Quizás hayas pasado meses o incluso años visitando a diferentes profesionales de la salud, haciéndote análisis de sangre y probando medicamentos o suplementos, sin encontrar una respuesta satisfactoria.
Si esta situación te suena familiar, es posible que la raíz de tus problemas se encuentre en la regulación de tu sistema nervioso. Este sistema fundamental conecta tu cerebro con el resto de tu cuerpo, y cuando se desregula, puede dar lugar a una amplia gama de síntomas físicos y emocionales que pueden parecer inexplicables.
Entendiendo el sistema nervioso y su papel en el bienestar
Nuestro sistema nervioso actúa como un termostato interno, trabajando constantemente para mantener nuestro cuerpo y mente en un «punto de ajuste» óptimo donde nos sentimos y funcionamos de la mejor manera. Este punto de ajuste es nuestro estado «ideal», aquel en el que pasamos la mayor parte de nuestras vidas.
Sin embargo, nuestro sistema nervioso tiene dos configuraciones adicionales: «demasiado caliente» y «demasiado frío». Estas configuraciones son necesarias, por ejemplo, para reaccionar rápidamente ante una amenaza (estado «demasiado caliente») o conservar energía en momentos de estrés (estado «demasiado frío»).
En un sistema bien regulado, deberíamos poder volver rápidamente a nuestro punto de ajuste óptimo una vez que la situación de peligro o estrés ha pasado. Pero factores como enfermedades, traumas y estrés crónico pueden alejarnos de este punto de ajuste saludable, e incluso llegar a cambiar por completo nuestro «termostato» interno.
A medida que nos alejamos de ese punto de ajuste regulado, nuestro bienestar físico y mental se deteriora. Esto puede manifestarse en una amplia gama de problemas, desde ansiedad, depresión y agotamiento, hasta trastornos digestivos, algunas enfermedades autoinmunes y dolores persistentes.
El papel clave del nervio vago
Una parte fundamental del sistema nervioso que juega un papel crucial en nuestra regulación es el nervio vago, el cual conecta nuestro cerebro con nuestro intestino, pasando por el cuello, el pecho, el corazón y los pulmones. Es una verdadera autopista que impacta prácticamente todo lo que hacemos.
El nervio vago controla aspectos como nuestro estado de ánimo, la respuesta inmunitaria, la digestión, la frecuencia cardíaca, la respiración y el funcionamiento cardiovascular. Cuando este sistema se desregula, puede crear problemas persistentes tanto en el cerebro como en el cuerpo.
Afortunadamente, trabajar con nuestro sistema nervioso es una práctica que se puede perfeccionar con el tiempo. El primer paso es aprender a monitorear regularmente el estado de nuestro sistema nervioso.
Identifica tu «temperatura» actual
Para comenzar a regular nuestro sistema nervioso, debemos empezar por identificar en qué estado nos encontramos actualmente. Esto implica sintonizarnos con las sensaciones internas de nuestro cuerpo y observar nuestros pensamientos y emociones.
Hacer un «chequeo» de nosotros mismos varias veces al día puede ayudarnos a detectar a tiempo cualquier desregulación. Por ejemplo, si notamos que nos sentimos cansados a pesar de haber dormido bien, podríamos ir a caminar durante el almuerzo o llamar a un amigo para elevar nuestro estado de ánimo y energía.
Prestar atención a las sensaciones de nuestro cuerpo nos permite estar presentes en el momento, lo cual es una de las mejores formas de regular nuestras emociones y aumentar la capacidad de nuestro sistema nervioso.
Cuando estás «demasiado caliente»
Este estado corresponde a la respuesta de lucha o huida, que prepara nuestro sistema para la acción. Aquí, nos volvemos temerosos, ansiosos y preocupados. Algunas señales de este estado pueden ser tensión en la mandíbula, los hombros o la espalda, rigidez, latidos cardíacos más rápidos o boca seca.
Para reestablecer el equilibrio en este estado, es importante desviar la atención de nuestro interior y enfocarla en el entorno externo: observar los alrededores, escuchar los sonidos o percibir olores.
Realizar movimiento físico también puede ayudarnos a liberar el estrés acumulado. Ir a caminar, hacer ejercicio o simplemente sacudir el cuerpo durante unos minutos pueden ser estrategias útiles.
Otra técnica efectiva es la respiración 1:2, donde igualamos la duración de la inhalación y la exhalación, y luego vamos alargando lentamente la exhalación. Esto activa el «freno vagal», enviando una señal a nuestro cerebro de que no estamos en peligro.
Cuando estás «demasiado frío»
En este estado de conservación de energía, nos congelamos, nos apagamos y colapsamos. Aquí, podemos sentirnos desconectados de nuestro cuerpo, con dificultad para expresarnos y experimentar depresión y agotamiento. Además, nuestra frecuencia cardíaca y energía pueden disminuir.
Para volver a regularnos, acciones simples como dar una vuelta, hacer jardinería o mover los dedos de las manos y los pies pueden ayudarnos a reconectarnos con el momento presente.
La técnica de «tapping» (golpeteo) también puede ser beneficiosa, ya que nos ayuda a sintonizarnos con las sensaciones de nuestro cuerpo. Podemos comenzar golpeando suavemente el interior de un brazo y luego ir subiendo por el brazo, el hombro y el pecho, nombrando mentalmente cada parte del cuerpo que tocamos.
Otra opción es la respiración 2:1, donde igualamos la duración de la inhalación y la exhalación, y luego alargamos ligeramente la inhalación. Esto puede ayudarnos a movilizar la energía en nuestro sistema nervioso.
Herramientas de estilo de vida para apoyar tu reequilibrio
Además de las técnicas de regulación, existen varias estrategias de estilo de vida que pueden ayudarnos a mantener un sistema nervioso saludable:
- Seguir una dieta mediterránea, rica en alimentos frescos, nueces, legumbres y pescado, reduciendo la ingesta de carne y azúcar. Esta dieta favorece la función cerebral, la salud cardíaca y regula los niveles de azúcar en sangre.
- Incorporar alimentos fermentados (yogur, kéfir, miso, chucrut) o suplementos probióticos, que aportan más «buenas» bacterias al intestino.
- Practicar ejercicio regularmente, ya que tiene un impacto positivo en el cuerpo, desde el corazón y los pulmones hasta la salud mental.
- Interactuar con animales, ya que tienen un efecto regulador sobre nosotros. Si no tienes mascota, puedes visitar un refugio de animales o jugar con la mascota de un amigo o familiar.
- Priorizar el sueño, limitando el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse, tratando de ir a la cama antes de las 11 pm y levantándose a la misma hora cada día. Además, pasar tiempo al aire libre durante el día.
Recuperar el equilibrio de nuestro sistema nervioso puede ser un proceso gradual, pero vale la pena el esfuerzo. Aprender a sintonizarnos con nuestras sensaciones internas y adoptar estrategias que apoyen su regulación nos ayudarán a sentirnos mejor, física y emocionalmente.