Sin arrepentimiento no vale el perdón

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¿Cuánto puede reparar un perdón? ¿Cómo sigues viviendo después de tanto dolor? Gisèle Pelicot escuchó ayer a su marido admitir ante el juez que es un violador, que sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, que todos lo que pasaron por su casa para violarla mientras ella estaba drogada e inconsciente también lo sabían, por mucho que ahora lo quieran negar. Le escuchó admitir la culpabilidad, admitir, sin decirlo, que había sido su peor monstruo.

No llegó a hablar de arrepentimiento, no pronunció esa palabra. Admitió lo evidente, lo que se veía en los vídeos; más de 20.000 documentos que la policía encontró en su ordenador durante los registros. No le quedaban muchas más opciones. No había escapatoria. Incluso su abogada decía, durante uno de los recesos de su declaración, que esta iba a ser la estrategia de su defensa: admitir y contarlo todo. «Ir hasta el final», aseguraba.

Dominique Pelicot pidió perdón a su mujer, a sus hijos y a sus nietos. Cuando él mismo dijo ante el juez, en una declaración medida y estudiada con su defensa, que lo que había hecho era imperdonable. Un violador pidiendo perdón después de haber estado años utilizando a su mujer para todo tipo de aberraciones.

Y a renglón seguido metió el capítulo de los abusos infantiles que él mismo habría sufrido, según su declaración, cuando era pequeño. Y a eso se va a agarrar para explicar lo inexplicable y lo imperdonable, según sus propias palabras. Yo fui un niño abusado y eso me dejó traumado. Esa va a ser la línea de defensa. ¡Ah! Y cómo no, también señaló a internet y a todas esas cosas malas que él consumía en la red. Como si en todos esos años su conciencia no le martilleara diciéndole que aquello estaba mal.

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Lo que está pasando en ese juicio ha sacudido las conciencias de muchas mujeres y espero, confío, en que también lo haya hecho de muchos hombres. Pero, ¿qué pasa con la conciencia de Pelicot? ¿De verdad lo que escuchamos ayer es la confesión de un hombre arrepentido? Y, lo más importante, ¿cuánto repara esa confesión? ¿Cómo puede seguir viviendo Gisèle su vida sin el peso de todo lo que ha pasado?

Parece complicado. Imposible. Gisèle estaba presente durante esa confesión. Pidió tomar la palabra incluso, asegurando que confiaba en él, que siempre lo había hecho… hasta que descubrió todo. Y una vez más, ahí está ella, dando de nuevo un ejemplo de dignidad. Contando lo que vivió y dando las gracias públicamente a los cientos de mujeres que este fin de semana salieron a las calles para darle su apoyo.

Todavía quedan muchas sesiones de este juicio. Y todavía quedan muchos momentos para indignarnos con una historia que nunca debió ocurrir.

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