La decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de imponer aranceles a prácticamente todos los países del mundo ha causado un terremoto en las bolsas europeas y asiáticas, que han registrado desplomes históricos en los últimos días. El anuncio también ha afectado a Wall Street, que ha sufrido importantes caídas, y ha acentuado la división entre los Gobiernos de los diferentes estados. Incluso ha enfrentado a miembros del partido republicano, a quienes les preocupa el efecto que tendrán las tasas en el bolsillo de los estadounidenses. La opinión pública también se encuentra dividida: una parte de la población considera que los aranceles son la solución para mejorar la economía, mientras que otro sector opina que las tasas tendrán el efecto contrario.
“La imposición de aranceles no es una medida que Trump se haya sacado de la manga, algo que no se haya analizado anteriormente, ni tampoco algo que él no hubiese dicho ya. Fue una de sus promesas de campaña”, explica en conversación telefónica con 20minutos Carlos, un estadounidense de origen salvadoreño que reside en Florida. Para él, existen dos maneras de ver la medida adoptada: “En el corto plazo, la especulación y el miedo tendrán un impacto económico negativo, pero a largo plazo los aranceles tendrán efectos positivos”.
“Si empiezas a producir aquí los productos que antes traías más caros de otros países vas a crear más puestos de trabajo, el producto se venderá en EEUU y el dinero se quedará en el país“, explica este ciudadanos de 53 años tras insistir en que los efectos positivos de estas medidas beneficiarán a las generaciones futuras. “El Gobierno de EEUU se está moviendo para fortalecer su economía“, continúa y agrega que la forma de actuar del presidente es una estrategia de negociación para lograr acuerdos comerciales que beneficien más a Estados Unidos.
Al igual que Carlos, Jonathan (nombre ficticio), un ciudadano de 64 años que también reside en Florida, considera que los beneficios de los aranceles se verán a largo plazo. “EEUU no puede seguir financiando las economías de los demás países. Europa y medio mundo han impuesto aranceles a los productos estadounidenses y es hora de llegar a acuerdos igualitarios”, sostiene. “Si EEUU continúa financiando al mundo vía endeudamiento, más temprano que tarde colapsará y el mundo lo pagará con alta inflación“, defiende.
Jonathan no cree que se vaya a producir una recesión y estima que, en caso de haberla, no duraría mucho tiempo. “Los intereses deben bajar y EEUU tiene que refinanciar su deuda a largo plazo mejorando su perfil de pagos, minimizando la necesidad de endeudarse para cumplir con los mismos. Menos dinero circulando en la calle es un aliciente para controlar la inflación“, afirma este ciudadano. “La visión de Europa puede ser diferente, pero Trump está haciendo esto por EEUU”, remata.
William (también nombre ficticio), un hombre de 59 años que vive en California, también está de acuerdo con la medida anunciada por Trump, aunque reconoce que los aranceles traerán “un aumento de la inflación, el desarrollo de la guerra comercial y una recesión a corto plazo“. A pesar de eso considera que, con la medida, se fomentará que los países consuman sus propios productos y que no dependan de otras naciones. Por último, recuerda que más de 50 países ya han pedido reunirse con Trump para renegociar los aranceles, según afirmó a ABC News Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca.
La otra cara de la moneda
“Los aranceles pueden ser una herramienta útil si se usan con moderación y de forma estratégica, pero su aplicación generalizada me parece absurda“, sostiene Ryan. Él tiene 46 años, reside en Texas y teme que se produzca una recesión. Además, manifiesta que desconoce si la intención de Trump es imponer los aranceles de forma temporal o permanente a los productos extranjeros y agrega que los objetivos de las tasas “están en conflicto”.
“Se ha dicho que se trata de una táctica de negociación, en cuyo caso terminarían eliminándose. También se ha afirmado que se quiere devolver la manufactura a EEUU, pero eso requeriría que se no se suprimieran”, indica. Y añade que “gran parte de la población votó a Trump porque estaban descontentos con la inflación, pero estos aranceles nos van a causar un mayor aumento de los precios”.
Para Stephanie, “los aranceles demuestran que a Trump le preocupa más la ilusión de poder y control que el pueblo estadounidense”. Esta mujer de 32 años que reside en Colorado considera que las tasas anunciadas por el republicano representan “una política exterior deficiente”, que está llevando a EEUU a una guerra comercial con países de los que depende para la adquisición de numerosos bienes.
“Creo que será el comienzo de una recesión. Tomará años reparar el daño causado por estos aranceles, tanto en términos económicos como en el ámbito de las relaciones exteriores”, continúa Stephanie. Además, recuerda que la vivienda, la atención médica, la educación y el transporte ya son inasequibles en su país, por lo que entiende que la imposición de aranceles agravará aún más estos problemas.
Al igual que los entrevistados anteriores, Abel, un joven de 25 años que abandonó Florida y que ahora reside en Francia, también considera que los aranceles afectarán muy negativamente a su país. “La economía estadounidense es fuerte pero todo tiene su límite. Sabemos que el país depende de zapatos confeccionados en Vietnam, arroz de Tailandia, móviles fabricados en Taiwán, aguacates mexicanos, café brasileño, químicos alemanes y petróleo de Oriente Próximo”, sostiene. Y recuerda el “pánico” que se generó en octubre cuando los puertos amenazaron con ir a huelga de manera indefinida porque justamente mucho de lo que se consume allí proviene del extranjero.
“La intención de Trump es fomentar la reindustrialización, pero la industria no se desarrolla al firmar un papelito con Sharpie [una conocida marca de rotuladores]”, indica Abel. “Incluso, si la democracia sigue funcionando en 2028, es posible que otro presidente simplemente anule los aranceles o que Trump se levante mañana y decida eliminarlos porque ya no le gustan. Pero, mientras tanto, los inversores —tanto nacionales como extranjeros— no sabrán qué hacer con su capital”.