A las 15:45 del viernes, la Casa Blanca recibió el esperado mensaje de Hamás. Era la respuesta al plan de paz de 20 puntos que Donald Trump había presentado días antes para poner fin a la guerra en Gaza. Apenas una hora después, … a las 16:44, el presidente lo compartió íntegro en su red social Truth, traducido al inglés palabra por palabra, sin filtros ni resúmenes. Fue una maniobra deliberada: Trump quiso que el público, sus votantes y los aliados internacionales leyeran exactamente lo que la organización islamista estaba diciendo.
En ese primer texto, Hamás aceptaba entregar a todos los rehenes, vivos y muertos, y ceder la administración de Gaza a un gobierno tecnocrático palestino, independiente, pero sujeto al consenso con otras facciones. No obstante, mantenía reservas sobre la desmilitarización y exigía que las cuestiones relativas al futuro de los derechos palestinos se decidieran «en base a una postura unánime palestina» y conforme al derecho internacional.

Trump, fiel a su estilo, se precipitó. Se encerró con su equipo en el Despacho Oval para grabar un video de apenas un minuto y diez segundos. Pero había tensiones, en Washington y con Israel. Este último guardaba silencio, y no hubo reacción pública inmediata de Benjamin Netanyahu, que mantenía su exigencia de una rendición completa y el desarme total de Hamás.
En Washington, algunos legisladores republicanos se apresuraron a mostrar reservas. El senador Lindsey Graham, veterano aliado de Trump en política exterior, advirtió que lo presentado por Hamás no era una aceptación real, sino un rechazo disfrazado. «Sin desarme, con Gaza aún bajo control palestino y con la liberación de rehenes ligada a negociaciones, esto no es una victoria», dijo.
Dentro del propio equipo presidencial hubo debate. Algunos asesores le aconsejaban moderar el entusiasmo y esperar la reacción israelí antes de presentarlo como un paso histórico. Pero Trump impuso su criterio. Se definió, como tantas veces, como «negociador» y prefirió ver el comunicado como un éxito parcial: una oportunidad para reclamar liderazgo mundial en la búsqueda de la paz en Oriente Medio.
Trump pidió a Israel detener los bombardeos
Primero con un mensaje escrito en Truth Social, más detallado y contundente, donde afirmó que Hamás estaba «listo para una paz duradera» y pidió a Israel detener los bombardeos para permitir la liberación segura de los cautivos. Después, con la grabación breve, diseñada para los telediarios y las redes, un mensaje más simbólico que explicativo.
En él, lejos de entrar en detalles técnicos, se limitó a dar las gracias a Catar, Turquía, Arabia Saudí, Egipto y Jordania, sin mencionar a Israel, y a subrayar que había llegado «un día muy especial, quizá sin precedentes». Con voz calmada, dijo que esperaba ver a los rehenes volver con sus familias, incluidos aquellos que ya habían muerto. «Estamos muy cerca de lograr la paz en Oriente Medio», aseguró, cerrando con una frase ambigua: «Todos serán tratados de forma justa».
El cálculo político era evidente. Trump necesitaba proyectar que sus presiones —incluido el ultimátum de que Hamás aceptara antes del domingo o enfrentara una ofensiva mayor— habían surtido efecto. Al difundir el texto completo en inglés y luego reducir su propia reacción a un minuto de agradecimientos, buscaba mostrar transparencia y, al mismo tiempo, marcar que era su plan el que había provocado un giro inesperado tras casi dos años de guerra.
De momento, el desenlace sigue abierto
La iniciativa de Trump fue recibida con respaldo en Catar y Egipto, que anunciaron nuevas rondas de contactos, pero los términos planteados por Hamás no colman las exigencias israelíes. Aun así, el presidente estadounidense optó por presentar el día como histórico. «Veremos cómo resulta todo», dijo en la grabación desde el Despacho Oval. «Tenemos que concretar el acuerdo final».
Lo que es seguro es que el ultimátum que había dado horas antes, diciendo que si Hamás no aceptaba soltar los rehenes antes del domingo a las 18.00 sería su final completo y absoluto, precipitó la decisión. Trump había fijado un plazo preciso. «Debe alcanzarse un acuerdo con Hamás antes del domingo por la tarde a las SEIS (6) P.M., hora de Washington» (la medianoche del lunes en la España peninsular), escribió en su red social. «Si este acuerdo de última oportunidad no se alcanza, se desatará un infierno como nunca se ha visto antes contra Hamás». Después, Trump habló por teléfono con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
El plan, presentado junto a Netanyahu y con el respaldo declarado de Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Catar, plantea un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes en 72 horas, la desmilitarización de Gaza y la creación de un gobierno de transición de tecnócratas supervisado por una fuerza internacional. Hamás quedaría excluido de la administración del enclave, aunque se ofrece amnistía y salida segura a sus miembros, condición que el grupo rechaza por ahora. La iniciativa, elaborada con la participación de Tony Blair, se presenta como una vía hacia una paz duradera, mientras Naciones Unidas reclama un acuerdo urgente que alivie la crisis humanitaria.
Trump ha enfatizado las altas pérdidas sufridas y ha amenazado con «un infierno» si no hay acuerdo; Netanyahu advierte que, de rechazarse, Israel actuará con más dureza si cabe.


