Por: Gabriela Andújar
Santo Domingo. El reloj marcaba las 12 y 45 de la madrugada cuando el sonido del merengue fue reemplazado por el estruendo del colapso y en solo segundos lo que había sido el escenario de grandes artistas por décadas se convirtió en ruinas.
En ese momento, Misael Abreu, quien por cinco años fuera pianista de Rubí Pérez, sobrevivió por un milagro y nos cuenta cómo durante el tema Fiesta para Dos notó algo en el techo que lo desconcentró, pero continuó tocando.
“Yo pude percibir minutos antes cuando comienza a caer el borbillo, cuando cae la loseta se rompe y la gente comienza a dispersarse”, narró Misael.
Al terminar esa canción y prepararse para la siguiente, Color de Rosa, la cual sería la última, su compañero, el bajista, le pide el iPad por el que estaban grabando toda la fiesta.
“Yo me quito de la viga blanca porque si se fijan los primeros temas, que hay muchos vídeos frecuentando, yo estoy debajo de la viga blanca que le cae a Rubí”, explicó.
“Yo he hecho el piano hacia atrás comenzando el tema Color de Rosa”, agregó.
Instantes después de moverse, cuando iban por la segunda estrofa de la canción, siente cómo se cae el techo de la discoteca.
“Yo hago como una explosión”, describió sobre el momento del colapso.
Entre el polvo que le cubría el rostro y aturdido por el zumbido que el estruendo le había dejado en el oído, escuchó voces pidiendo auxilio, entre ellas la de la hija de Rubí Pérez.
“¡Ay! Se mató Chican.”
“Ya ustedes saben, yo pasando ese momento y que me den esa noticia, voceado ahí.”
“Y ella dice, papi, papi, papi, con esa voceada papi, yo oigo toda esa incertidumbre de voces ahí.”
“¡Ayúdenme!”
“¡Ay!”
“¡Ay!”
“Mujeres gritando, voceado.”
“¡Ah!”
“Los gritos. Eso es frustrante”, relató Misael visiblemente afectado.
Herido, logró llegar hasta la puerta de emergencia, pero estaba cerrada con llave. Atinó a buscar el pestillo que, con ayuda desde afuera, logró abrir la puerta lateral por donde comenzaron a sacar a los sobrevivientes.
“Y yo pude salir, yo caí de boca al conten, a la acera, porque hay una escalerita ahí.”
“Yo me doy, cuando caigo en sí, Dios mío, gracias por estar vivo, pero cruzo la calle, ahí está la bomba de gasolina, y digo, señores, ahí hay como 400 muertos, muévanse, muévanse, que acaba de desplomarse el techo”, recordó con angustia.
Misael contó que, en medio del derrumbe, solo le pedía a Dios que no lo dejara morir allí, y pensaba en su hijo y su esposa. Aunque no se retirará de los escenarios, quien también forma parte de la orquesta de otros merengueros dominicanos ahora busca un tiempo de tranquilidad y reflexión junto a su familia.ien también forma parte de la orquesta de otros merengueros dominicanos, ahora lo que busca es un tiempo de tranquilidad en familia y de reflexión.