El presidente ruso, Vladimir Putin, ha marcado una nueva línea roja, el empleo de misiles de largo alcance contra su territorio desde Ucrania, cuya violación supondría, según el Kremlin, la guerra con la OTAN.
“Rusia está siendo paciente. Después de todo, es evidente que una respuesta nuclear es una decisión extremadamente compleja con consecuencias irreversibles (…), pero toda paciencia tiene un límite“, escribió este sábado en su canal de Telegram Dmitri Medvédev, expresidente y número dos en el Consejo de Seguridad de Rusia.
¿Guerra con la OTAN?
Putin lleva meses repitiendo que Kiev no tiene la capacidad técnica para lanzar misiles de largo alcance contra objetivos en territorio ruso, por lo que para hacerlo necesita los datos de inteligencia de los satélites de Occidente, cuyos especialistas son los que determinan las misiones de vuelo.
Según esa argumentación, EE UU y el Reino Unido, cuyos líderes abordaron ese asunto el viernes en Washington, no barajan dar luz verde a Kiev, sino que se estarían planteando participar “directamente” en el conflicto.
“Eso significará que los países de la OTAN, EE UU y los países europeos, están en guerra con Rusia“, alertó Putin el jueves a la televisión pública en San Petersburgo.
El presidente de EE UU, Joe Biden, aplazó el viernes la decisión, pese a la insistencia de su colega ucraniano, Volodimir Zelenski, pero el órdago nuclear está sobre la mesa.
“Allí bromean con nuestras líneas rojas. No deben bromear sobre ellas. Saben perfectamente por dónde pasan“, comentó Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso.
Subrayó que las potencias occidentales “tiene una convicción genética de que nadie les tocará” y tachó de “peligroso” que EE UU y sus aliados estén renunciando “a la disuasión mutua”, la garantía de la estabilidad estratégica.
Las variantes del Kremlin
Antes de los misiles de largo alcance, el Kremlin ya marcó líneas rojas como los ataques contra Crimea; el puente que une la anexionada península con el continente; las regiones fronterizas y las zonas alejadas del frente, como Moscú o San Petersburgo.
En cambio, los ucranianos atacaron Crimea, golpearon con drones la Rusia profunda —incluso alcanzaron el Kremlin— y protagonizan actualmente en la región de Kursk la primera incursión fronteriza desde que los nazis invadieran la URSS en 1941.
Con todo, según analistas y blogueros rusos y occidentales, Putin no tomó decisiones drásticas y se limitó a incrementar el número de bombardeos.
Putin, quien ha dicho que si Occidente no respeta sus líneas rojas, él hará lo mismo con respecto a ellos, discrepaba en medio de la contienda. Entonces, aseguró que la misma campaña militar es la mayor de las respuestas, a lo que sumó los ataques contra la infraestructura energética del país vecino.
“¿Y la propia operación militar especial acaso no es una respuesta por rebasar esas líneas?“, se preguntó.
Eso sí, en mayo pasado, ya amenazó a Europa con “graves consecuencias” en caso de que los países de la OTAN permitieran el uso de armamento occidental contra objetivos en Rusia.
“Estos representantes de los países de la OTAN, especialmente en Europa, especialmente en países pequeños, deben ser conscientes de con qué están jugando. Deben recordar que, por regla general, se trata de Estados con territorios pequeños, pero densamente poblados”, dijo Putin en Uzbekistán.
Y se preguntó: “Si esas graves consecuencias se hacen notar en Europa, ¿cómo reaccionará Estados Unidos? (…) ¿Acaso desean un conflicto global?”.
Los halcones ya se preparan para lo peor
Los halcones como Medvédev van más allá que Putin. El sábado subrayó que, “por ejemplo, en la misma Kursk” ya se dan “las condiciones formales” para el uso de armas nucleares.
Al mismo tiempo, consideró que tienen razón los analistas occidentales que advierten que Moscú también podría recurrir al armamento de nueva generación, en alusión, supuestamente, al armamento hipersónico.
“Y, entonces, eso es todo. Un gigantesca mancha gris fundida en el lugar de la madre de (todas) las ciudades rusas” (Kiev), concluyó al final de su mensaje, en el que añadió en inglés: “Es imposible, pero ocurrió”.
El Ministerio de Exteriores considera que, en realidad, la “carta blanca” ya está concedida a Kiev.
“Por eso, estamos preparados para todo y reaccionaremos de tal forma que sabrán lo que vale un peine“, dijo el sábado Serguei Riabkov, viceministro de Exteriores.
Mientras, el presidente de la Duma o cámara de diputados, Viacheslav Volodin, aseguró que las consultas entre Washington y Londres “no son otra cosa que un intento de camuflar y ocultar su participación directa en las acciones militares” y que sólo buscan una excusa para cometer “un acto de agresión con misiles contra Rusia”.
En la misma línea, Serguei Karaganov, un conocido politólogo cercano a Putin, pidió esta semana una nueva doctrina nuclear que aumente los casos en los que Moscú puede recurrir a su arsenal estratégico