¿Qué es la hibristofilia? Una parafilia sexual hacia los criminales – noticias telemicro

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SANTO DOMINGO.- El juicio por la muerte del joven Joshua Omar Fernández, desató furor en las distintas clases sociales del país, debido a la connotación tras involucrar una persona hijo de una figura pública como lo es «El Dotolcito«; pero el caso también despertó la atracción de muchos por la presencia de Alison de Jesús Pérez Mejía, alias «Chiquito», quien a través de las redes sociales usuarios han compartido memes y videos destacando el físico y «buen porte« del recién condenado a 30 años de prisión, a tal punto de ofrecerse a llevarle comida los domingos a la cárcel.

¿Pero sabías que a este tipo de atracción se le conoce como hibristofilia?, que más allá de este efecto de incredulidad por esa percepción, hay algo más intrigante ante este tipo de gusto por personas que cometen hechos delictivos y son encarcelados. Hibristofilia es un sesgo cognitivo perturbador que desafía las nociones convencionales sobre el amor y la atracción.

 

Chiquito, con sólo 27 años, se destacó entre los demás por sus habilidades defensivas y gran velocidad como jugador de baloncesto formado en Villa Consuelo.

Además participó en importantes torneos, como el superior “La Soga” y el “Clásico Boyón Domínguez” realizado en el Club Mauricio Báez.

Pero la madrugada del pasado jueves, el Segundo Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, lo condenó a 30 años de prisión,  tras ser señalado como la persona que realizó el disparo que terminó con la vida de Joshua Fernández, durante un asalto la madrugada del 16 de abril 2023, saliendo de la discoteca Kiss Bar.

 

Uno de los casos que llamó la atención nivel internacional fue el de Sean Kory, quien se convirtió en la competencia de Jeremy Meek. Este último, llamado el “preso más guapo del mundo”, se hizo famoso por el retrato de su ficha policial y hasta consiguió trabajo en una agencia de modelos.  

 

Daniel Sancho o “El descuartizador” 

 

Daniel Sancho o “El descuartizador”, a quien en Tailandia se le sigue el juicio, en el que se le pide la pena de muerte por asesinato premeditado, todavía hay muchas personas que dicen no creerse lo que el propio chef habría confesado: el asesinato y descuartizamiento del cirujano plástico Edwin Arrieta. Parece imposible de creer como como él,  con recursos y agraciado, haya sido capaz de cometer semejante atrocidad, ya que fascina con la primera impresión (que es muy difícil de cambiar), algo que se conoce como efecto halo.

 

 

Tras saltar la noticia del asesinato en Tailandia del cirujano Edwin Arrieta y la confesión de Daniel Sancho como autor hubo tiempo de sobra para analizar al detalle cada foto que el hijo de Rodolfo Sancho compartió son sus seguidores. El joven, que viajó a Tailandia según la policía de aquel país con la intención de asesinar a Arrieta (con quien mantenía una relación, según su propia confesión) y para el que pedirá pena de muerte por asesinato premeditado, presumía de su afición a la nieve y a los deportes naúticos.

 

 

La imagen de Sancho en redes sociales y también a través del canal de Youtube, desde el que ofrecía consejos de cocina tenía más en común con un influencer que con un empesario del sector de la restauración. Instantáneas en lo que parecen resorts de lujo, piscinas, spas y también cubiertas de barcos en Ibiza y las Islas Baleares. A ello se le suma el ático de lujo desde el que, según han publicado algunos medios, emitía sus videos. Se trata de un ático situado en uno de los mejores barrios de Madrid y por el que estaría pagando más de 1.200 euros al mes de alquiler.

 

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Jeremy Meeks 

Seguimos con Jeremy Meeks, considerado el preso más sexy del mundo, corría el año 2014, cuando se hacía viral la foto de un convicto, acusado de once delitos, entre ellos posesión de un arma, evasión de las autoridades y robo a mano armada.

 

Su penetrante mirada azul, sus labios carnosos y el llamativo tatuaje de una lágrima en el ojo izquierdo hicieron que su ficha policial diera la vuelta al mundo y poco después comenzó una sorprendente carrera como modelo.

 

 

Es la peculiar inclinación hacia individuos que han cometido crímenes graves o actos violentos, que deja entrever un análisis profundo de las relaciones humanas, los sesgos cognitivos y las complejas interacciones entre emociones y conductas.

 

El término hibrisistofilia fue acuñado por el prominente psicólogo y sexólogo John Money quien por primera vez en los años 50 lo usó para describir un fenómeno que para él era patológico y que afectaba sobre todo a las mujeres heterosexuales. 

 

Pero como toda parafilia, la hibristofilia define una forma de obtención del placer sexual que se desvía de lo considerado estándar.

No existen muchos estudios científicos sobre la hibristofilia ni datos sobre cuánta gente tiene tendencias hibristófilas, ya que no es una enfermedad sino una preferencia sexual que se puede manifestar en distintos grados de intensidad. 

Implicaciones conductuales y emocionales

Las implicaciones de la hibristofilia son diversas y a menudo desconcertantes. Desde el punto de vista de la conducta, las personas que experimentan esta atracción pueden verse impulsadas a establecer algún tipo de contacto con criminales, incluso llegando a establecer correspondencia en prisión o a visitarlos en ella. En situaciones extremas, puede dar lugar a relaciones románticas y sexuales con individuos encarcelados.

Desde el ángulo emocional, la hibristofilia puede proporcionar una sensación de poder y control sobre la relación. Quienes la experimentan pueden creer que son capaces de cambiar a un criminal, redimiéndolo de sus actos pasados y transformándolo en alguien mejor. Pero esto puede ser engañoso y peligroso, ya que la realidad demuestra que el cambio real en los criminales es improbable, con el riesgo asociado que supone. 

 

Es importante señalar que no todas las personas que sienten atracción hacia criminales experimentan la hibristofilia de la misma manera, y las motivaciones detrás de esta atracción pueden ser variadas y complejas.

De hecho, este trastorno puede darse de manera pasiva (donde la persona fantasea con una relación con el criminal, sin llegar a producirse), pero también de manera activa (donde sí se daría una relación emocional y sexual). 



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