El expresidente Donald Trump volvió a generar expectativas económicas tras anunciar en redes sociales su intención de entregar un ‘dividendo arancelario’ de al menos $2,000 por persona, excluyendo a quienes tienen ingresos altos.
Sin embargo, funcionarios de su propia administración han puesto en duda que esta promesa se traduzca en pagos directos, lo que ha dejado a millones de estadounidenses preguntándose si realmente habrá un nuevo cheque de estímulo, y si se llega a dar, quién lo recibirá.
La promesa de Trump y la duda del Tesoro
Trump publicó el mensaje el pasado domingo, destacando que Estados Unidos está recaudando billones de dólares gracias a sus políticas arancelarias y que parte de esos ingresos se destinarían a los ciudadanos.
“Se pagará un dividendo de al menos $2,000 por persona (¡sin incluir a las personas de altos ingresos!)”, escribió el mandatario en su cuenta de Truth Social.
No obstante, Scott Bessent, secretario del Tesoro, aclaró horas después en una entrevista con ABC News que el supuesto dividendo podría no tratarse de un cheque físico, sino de ahorros fiscales derivados de la nueva ley de gasto interno firmada por Trump en julio.
“El dividendo de $2,000 podría llegar de muchas formas”, explicó Bessent. “Podría ser la eliminación de impuestos sobre propinas, horas extra o Seguridad Social, así como la deducción de préstamos automotrices. Son reducciones fiscales significativas que están siendo financiadas dentro del paquete legislativo”.
Quiénes podrían calificar, si la medida se aprueba
Trump no ofreció detalles concretos sobre los criterios de elegibilidad, pero su mensaje mencionó que los ‘altos ingresos’ quedarían fuera del beneficio.
En los anteriores cheques de estímulo, los pagos se destinaron a personas con ingresos de hasta $75,000 anuales y parejas con ingresos conjuntos menores a $150,000.
Si se aplicaran esos mismos umbrales, el beneficio alcanzaría a cerca de 150 millones de estadounidenses, con un costo estimado de $300,000 millones, según cálculos de Erica York, analista de la organización Tax Foundation.
El problema del financiamiento
Hasta el 30 de septiembre, el Departamento del Tesoro había recaudado aproximadamente $195,000 millones por concepto de tarifas impuestas durante la administración Trump.
Sin embargo, esa cantidad está muy por debajo del monto necesario para financiar los cheques de $2,000 a toda la población elegible.
Si se descuentan los efectos fiscales negativos de los aranceles, el ingreso neto real rondaría los $90,000 millones, una cifra que cubriría menos de un tercio del programa propuesto.
Además, la Corte Suprema analiza actualmente si el presidente tiene autoridad constitucional para imponer tarifas sin aprobación del Congreso, lo que podría complicar aún más la viabilidad del plan.
El trasfondo económico y político
La propuesta llega en un contexto de déficit federal superior a los $38 billones, y de una economía aún presionada por la inflación.
A pesar de ello, Trump aseguró que el país atraviesa una era de prosperidad con casi nula inflación y un mercado bursátil récord.
De implementarse, los pagos podrían financiarse con los ingresos arancelarios proyectados a 10 años, estimados por el Tesoro en $3 billones de dólares, aunque eso aumentaría la deuda nacional.
Por ahora, el ‘cheque de estímulo’ de $2,000 prometido por Trump no está confirmado ni respaldado por el Congreso ni por el Departamento del Tesoro.
Aunque el presidente ha presentado la idea como un alivio directo para los estadounidenses, los expertos advierten que, de concretarse, el pago podría llegar en forma de deducciones fiscales y no como depósitos en efectivo.
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