Ursula von der Leyen sigue tratando de encajar peticiones, aspiraciones y equilibrios para configurar la nueva Comisión Europea, la segunda bajo su mandato. Y lo cierto es que no está siendo fácil: tenía previsto presentarla este mismo miércoles ante los líderes de los grupos en el Parlamento Europeo, pero ha decidido posponer la reunión a la semana que viene, concretamente el martes, ya coincidiendo con el inicio del pleno de septiembre en Estrasburgo, tal como han anunciado portavoces de las instituciones comunitarias.
Esa presentación sería el primer paso, con una estructura cerrada pero pendiente de que cada comisario pase el examen de la Comisión correspondiente a su porfolio dentro de la Eurocámara. Hay dos claves, por el momento, que destacan: no será una Comisión paritaria y sí muy renovada. Si se completa todo el proceso, repetirían como comisarios, además de Ursula von der Leyen en la presidencia, Dubravka Suica (Croacia), Thierry Breton (Francia), Oliver Várhelyi (Hungía), Vladis Dombrovskis (Letonia), Wopke Hoekstra (Países Bajos) y Maros Sefcovic (Eslovaquia). Solo se mantendrían el 26% de los comisarios.
Ahora, a Von der Leyen ya le han aparecido reclamos importantes. Por ejemplo, la familia socialdemócrata le pone dos deberes a la dirigente alemana: en la nueva Comisión tiene que estar, según ellos, el que fuera su candidato principal para presidirla, Nicholas Schmidt, y además los progresistas no quieren que Italia, bajo el Gobierno de Meloni, tenga una vicepresidencia ejecutiva, es decir, con poder de decisión, en manos de la apuesta de Roma, Raffaele Fitto.
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