San Salvador, 1 feb (EFE). – El actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el mandatario latinoamericano en activo que goza de mayor popularidad gracias en buena medida a su controvertida política de lucha contra las pandillas, busca la reelección empleando una argucia legal, sin un nuevo plan de gobierno y sin patear las calles para hacer campaña.
Fiel a su estilo de romper con lo tradicional, Bukele se apunta a sortear una más: la tradición de mandatos únicos desde que el país entró en democracia y que se sostenía con la prohibición constitucional de la reelección inmediata.
«No, no hay reelección (en El Salvador) y yo estaría fuera de la Presidencia a los 42 años», dijo Bukele en marzo de 2021 en una entrevista que concedió a dos youtuberos mexicanos.
En 2013, cuando era alcalde del poblado de Nuevo Cuscatlán y se mostraba como una alternativa de renovación de la exguerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), afirmó que «la Constitución no permite que la misma persona sea presidente dos veces seguidas».
Sin embargo, en septiembre de 2022 ante el Congreso, de amplía mayoría oficialista, anunció su intención de buscar la reelección inmediata.
Para rastrear el último antecedente de esto en El Salvador es necesario remontarse hasta la década de los años treinta, cuando el dictador y militar Maximiliano Hernández Martínez lo hizo e instauró el llamado «Martinato», que duró hasta 1944.
Bukele es el primer presidente de la etapa democrática salvadoreña en aventurarse a la reelección inmediata.
Esta decisión, dijo el mandatario en septiembre de 2022, es para que «podamos continuar este camino que hemos iniciado, el camino que por primera vez en nuestra historia ha demostrado ser el correcto».
Una ruta de rupturas
Bukele, con raíces árabes e hijo del empresario Armando Bukele y de Olga Marina Ortez, dio el gran salto en la política salvadoreña tras su expulsión del FMLN, ahora partido minoritario de oposición, en 2017.
Su experiencia como publicista y su imagen de político joven y desenfadado le permitieron capitalizar el descontento de los salvadoreños contra la clase política.
El país había sido gobernado por tres décadas por la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) (1989-2009) y el FMLN (2009-2019) y daban rostro a la corrupción y a la incapacidad de frenar la violencia de las pandillas, que en 2015 habían convertido al país en el más mortífero del mundo.
Bukele arrasó en primera vuelta en 2019 y rompió con el llamado «bipartidismo» del FMLN y Arena, lo que se repitió en el Congreso en 2021, cuando su imagen le granjeó al partido Nuevas Ideas (NI) la mayoría absoluta.
Es con la asunción de esta nueva legislatura que se comienza a configurar la ruta a la reelección, destituyendo el primer día, sin seguir el proceso legal, a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y nombrando a otros, entre asesores del Gobierno y abogados de altos funcionarios, a los que Estados Unidos tildó de ser «leales» al Ejecutivo.
En septiembre de 2021 en un fallo, que se dio en un proceso que, de acuerdo con los expertos, no tiene efectos generales como las resoluciones de incostitucionalidad, abrieron la puerta a la reelección.
Dicho auto cambió la interpretación que habían hecho salas anteriores de que la Constitución prohíbe la reelección inmediata, y estableció que la prohibición era para presidentes que habían estado dos períodos (10 años) en el poder.
La guerra contra las maras, el pilar de Bukele
A finales de marzo de 2022, el Congreso decretó un régimen de excepción para suspender garantías constitucionales a petición del Gobierno de Bukele y arrancar así la llamada «guerra contra las pandillas» tras una escalda de homicidios.
Las maras habían puesto en jaque el Plan Control Territorial con el que Bukele había logrado continuar y acentuar la disminución de los homicidios que venía desde 2016.
De acuerdo con las encuestas publicadas en el marco de la campaña electoral, este régimen es el principal activo para la popularidad de Bukele, principalmente por la reducción de la presencia de las pandillas en las comunidades populares.
El Telecandidato que ofrece continuismo
A pesar de que el Congreso le concedió licencia para dedicarse a la campaña desde diciembre, y como último requisito para competir en las elecciones del 4 de febrero, Bukele se ha mantenido alejado de las calles.
El candidato no ha tenido presentaciones públicas, su canal preferido para publicar sigue siendo X, desde donde lanzó un vídeo pidiendo a la población votar por su partido para mantener la mayoría absoluta y seguir con las medidas de seguridad. Nada más.
No ha hecho referencia a otros problemas, como la deuda estatal, el costo de la vida, el uso de los fondos de pensiones para gasto gubernamental y los señalamientos de negociaciones de su Gobierno con las pandillas, y tampoco ha presentado un plan de gobierno.
En un ‘space’ de X del 4 de enero, Bukele afirmó que no buscaría perpetuarse en el poder.
«Actualmente no existe en El Salvador la reelección indefinida, ni tampoco la estoy buscando, la norma actual no lo permite y tampoco hay la figura de un plebiscito o referéndum para poder modificar eso», señaló el político, como había hecho con la reelección inmediata en el pasado. EFE