una extensa red de espías en las cúpulas de las milicias chiíes

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El conflicto entre Israel y Hezbolá no cesa, un enfrentamiento mucho más recrudecido tras la muerte la semana pasada del Hasan Nasralá, líder del grupo chií, en un bombardeo llevado acabo por las fuerzas israelíes en los suburbios de Beirut, la capital del Líbano que ha continuado recibiendo ataques israelíes estos días. 

El Mossad, la inteligencia israelí, llegó a averiguar cuál era la ubicación exacta del máximo dirigente de Hezbolá y, antes de que este decidiera abandonar su posición y las Fuerzas de Defensa israelíes perdieran, por tanto, su localización, decidieron atacar. Pero para llegar aquí, Israel ha desplegado todo un plan y una red de espías capaces de trasladar la información necesaria con el objetivo de llevar a cabo sus planes. 

Tal y como narra el periódico italiano Corriere della Sera, los primeros datos de este tipo de planes datan de 2001, momento en el que el Mossad ya tenía varias misiones encubiertas, pero lo cierto es que, para llegar a sus objetivos actuales, fue en 2014 cuando empezó a ampliar su número de espías y ‘topos’ dentro de las organizaciones. 

Durante estos años, así, el Mossad ha reclutado espías en las propias jerarquías tanto de Hezbolá como de Hamás, convenciendo según el diario italiano, a funcionarios y técnicos para que acabaran colaborando con ellos. Con ello, Israel llegó así a formar una extensa red que permitió incluso que robaran en 2018 archivos atómicos a Irán o llegar a sabotear numerosas posiciones estratégicas. 

Cuando no ha podido recurrir a sus fuentes, Israel ha llevado aun así varios ataques recurriendo a hackear los servicios o la utilización de empresas fantasma que han vendido material tecnológico defectuoso o con explosivos, como ocurrió con los buscas que explotaron simultáneamente a varios miembros de Hezbolá. 

Y, gracias a sus planes, llegaron a acabar el pasado mes de julio con la vida del líder de Hamás en el exilio, Ismail Haniyeh, y con el líder militar de Hezbolá, Fuad Shukr. Ambos muertos en ataques selectivos, el primero en una explosión dentro de un complejo y el segundo en un ataque con misiles. 

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Posibles sospechas

Fruto de todos estos ataques, fue el propio Irán quién confirmó la presencia de espías entre sus organizaciones, asegurando que el proceso se producía entre los miembros de la Guardia Revolucionaria iraní que tenían estrechas relaciones con miembros de Hezbolá, aunque también posicionó a la División Quds iraní, grupo militar que ayuda a las milicias, como el posible punto a analizar. 

Por ello, decenas de ellos han llegado a ser sometidos a extensas investigaciones. Los de Teherán han recurrido a cuentas bancarias, estilos de vida, viajes,  movimientos familiares o cualquier paso de cada uno de ellos que saliera de lo normal para comprobar sus posibles conexiones con Israel. 

Sin embargo, la búsqueda de estos espías requiere un ingrediente fundamental: tiempo, algo que desde Irán no tienen mientras Israel avance a pasos agigantados. Por ello, entre otros planes, se han centrado también en aumentar la seguridad en torno al ayatolá Jamenei, así como también lo habían llegado a hacer, de hecho, en torno a Nasralá. 

Así, el citado diario italiano señala además que, debido a esta extensa tarea de búsqueda de infiltrados, todos los miembros de sus organizaciones tienen que tener especial cuidado con los teléfonos fijos, los teléfonos móviles, así como con las radios a la hora de enviar cualquier mensaje. Según Irán, la muerte de Nasralá se debió a un engaño de sus colaboradores, quienes habían conseguido que el líder acudiera a una cumbre del grupo. Aunque Irán trata de controlar esta situación de engaños, la realidad, por ahora, es que Israel ha seguido monitorizando con eficacia a los miembros de Hezbolá y prueba de ello son los ataques que ha seguido perpetrando esta semana contra varios de sus cabecillas. 

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