un resultado decidido en un juzgado

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Apenas queda una semana para las elecciones de Estados Unidos y la diferencia entre Kamala Harris y Donald Trump se reduce en los sondeos hasta un escaso punto porcentual, lo que adelanta lo que serán unas elecciones muy igualadas en las que todo puede pasar hasta el último segundo. Ante la previsión de que el resultado pueda ser increíblemente ajustado, es posible que los medios no puedan dar a conocer con exactitud un ganador que, en cualquier caso, deberá esperar al recuento oficial para ser declarado presidente electo.

Ante un escenario tan igualado e impredecible, muchos no pueden evitar recordar las elecciones presidenciales del año 2000, donde una diferencia mínima, el controvertido recuento de votos y un tribunal terminaron por dar una polémica victoria al republicano George W. Bush.

Al Gore y Bush se medían en unas elecciones muy igualadas

Las elecciones presidenciales del año 2000 debían designar al 43º presidente de Estados Unidos: los votantes debían decidir entre el demócrata Al Gore, quien había sido vicepresidente durante los mandatos de Bill Clinton, o darle la alternativa a los republicanos, con George W. Bush, gobernador de Texas, como candidato.

Los estadounidenses acudieron el 7 de noviembre a las urnas sin prever el largo laberinto mediático, político y finalmente judicial que se avecinaba para dirimir el resultado electoral: lo empatado de los resultados hizo que fuera una noche de infarto para los medios de comunicación, que tradicionalmente ostentan la responsabilidad de proclamar un ganador la misma noche de las elecciones, ya que el recuento oficial certifica los resultados varias semanas después.

Florida, en el centro de la polémica por 500 votos

Con los resultados igualadísimos en todo el país, Florida se reveló como un estado clave: el territorio, que repartía 25 delegados electorales, se mantenía en empate técnico conforme pasaban las horas. Así las cosas, unos medios dieron ganador a Al Gore, otros a Bush, y finalmente todos dieron marcha atrás para anunciar que el resultado era demasiado ajustado para proclamar vencedor, algo inédito en la historia de Estados Unidos. 

Con todo el país sumido en la incertidumbre, la ley exigía hacer un nuevo recuento automático de los votos de Florida: en este segundo recuento, Bush había obtenido apenas 537 votos más que Al Gore, por lo que era, a priori, presidente electo al tener la mayoría de delegados en el Colegio Electoral.

El recuento descubrió recuentos en las papeletas

Sin embargo, la polémica no hizo más que aumentar: durante el proceso de recuento automático de votos se habían descubierto problemas en algunas papeletas “mariposa”, que los votantes deben perforar para marcar la candidatura elegida, y en las “hanging chads”, las pequeñas pestañas de papel que debían desprenderse al perforar la papeleta. 

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Los defectos en estos votos generaron dudas sobre si muchos de esos votos debían contar al no dejar clara la decisión del votante. Los errores en las papeletas “mariposa”, de hecho, llevaron erróneamente a muchos votantes de Palm Beach a votar por un candidato independiente en lugar de votar por Al Gore.

Un largo laberinto judicial para repetir el recuento

La extraña situación hizo que Al Gore y su campaña recurrieran a los tribunales para exigir un recuento manual de las papeletas: con la presidencia en juego por apenas unos cientos de votos, los republicanos se opusieron a un nuevo recuento manual, alegando que eso dejaba el proceso a merced de nuevos errores y manipulaciones.

En pocos días el proceso fue escalando en la cadena judicial hasta llegar a la Corte Suprema de Florida, que falló a favor del recuento. Bush recurrió la decisión y el caso acabó en la Corte Suprema de Estados Unidos: un juzgado decidiría sobre el nuevo presidente de Estados Unidos.

Una sentencia judicial decidió al presidente de Estados Unidos

Sin embargo, un factor fundamental jugaba a favor de Bush: el tiempo. Había pasado más de un mes desde el día de las elecciones, y un nuevo recuento manual ponía en jaque los plazos para investir un nuevo presidente en enero. En el horizonte, un bloqueo institucional inédito en la historia norteamericana. Además, el tribunal constató la imposibilidad de tener un estándar uniforme para contar todos los votos de forma manual.

Finalmente, el 12 de diciembre del 2000 y por un ajustadísimo 5-4, la Corte Suprema falló a favor de Bush y detuvo el recuento manual de Florida, dando por bueno el primer recuento. Bush fue certificado como presidente por 271 votos en el colegio electoral, apenas uno por encima de la mayoría necesaria, y habiendo perdido el voto popular con medio millón de papeletas menos que Al Gore en todo el país.

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Ahora, el fantasma de lo sucedido hace 24 años vuelve a sobrevolar unas elecciones presidenciales, toda vez que los expertos creen que las encuestas son tan ajustadas que cualquier cosa podría inclinar la balanza entre Harris y Trump: de acabar en empate técnico, todo podría volver a acabar en los tribunales.



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