La sepsis es una afección médica grave que puede poner en peligro la vida y que a menudo se pasa por alto, especialmente en niños. Recientemente, la historia de Alison McKay, una madre de tres hijos, ha resaltado la importancia de confiar en el instinto de los padres y actuar con rapidez cuando se presentan síntomas inusuales. Su hijo Freddie, de 8 años, estuvo a punto de morir a causa de la sepsis, pero gracias a la rápida acción de su madre, logró sobrevivir.
La rápida evolución de los síntomas de Freddie
Todo comenzó una mañana normal de escuela para Freddie. Sin embargo, a media mañana, su padre recibió una llamada del colegio indicando que el niño no se encontraba bien: estaba temblando, pálido y no quería participar en las actividades. Cuando el padre fue a recogerlo, el niño empezó a vomitar y a tener diarrea, lo que su madre Alison inicialmente atribuyó a un simple virus estomacal propio de la época del año.
Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, el estado de Freddie empeoraba rápidamente. Su padre avisó a Alison de que los ojos del niño se veían «raros«, lo que hizo que ella tuviera un «muy mal presentimiento» y corriera a casa de inmediato. Al verlo, su rostro había adquirido un tono azulado,su madre supo que algo grave estaba ocurriendo y lo llevaron de urgencia al hospital.
Una vez en el hospital, los médicos sospecharon rápidamente que estaba sufriendo de sepsis, una reacción extrema del cuerpo a una infección que puede conducir al shock séptico y la falla orgánica. Debido a que Freddie tiene autismo, no había dado señales evidentes de estar enfermo, lo que complicó el diagnóstico inicial.
Ante la gravedad del cuadro, los médicos decidieron trasladar de urgencia a Freddie al Hospital Infantil Evelina de Londres, donde ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Allí, los especialistas lo indujeron a un coma para poder estabilizarlo y comenzar el tratamiento adecuado.
Durante los siguientes días, el equipo médico luchó para salvar la vida del niño. Tuvieron que administrarle una variedad de medicamentos y realizar numerosas pruebas, incluidas resonancias magnéticas y estudios cerebrales, para determinar la causa. Finalmente, los resultados revelaron que Freddie había sufrido una infección por estreptococo A que derivó en sepsis.
Contra todo pronóstico, Freddie comenzó a mejorar lentamente después de una semana. Aunque inicialmente no podía caminar, hablar ni realizar actividades básicas, su recuperación fue asombrosa. Los médicos quedaron sorprendidos por la capacidad para sobreponerse a esta crisis tan grave.
Las secuelas de la sepsis
Si bien Freddie ha logrado recuperarse de manera admirable, aún enfrenta algunas secuelas de la sepsis. Sigue experimentando dolores corporales y ha sufrido estrés postraumático, además de sentirse más cansado de lo habitual. La familia ha recurrido a terapia de juego en la escuela para ayudarlo a procesar lo ocurrido.
Esta historia resalta la vital importancia de que los padres confíen en su intuición cuando algo no parece estar bien con sus hijos. Alison McKay actuó rápidamente al percibir que la situación de Freddie era grave, lo que probablemente le salvó la vida. Ella enfatiza que, si hubieran esperado un poco más, el desenlace habría sido muy diferente.