REDACCIÓN.- El mundo del béisbol se viste de luto este , al confirmarse el fallecimiento de Dave Parker, el icónico «Cobra» y miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, a la edad de 74 años. Su partida deja un vacío en los corazones de los aficionados y en la historia de las Grandes Ligas.

Parker, cuyo potente bate y formidable brazo en el jardín derecho lo convirtieron en una de las figuras más dominantes de su era, brilló con luz propia principalmente en la década de 1970 y principios de 1980. Fue una pieza clave en los Pittsburgh Pirates, equipo con el que ganó la Serie Mundial de 1979.

A lo largo de su carrera de 19 temporadas en las Mayores, Dave Parker fue dos veces campeón de bateo de la Liga Nacional (1977, 1978), MVP de la Liga Nacional en 1978 y participó en siete Juegos de Estrellas. Su estilo en el campo, una mezcla de poder, agilidad y una confianza inquebrantable, le valió el apodo de «Cobra», que encapsulaba su agresividad y letalidad para los lanzadores rivales.

Aunque su camino hacia Cooperstown fue a través del Comité de Veteranos en 2020, su impacto en el juego fue innegable y su legado perdurará por generaciones. El béisbol despide hoy a una de sus grandes leyendas, cuyo recuerdo vivirá en los libros de récords y en la memoria de quienes lo vieron jugar.

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Una ciudadana dominicana de 28 años, identificada como Gerelys Angélica Sánchez-Reyes, fue detenida esta semana en Santiago de Compostela, España, como resultado de una operación conjunta que ha captado la atención de la opinión pública tanto en España como en Estados Unidos. La mujer era buscada por las autoridades norteamericanas desde principios de abril por su presunta vinculación con la pérdida de la bailarina Yuleisy Torrelles, de 21 años, quien tenía nacionalidad venezolana y española.

El caso comenzó el pasado 5 de abril, cuando las autoridades estadounidenses localizaron el cuerpo de Torrelles en la ciudad de Filadelfia. Según los reportes, el cuerpo fue encontrado envuelto en una cortina de baño y oculto dentro de un sofá cama, hecho que activó inmediatamente la emisión de una orden internacional de localización contra Sánchez-Reyes.

La Dirección General de la Policía Nacional española indicó que la mujer habría intentado aplicar un líquido inflamable sobre el cuerpo, sin conseguir el objetivo de incinerarlo. Luego, según las investigaciones, huyó del país llevándose dinero y el pasaporte español de la joven, documento con el que habría logrado desplazarse a Madrid el 6 de abril, con escala en Múnich.

La captura de Sánchez-Reyes ocurrió este jueves mientras se dirigía en autobús hacia el aeropuerto de Santiago de Compostela. Fue interceptada por agentes de la Policía Nacional antes de abordar un vuelo con destino a Bruselas. El operativo fue posible gracias a una llamada telefónica de un ciudadano que reconoció a la mujer tras verla en redes sociales, lo que permitió alertar a las autoridades.

La investigación tomó impulso cuando el padre de la joven, quien reside en Palma de Mallorca, presentó una denuncia ante la Policía Judicial. A partir de ese momento, se organizó un amplio operativo de localización que permitió rastrear a la sospechosa a través de movimientos registrados en hoteles y otros establecimientos en Santiago.

El operativo contó con la participación del Grupo I de Localización de Fugitivos, la UDYCO Central, el Grupo de Delincuencia Organizada y Violenta, la Oficina Central de Interpol, la Embajada de Estados Unidos en España y agentes del Servicio de Marshals estadounidense.

Actualmente, Sánchez-Reyes está a disposición judicial para tramitar su posible extradición a Estados Unidos, donde deberá enfrentar cargos relacionados con robo, profanación y la pérdida de Torrelles. Autoridades de Filadelfia confirmaron el arresto en redes sociales.

Imágenes obtenidas por cámaras de seguridad la posicionaron como la última persona en ser vista junto a la joven, convirtiéndola en el principal foco de la investigación. En declaraciones ofrecidas a Telemundo, la madre de Yuleisy expresó: “tiene que pagar por lo que le hizo” y añadió que “después del crimen, estuvo tres días en el apartamento sacando cosas de mi hija” antes de abandonar el país.