El destino sabe jugar sus cartas, obrando para generar sinergias inimaginables. A cuatro años de tu partida, dos de ellos, los he dedicado a seguir tu rastro. Son incontables los días y madrugadas que pareciera conversar contigo y siento que te escucho, porque de forma indescriptible, se van disipando los misterios que envuelven tu trascendental y enigmática existencia.
“Tovar, Surrealismo Vivo” (2022), resultó ser el puente para que mi alma inquisitiva iniciara la búsqueda sinfín de tus huellas imborrables, en un ambiente influenciado por la falta de memoria, que intentó olvidar u ocultar que naciste para el arte un 28 de marzo de 1942, y fuiste acogido para ello cuando todavía estabas en la temprana pubertad. Sí, con 13 años te aceptaron en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), fundada en el mismo año de tu nacimiento, donde fuiste guiado por tus maestros, en especial José Gausachs y Gilberto Hernández Ortega, este último, como un padre para ti.
Ha sido gratificante revisar la prensa de la época y encontrar tu nombre en diversas publicaciones precisamente en el Caribe donde han sido tan generosos de permitirme rescatar tu gran legado.
Son varios los recortes que conservo de esos primeros años tuyos en la ENBA, pero me quiero detener en la publicación en el Caribe del 20 de julio de 1958, p. 16, donde me encontré con una de tus obras de la etapa académica, a la que me permito titular “Mujer con flor”.
Este hallazgo valida que antes de llegar a tu verdadero camino en el arte, ensayaste con diversos modelos representacionales, incursionando en el realismo, la figuración, hasta poco a poco ir adentrándote en la abstracción y, finalmente, abrazar el surrealismo.
Otra publicación que merece especial atención es la del 19 de julio de 1959, p. 7, porque por medio de esta entrega en el Caribe, logro conocer “Negritas en el balcón” un óleo sobre tela con el que obtuviste el Segundo Premio de Pintura en la exposición de fin de año de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Así como “Lluvia” probablemente tu primera obra escultórica vaciada en cemento, por la que recibiste mención de honor.
Revisando El Caribe del 4 de abril de 1959 en la página 20, grande fue mi sorpresa cuando me topé con tu primera foto en prensa que, a pesar de la fecha de publicación me da la impresión de que eras más joven. La misma acompañó el anuncio de tu primera muestra individual en los salones de la Alianza Francesa de Santo Domingo.
El 1ero. de agosto de 1959, Fradique Lizardo te citaba en su artículo en relación con la “Exposición del Círculo de Artistas” presentada en el Instituto Cultural Domínico Americano, señalando que la puesta en escena “demuestra quizás mejor que las exposiciones anteriores, el proceso de madurez de sus componentes”. (p. 22).
Celebro en el tiempo tu Primer Premio de Pintura en la exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes por la obra “Composición” (1960), la cual también hemos conocido como “Mujeres con caballos” según el registro en la Galería de Arte Moderno, actual Museo y, también, como “Niños y caballos en la playa” en función de la publicación en el Caribe del 12 de mayo de 1966, p. 5.
Ya sé que no te querías ir de la ENBA, que repetías los cursos con sola intención de perfeccionar las lecciones, pero tu espíritu revolucionario resultó más enérgico que tu deseo por permanecer en la escuela. Gilberto, ya no pudo mediar para que conservaras tu beca, pues mostraste abiertamente tu oposición al régimen trujillista, inscribiéndote en el Movimiento Popular Dominicano (MPD).
Te mostraste firme en tus convicciones y pagaste el precio justo para tu reivindicación histórica. Gracias por guiarme en esta mirada al pasado donde tu muestra en la barra del Hotel Comercial en Santo Domingo dejó fluir los rastros de tu nuevo estilo. Tal como expusieras entonces “en esta, mi cuarta exposición, se podrá notar que mi tendencia está dentro del abstraccionismo figurativo… Quisiera expresar que el arte es la encarnación inmediata de los sentimientos humanos plasmada en forma, color y dibujo”. (el Caribe, 5 de marzo, 1963, p. 4).
No imaginé encontrarme en prensa con “Unicornio azul” (1961), título que otorgaras años más tarde a la figura zoomorfa que deviene representativa de tu etapa transitoria entre lo figurativo abstracto y el surrealismo. La dama de la foto luce admirada por el efecto de tu línea continua y expresiva, dando inicio al juego de los tonos degradados y monocromos.
El escritor Marcio Veloz Maggiolo que siempre te siguió el rastro, comentó el 27 de noviembre de 1963 “que a solo siete meses de estadía en la gran urbe del arte -París-, ha podido adquirir conocimientos que le hubieran costado años de sacrificio en medios menos densos. Tovar acaba de exponer dos óleos y tres gouaches en la última bienal de París -1963-. Sus obras, llenas de una fuerza atrayente, plenas de una robustez que demuestra seguridad en el pincel, llamaron poderosamente la atención del público que asistió a las diversas salas de exposición” (p. 14 ). Esto nos deja claro que llegaste a París por la puerta grande y lo que aconteció después es lo que te coloca en el tren del surrealismo a nivel internacional.
Celebro tu vida, tus éxitos y las huellas de tus pasos. Eres, en esencia, infinito.
*Asesora de investigación: Ylonka Nacidit-Perdomo / Soporte documental: Chavelly Torres Andújar