Se salvaron de la invasión rusa porque vivían en Israel, y de la guerra de Gaza porque se habían mudado a España. Pero el destino persiguió a esta pareja ucraniana, que lo perdió todo en el incendio de un bloque de viviendas en Valencia, que ha dejado un saldo de diez muertos.
La mujer, que pide ser identificada sólo como Lisa, narra a la AFP que había salido a la oficina de correos con su marido cuando empezó el incendio el jueves hacia las 17H30 horas (16H30 GMT).
“Volvimos y vimos el humo negro y empezamos a correr porque teníamos a nuestro perro en el apartamento”, cuenta a la AFP la mujer de 34 años, que trabaja en marketing.
“Cuando llegamos, los pisos superiores estaban en llamas”, prosigue, describiendo escenas de caos con “trozos de la fachada del edificio cayendo por todas partes”.
El enorme incendio arrasó el bloque de pisos de 14 plantas de esta ciudad portuaria del este de España, acabando con la vida de al menos 10 personas, según el último balance comunicado por las autoridades este sábado.
El marido de Lisa entró varias veces en el edificio en llamas para intentar rescatar a su perro, Usher, que estaba atrapado en el piso noveno. No pudo pasar del sexto piso.
“Nuestro perro llevaba 10 años con nosotros, eso es lo peor”, explica, rompiendo a llorar.
No ha dormido ni comido e intenta “mantenerse ocupada” para no pensar en ello, añade.
“Esquivamos la guerra en Ucrania, esquivamos la guerra en Israel y vinimos aquí. Y ahora esto…”, lamenta.
Entre las cosas que perdieron estaban todos sus documentos de identidad españoles y sus pasaportes ucranianos. Sin papeles, no tienen ni idea de cómo van a encontrar otro lugar donde vivir.
Los expertos sugirieron que el edificio estaba cubierto con un revestimiento altamente inflamable, lo que podría explicar la rápida propagación del fuego que lanzó llamaradas hacia arriba.
– En “minutos, nos habíamos quedado sin nada” –
El mortífero incendio dejó a cientos de personas sin hogar.
En “minutos, nos habíamos quedado sin nada”, explica José Carlos Pérez, de 53 años, frente a un hotel de Valencia, vistiendo ropa de deporte arrugada.
“Ahora no tengo nada, sólo lo que llevó”, lamenta.
Pérez, un antiguo empleado de banca, estaba en su apartamento, en el piso 12, cuando se inició el fuego.
De repente sintió olor a humo y vio desde la terraza que el edificio estaba ardiendo. Salió corriendo por las escaleras junto con los vecinos de su piso, todos los cuales escaparon sanos y salvos.
Hubo “mucha tensión, hubo gente que perdió los papeles, se puso a llorar, situaciones complicadas”, narra a la AFP.
“Cuando te va mal, tienes que saber mantenerte frío”, concluye.
Pérez pasó la noche en vela en uno de los hoteles donde las autoridades han alojado a los más de cien evacuados.
En cuanto a lo que vendrá ahora, no tiene ni idea. “No me queda nada y ahora tengo que empezar de nuevo”, dice.
Cientos de personas se han quedado con lo puesto, pero la comunidad local se ha movilizado. La gente ha donado de todo: ropa, libros, zapatos y juguetes.
Todos los artículos son clasificados y repartidos por un ejército de voluntarios a pocas manzanas de las ruinas humeantes.
Decenas de personas se arremolinan alrededor de una mesa repleta de ropa, metiendo mantas, libros y zapatos en cajas de cartón. Otros se llevaban bolsas de pañales y otros productos sanitarios.
“La verdad es que no me puedo imaginar cómo se deben sentir”, cuenta a la AFP un voluntario, Bruno Loma, de 24 años. “Intento aportar mi granito de arena”, añade.
Añade que la cantidad de donaciones es abrumadora, y se le dibuja una sonrisa en el rostro ante la generosidad de los vecinos.