Los Estados Unidos se ha caracterizado por llevar a cabo las elecciones utilizando dos tipos de modalidades para la escogencia del presidente, vicepresidente y los miembros del Congreso del poderoso país.
Por un lado, votar usando las tradicionales boletas de papel continúa siendo una opción. Esta manera es aún muy acogida y se espera que su uso sea del 98%.
Las máquinas de votación, que han revolucionado los comicios y han generado escepticismo en los votantes, a pesar de que no existen pruebas de intentos fraudulentos, se encuentran en todo momento bajo la supervisión de las autoridades competentes.
El método consiste en completar la boleta física; luego, esta se introduce en la máquina escaneadora, que cuenta el voto de manera automática. Este procedimiento propicia la respectiva auditoría post-electoral.
También están las máquinas DRE, que permiten a los votantes marcar sus elecciones a través de una pantalla táctil. Los votos se recopilan en una memoria interna y, posteriormente, permiten imprimir un comprobante electoral, de modo que el votante puede asegurarse de su elección antes de concluir la votación.
Este método es muy accesible, principalmente para personas con discapacidad o con barreras de lenguaje, pero genera incertidumbre por ser potencialmente vulnerable a posibles ataques cibernéticos.
