sin paridad y corta de perfiles experimentados en Bruselas

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La nueva Comisión Europea -que arrancará a trabajar el próximo 1 de diciembre- no se parecerá demasiado a la que acabó la legislatura. Ese es el resumen cuando todavía se está en medio del proceso, aunque todos los gobiernos de los 27 han postulado ya a sus candidatos para cada puesto. Serán quienes rodeen a la presidenta, Ursula von der Leyen, que llamativamente será una de las pocas figuras que repitan respecto al último lustro. De hecho, hay dos ‘contras’ ahora mismo respecto a la nueva Comisión, ya antes de que eche a andar: no será prioritaria y parece que estará falta de perfiles experimentados en Bruselas y en los pasillos del Berlaymont.

Bélgica ha sido el último país en designar a su candidata para comisaría europea, y se ha decantado por la ministra de Exteriores en funciones, Hadja Labib. De este modo, si nada cambia la Comisión contará con 18 hombres y ocho mujeres, mientras que en el caso de Bulgaria el Gobierno ha dado dos nombres: Ekaterina Zaharieva y Julian Popov. En todo caso, la balanza está muy inclinada hacia el lado masculino y los Estados miembros no se han tomado en serio el asunto de la paridad. Ahora, es importante tener en cuenta que estos nombres pueden no ser los definitivos, ya que todos los comisarios tienen que pasar el ‘examen’ del Comité del Parlamento Europeo correspondiente al ramo que van a ocupar.

Así, puede darse el caso de que las comisiones de turno veten el nombramiento de algún comisario. Dos de los más recientes afectaron directamente a Rumanía y a Francia. La comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo bloqueó la candidatura de la comisaria designada como responsable de Transporte, Rovana Plumb, por unos conflictos de intereses con sus declaraciones de bienes. El puesto acabó en manos de Adina Valean, que sí pasó el examen. Sylvie Goulard, por su parte, estuvo implicada en un escándalo de contratos ficticios y no pudo ser comisaria de Mercado Interior porque la Eurocámara no le dio luz verde. Finalmente el puesto recayó en Thierry Breton. El bloqueo de algún comisario obliga al gobierno del Estado miembro afectado a proponer otro nombre.

El esquema actual -que no definitivo- de la nueva Comisión también deja un reparto en función de los partidos políticos, aunque en los Tratados se recoge expresamente que los comisarios representan los intereses de la UE y no los de su país miembro o su formación. No obstante, habría en el nuevo Ejecutivo comunitario 12 del PPE, 4 de los socialdemócratas (S&D), 4 de los liberales, 1 de ECR, 1 de Patriotas y otros 4 sin afiliación política, a falta eso sí de las elecciones belga y búlgara.

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Tampoco queda muy claro todavía a qué porfolio (o cartera) aspira cada país, aunque hay pistas, pero sí es una evidencia que la renovación de la Comisión será amplia. Si se completa todo el proceso, repetirían como comisarios, además de Ursula von der Leyen en la presidencia, Dubravka Suica (Croacia), Thierry Breton (Francia), Oliver Várhelyi (Hungía), Vladis Dombrovskis (Letonia), Wopke Hoekstra (Países Bajos) y Maros Sefcovic (Eslovaquia). Solo se mantendrían el 26% de los comisarios.

En el caso español el nombre era un secreto a voces: Teresa Ribera es la apuesta de Pedro Sánchez para que sea no solo comisaria, sino también vicepresidenta del Ejecutivo comunitario, con una cartera amplia relativa al Pacto Verde y a la transición ecológica. Las ‘etiquetas’ están por verse, pero sí parece claro que la cuestión climática no va a ser tan importante en la nueva legislatura, con otros temas más en primera línea como la migración, la economía o la dimensión exterior de la UE. Ribera, con todo, esperará a abandonar la vicepresidencia del Gobierno y el Ministerio de Transición Ecológica; solo lo hará si resulta elegida comisaria. Su rol será muy distinto al del último español en la Comisión, Josep Borrell, que todavía es el Alto Representante de la UE (y vicepresidente).

En conclusión, la nueva Comisión Europea será mucho más política que otras y tendrá, parece, una mayor carga ideológica. El Ejecutivo comunitario siempre ha tenido como contrapeso al Consejo, es decir, a los países miembros, aunque las voces más críticas con Von der Leyen la han acusado amargamente precisamente de hacerle “seguidismo” a los gobiernos. Eso es precisamente lo que pueden pretender ahora los 27: que la Comisión mantenga una postura cercana a la suya, evitando choques o debates y priorizando las cargas ideológicas en algunos temas. Solo el tiempo dirá si ese camino es el correcto para la Unión.

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