es nada bueno para nuestras hormonas ni para nuestro cuerpo en general. Incluso si prefieres tomar tu café con leche de vaca o negro, los expertos recomiendan limitar tu consumo a un máximo de dos tazas al día, ya que el exceso de cafeína también puede alterar el equilibrio hormonal al aumentar los niveles de cortisol.
Entrenamientos de alta intensidad
Si bien los entrenamientos intensos pueden tener beneficios para el cuerpo, hacerlos en exceso puede ser perjudicial para la salud hormonal. Demasiado entrenamiento HIIT (intervalos de alta intensidad) sin la debida recuperación puede impactar negativamente en las hormonas y provocar niveles crónicamente elevados de cortisol.
Altos niveles de cortisol durante períodos prolongados también pueden suprimir el sistema inmunológico, lo que significa que es más probable que te enfermes con resfriados y gripes con más frecuencia. Además, el entrenamiento excesivo en general puede suprimir la función tiroidea, lo que puede reducir la producción de hormonas tiroideas, cruciales para el metabolismo y la regulación energética.
En su lugar, es mejor alternar los entrenamientos intensos con actividades como entrenamiento de fuerza, yoga, Pilates y ejercicios de mente-cuerpo como el Tai Chi. El estado estable de baja intensidad (LISS) también puede ser beneficioso, como caminar o trotar a un ritmo muy suave y lento.
Usar edulcorantes
Si has reducido el azúcar reemplazándolo por edulcorantes, podrías estar perjudicando tu microbioma intestinal, lo que a su vez puede afectar tus hormonas. Aunque se necesita más investigación, estudios muestran que los edulcorantes artificiales pueden tener un impacto negativo en la microbiota intestinal.
Un desequilibrio en la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, puede resultar en un exceso de bacterias que producen beta-glucuronidasa, lo que se ha asociado con problemas como el síndrome premenstrual (SPM), la obesidad e incluso la infertilidad, debido a un predominio de estrógeno.
Comprar agua embotellada
Si bien beber agua embotellada puede parecer una opción de estilo de vida más sensata que el agua del grifo, los microplásticos presentes en esas botellas pueden representar un riesgo significativo para la salud hormonal.
Los productos químicos disruptores endocrinos (EDC), como el bisfenol A (BPA), los ftalatos y otros plastificantes, se encuentran en muchas botellas de agua de un solo uso y pueden interferir con las hormonas, afectando el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo. Algunos productos químicos en los microplásticos pueden imitar al estrógeno, perturbando la salud reproductiva y aumentando el riesgo de cánceres relacionados con las hormonas.
Para reducir la exposición a los microplásticos, es mejor optar por alternativas como botellas reutilizables de acero inoxidable, vidrio o libres de BPA. Además de beneficiar tu salud hormonal, también estarás haciendo un favor al medio ambiente.
Despertarse a las 5 a.m.
Aprovechar el día y hacer mucho temprano está bien, pero hay momentos en los que tal vez necesites deshacerte de esa alarma matutina. Despertarse temprano después de una noche tarde o una noche con sueño interrumpido puede no ser tan beneficioso.
Es importante dormir entre seis y ocho horas cada noche para mantener el equilibrio hormonal. La falta de sueño a lo largo del tiempo puede conducir a niveles elevados de cortisol, lo que puede alterar otras hormonas. Además, la privación de sueño también perturba los niveles de grelina y leptina, las hormonas que controlan la sensación de hambre y saciedad.
Eliminar las grasas
Una dieta baja en grasas puede significar menos calorías, pero también puede estar dañando tus hormonas. Muchas hormonas, incluidas las hormonas esteroideas, el estrógeno, la testosterona y el cortisol, se producen a partir del colesterol, que es un tipo de lípido. Ciertos tipos de grasas, particularmente los ácidos grasos omega-3, también desempeñan un papel en la reducción de la inflamación, que a su vez puede alterar el equilibrio hormonal.
En su lugar, es importante incluir en la dieta alimentos ricos en grasas saludables como pescado azul, huevos, chía, nueces y aguacate.
Suplementos en exceso
Si bien los suplementos pueden aportar beneficios, también se puede tener demasiado de una cosa buena cuando se trata del equilibrio hormonal. Los expertos advierten que los excesos en ciertos nutrientes, como la vitamina D, también pueden tener un impacto negativo.
Si bien la deficiencia de vitamina D puede alterar la producción y actividad de las hormonas, el consumo excesivo también puede ser tóxico, ya que puede aumentar la absorción de calcio en el tracto gastrointestinal, lo que puede provocar náuseas, vómitos, debilidad muscular, pérdida de apetito, deshidratación, poliuria, sed excesiva y cálculos renales.
Por lo tanto, es importante seguir las dosis recomendadas en los suplementos y, si tienes dudas, consultar con tu médico.