Los tratamientos de belleza no invasivos, como la pedicura con
peces, han ganado popularidad en los últimos años. Sin embargo,
detrás de este procedimiento aparentemente
inofensivo, se esconden serios riesgos para la salud. Tal
es el caso de una mujer australiana que perdió los cinco dedos de
su pie derecho tras someterse a este tratamiento en un spa
de Tailandia.
Ictioterapia:
la exfoliación natural que atrajo a miles
La pedicura con peces,
conocida como ictioterapia, emplea peces de agua
dulce llamados Garra rufa. Estos animales, comúnmente
apodados “peces doctor”, se alimentan de las células muertas de la
piel, proporcionando una exfoliación natural.
Además de eliminar residuos dérmicos, se promocionó como un método
para mejorar la
circulación sanguínea.
Aunque suena prometedor, hay un detalle crucial: estos peces no
tienen dientes; su metodología de succión puede ser segura en
condiciones estrictamente controladas. Sin embargo, en la práctica,
el mantenimiento de la higiene en los tanques de
agua ha sido objeto de controversia.
Una decisión
con consecuencias inesperadas
En 2010, Victoria Curthoys, una joven australiana, decidió
probar este exótico tratamiento durante sus vacaciones en
Tailandia. El spa aparentaba cumplir con altos estándares
de limpieza, lo que generó confianza en Victoria. Sin
embargo, días después del procedimiento, comenzó a sentir fiebre y
otros síntomas preocupantes.
Tras regresar a Australia, los médicos no lograron identificar
la causa de su malestar hasta dos años después, cuando descubrieron
que había contraído una infección bacteriana durante la pedicura.
Esta infección estaba directamente relacionada con la falta
de medidas higiénicas en el agua utilizada para el
tratamiento.
Un
diagnóstico tardío con consecuencias devastadoras
El primer paso para controlar la infección fue amputarle el dedo
gordo del pie. Lamentablemente, el impacto biomecánico causado por
la falta del dedo alteró la forma en que Victoria caminaba. Esto
llevó al desarrollo de úlceras en los otros dedos y nuevas
infecciones.
Después de varios años de dolor y complicaciones, los médicos
finalmente tomaron la decisión de amputar los cinco
dedos para prevenir infecciones potencialmente mortales.
Hoy, Victoria comenta que su pie nunca ha estado tan saludable como
lo está ahora, a pesar de las limitaciones que enfrenta día a
día.

¿Por
qué son peligrosas las pedicuras con peces?
El principal riesgo radica en la falta de regulación
sanitaria en muchos establecimientos que ofrecen este
servicio. Los tanques de agua, donde cientos de peces Garra
rufa trabajan simultáneamente, pueden convertirse en un caldo
de cultivo para enfermedades bacterianas. Entre los microorganismos
que se han encontrado en estos sistemas se incluyen aquellos que
transmiten hepatitis C, VIH y otras infecciones
graves.
El reciclaje del agua entre clientes y la reutilización de peces
infectados son prácticas comunes que agravan los riesgos. A pesar
de las advertencias de organizaciones como la Agencia de Seguridad
Sanitaria del Reino Unido, la ictioterapia sigue siendo popular en
muchas partes del mundo.
Países que han
prohibido esta práctica
Por los riesgos previamente mencionados, varios países y estados
han tomado medidas enérgicas contra las
pedicuras con peces. En Estados Unidos y Canadá, esta práctica
está prohibida en determinados territorios por razones de
salud pública. Países como Alemania, además, exigen
pruebas médicas previas para reducir riesgos de transmisión de
enfermedades.
Aunque la ictioterapia ha sido estudiada para tratar afecciones
como la psoriasis, no es reconocida como un tratamiento médico
estándar. Esto la posiciona más como una práctica estética que como
una solución terapéutica.
Lecciones
aprendidas de una experiencia amarga
El caso de Victoria Curthoys destaca la necesidad de
investigar minuciosamente los servicios de bienestar antes
de decidir probarlos. Aunque el marketing de estas
prácticas puede ser convincente, los riesgos asociados pueden ser
devastadores.
Las experiencias como la de Victoria también resaltan la
importancia de la regulación estricta en el sector de la belleza.
Un enfoque más seguro y responsable hacia
tratamientos de naturaleza tan delicada podría prevenir tragedias
similares en el futuro.
Lo que parecía ser una opción innovadora y relajante resultó en
un desafío físico y emocional para esta mujer. Su historia recuerda
a todos los consumidores de servicios estéticos que no todas las
tendencias de belleza valen el riesgo. La salud debe ir
siempre primero.