Yudelina Mejía: “El principal enemigo de los pesistas es el dolor”

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En París, mientras Beatriz Pirón cerrará su ciclo con su cuarta visita a Juegos Olímpicos y Crismery Santana buscará su segundo metal para Yudelina Mejía marcará su estreno. 

Mejía, de 27 años, es el diamante más reciente que extrae la halterofilia de la inagotable cantera de la región Este del país. Su estreno internacional en este ciclo (2020-2024) la avalan para soñar; Oro y plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador y plata en los Panamericanos de Santiago de Chile, en los 81 kilos.

Su total de 252 kilos en el Campeonato Panamericano de Bogotá en 2022 que le dio la presea plateada la llevará a París como el octavo mejor del planeta en el trayecto comprendido entre unos juegos y otros. 

Ese total luce lejos del trío favorito al podio; la ecuatoriana Neisi Dajomes (269 kg), la egipcia Sara Amed (268) y la noruega Solfrid Koanda (266). Pero en la concentración de altura del equipo, en Jarabacoa, creen que en la capital francesa puede ser otra historia.

“¿Mi principal rival? Yo misma, porque no tengo que competir, por ejemplo, con la ecuatoriana, con la de Estados Unidos, si me pongo a competir con ella pueda ser que fracase, pero el rival más grande que uno se tiene como atleta es uno mismo, tratar de superarse uno mismo”, dice Mejía en un aparte con Diario Libre. “Tratar de subir al podio, esa es mi aspiración en París”.

La halterofilia dominicana se estrenó en la edición de México ‘68 y en Tokio, 53 años después, cosechó sus primeras medallas. Ya son 21 los atletas de esa disciplina que han representado al país en Olímpicos, cinco hembras y 16 varones. Wanda Rijo fue la primera mujer, en Sydney ‘2000.

Contreras y el dolor

“Ver a Yudelkis Contreras compitiendo, con tantas lesiones que tenía, con tantos problemas es una inspiración bastante buena porque pocas personas con dolor quieren metérsele abajo a esos hierros”, reflexiona.

Es cabo de la Policía, cuyo  salario (RD$26,233) combina con el de atleta de alto rendimiento (RD$10,000) para cubrir sus gastos. Un buen resultado en la Ciudad Luz  podría representar aumentos importantes en ambas instituciones.

“Los dolores son el principal enemigo que tiene un pesista, porque te duele y tú sientes que no lo vas a hacer, siente decepción, dice me duele aquí, me duele allí, qué hago, pero siempre hay personas que dicen están ahí, te apoyan y te dicen que eso no es nada, que siempre habrá dolor, que hay que seguir para adelante”, dice la seibana.

Si bien ingresó a las pesas por curiosidad y sin grandes pretensiones una vez llegó a la preselección le brindó respeto a su referente, pero a la vez le hizo saber que iba a por sus palmares.

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“Me gustaba ver a Yudelkis Contreras compitiendo. Recuerdo que cuando llegué a pesas ella me tendió las manos, me dijo, ‘vas a llegar lejos, trabaja que nada es imposible, se puede’’, dice Mejía. “Una vez le dije que yo quería ser, no como usted sino mejor que usted y ella me dijo que eso era un reto bastante grande, que tenía que fajarme duro y echarle mucha gana, muchos deseos y entonces yo le dije que eso se iba a lograr, Dios mediante”.

Un carnet de la Policía, el estímulo para ir a la selección

Nació en El Seibo en 1997, pero fue en San Pedro de Macorís donde las barras las flecharon, ese semillero que ha parido a las mejores alteras de toda Centroamérica y el Caribe. 

Era 2016 cuando su abuela se mudó a la Serie 23 para recibir tratamiento de diálisis y Mejía llegó para ayudar. Su tía Rosmery le sugirió que ocupara su tiempo libre en alguna actividad recreativa y terminó en el Complejo Deportivo, donde curioseó con las pesas. Un técnico no le vio el peso para esa exigente disciplina y le sugirió el atletismo, aunque otro vio todo lo contrario y allí comenzó la relación con los “hierros”.

Allí se topó con Santa Santana y la inmortal Guillermina Candelario, a quienes da mucho crédito por su desarrollo, tanto en lo técnico como en lo anímico.  

Una actividad que define como adictiva, que día tras día exige subirle unos kilos, fue ganando confianza y, a la muerte de su abuela, cuando se preparaba para retornar a El Seibo los entrenadores les sugirieron que su crecimiento había sido tal que podía conseguir un ingreso a una institución militar o del orden.

Esto último fue un estímulo. Solía utilizar una motocicleta y a menudo era detenida por los agentes del orden. Vio en su ingreso a la Policía la oportunidad de obtener un carnet, la licencia para no ser detenida.

“En febrero de 2018 ingresé a la Policía y cuando cobré mi primer sueldo de 8,500 pesos me creía que tenía la gloria agarrada en la mano”, recuerda. “Fue mi primer empleo formal. “Llegar a la selección me ha permitido independizarme, tengo todos mis enseres, aunque todavía vivo alquilada, puedo decir que las pesas me han dado el 90% de lo que tengo”.

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De ahí que ve un podio en París como la oportunidad para dar un salto social, sobre todo adquirir una casa, que la quisiera en San Pedro de Macorís o El Seibo.

Licenciado en Comunicación Social, egresado de la Universidad Dominicana O&M. Ejerce como periodista especializado en deportes desde el 2001. Es subeditor de Deportes de Diario Libre.



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