Miguel Cortés Miranda es un nombre que lleva varios días resonando en los medios de México, no solo porque es el de un feminicida serial, sino también porque el caso destapa una serie de ineficacias de las autoridades que pudieron identificarlo antes, pero ni cerca estuvieron de atraparlo, pues no investigaron las muertes de personas cercanas a él, como la de una de sus novias.
Claudia Andrea murió a finales de 2019, la Fiscalía de la Ciudad de México afirmó que su deceso fue por causas naturales, pero su familia insistió en que no, y pidió que se investigara, lo único que recibieron fueron amenazas por parte de los investigadores, pese a las pruebas que tenían.
Las vidas de Miguel y Claudia Andrea se cruzaron en 2013 cuando ambos trabajaban en un laboratorio, ella también era química, en el sitio entablaron una amistad, pero se separaron cuando él cambió de empleo, aunque años después volvieron a coincidir y su relación se tornó sentimental y se hicieron pareja.
Imágenes compartidas por el reportero de nota roja Carlos Jiménez, muestran a la pareja caminando junto a amigos, nada se ve raro, ella luce enamorada, ambos ríen. Era el año 2019 cuando el feminicida serial iba a la casa de su novia, y el mismo año en el que la joven murió.
Los últimos días de Claudia Andrea
Para celebrar la Navidad la joven viajó al estado de Morelos, de donde era originaria, fue con su mamá y su hija, pasaron la fecha con sus familiares, pero ella debía volver a trabajar el 27 de diciembre, así es que regresó sola a la Ciudad de México.
Su madre y su hija llegarían a la capital mexicana el 31 para celebrar la llegada del Año Nuevo, los planes cambiaron y justo ese día Claudia Andrea era enterrada en Morelos. Su familia llegó un día antes para averiguar qué pasaba con ella, debido a un extraño comportamiento y posterior desaparición.
En entrevista para Radio Fórmula, Ángel, hermano de la joven, dijo que su madre se comunicó con Claudia Andrea por la noche y ella le respondió de manera cortante, argumentando que se sentía mal, después de ello no volvió a responder llamadas ni mensajes, aunque aparecía en línea en WhatsApp.
Ángel decidió acompañar a su madre a la Ciudad de México, al llegar a la casa de su hermana se adelantó para averiguar qué ocurría, cuando entró al departamento notó que aunque estaba limpio, las cosas estaban mal, primero la puerta no tenía llave y había un leve desorden en las pertenencias de su hermana.
Un olor fétido lo alertó de lo que estaba próximo a presenciar, en el piso había toallas, en la cama muchas cobijas, incluso una nueva, allí también yacía su hermana. Las autoridades llegaron y dijeron que la joven murió por un paro cardiorrespiratorio.
Reclamos de la familia
La familia de la joven de inmediato refutó esa teoría, pues indicaron que su teléfono celular no estaba. En la entrevista Ángel asegura que fue amenazado por los policías y le dijeron que ya ni le “moviera” si no quería terminar en la cárcel.
Aunque no estaban conformes con lo dicho por las autoridades, continuaron sus vidas, hasta que en 2020 descubrieron que la tarjeta de débito de Claudia Andrea seguía siendo usada.
Con ella compraron ropa, pagaron la cuenta de un restaurante, realizaron compras en una tienda de conveniencia, todo eso se vio reflejado en el estado de cuenta.
Nuevamente la familia acudió a las autoridades, explicaron la situación y ahora sí les hicieron caso, aunque sólo en apariencia, dijeron que probablemente no fue muerte natural e investigarían.
Los años pasaron y no supieron nada, hasta que hace poco fueron llamados para realizar una confrontación genética, pues su hermana pudo haber sido otra víctima del feminicida serial.
El patrón ignorado
El 16 de abril la vida de una adolescente de 17 años llamada María José fue truncada por un vecino que antes de asesinarla abusó sexualmente de ella. Su madre volvió a su departamento y se encontró con la horrible escena, también fue atacada por Miguel Cortés, pero sobrevivió.
Las investigaciones del caso destaparon una cloaca de horror e impunidad, en el departamento del sujeto se encontraron cráneos, identificaciones de mujeres y otros indicios que indican que es un feminicida serial, relacionado con entre siete y 20 asesinatos.
Algo en común que tienen las posibles víctimas es que contaban con fichas de desaparición, además de que varias de ellas conocían a Miguel Cortés, incluso sostenían algún tipo de relación con él, un patrón que fue ignorado por las autoridades.
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