Los candidatos a vicepresidente en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el gobernador demócrata de Minnesota, Tim Walz, y el senador republicano de Ohio, JD Vance, han tenido su oportunidad de defender sus ideas en su primer cara a cara, pero la situación de Oriente Próximo los hizo acusarme mutuamente de que ellos y sus compañeros de papeletas, Kamala Harris y Donald Trump, respectivamente, no serían capaces de garantizar la desescalada del conflicto.
Fue la primera pregunta que tuvieron que responder a las dos moderadoras de la cadena CBS, que celebra el debate en sus estudios de Nueva York, y en realidad no mostraron grandes diferencias sobre el fondo: la necesidad de apoyar a Israel, aliado incontestable de EEUU, y su “derecho a defenderse”, en palabras de Walz.
A falta de diferencias en lo fundamental, se dedicaron a atacar al adversario: Walz acusó a Trump de tener una personalidad impulsiva al que le falta “frialdad”, con tendencia a acercarse a líderes de línea dura como el ruso Vladímir Putin o el norcoreano Kim Jong-un.
A eso, Vance contestó que fue la mano dura de Trump la que durante su mandato como presidente (2017-2021) logró que el mundo fuera un lugar mucho más seguro, sin grandes conflictos, gracias a su “diplomacia inteligente y efectiva”, y recordó que el mundo es mucho más inseguro durante el mandato de Joe Biden, con varias guerras que se encadenan.
Vance no desaprovechó la oportunidad del debate, casi seguramente el único que celebrarán, para presentarse como un hombre de origen humilde, nacido en clase trabajadora, y que se siente enormemente agradecido con un país que le permitió “cumplir el sueño americano”, un sueño que según él solo Trump puede devolver a los estadounidenses.
En todo caso, el tono en la primera parte del debate fue educado y no hubo interrupciones entre ambos, en contraste con el debate que celebraron Trump y Harris, mucho más bronco y desordenado.