Hablar mientras dormimos es un fenómeno que a muchos nos ha
pasado, o quizás hemos escuchado a otras personas hacerlo. Y aunque
puede parecer curioso o incluso divertido, tiene una explicación
médica.
La somniloquia, como se conoce científicamente al acto de hablar
mientras dormimos, es una parasomnia, un
comportamiento anormal que ocurre durante el sueño. Puede
manifestarse en forma de murmullos incomprensibles, palabras
sueltas o incluso frases completas. A veces, la persona puede
parecer estar teniendo una conversación, aunque no sea consciente
de ello.
Este fenómeno es más común de lo que imaginas: se estima que
alrededor del 66% de las personas lo experimentan en algún
momento de su vida, aunque para la mayoría solo ocurre
ocasionalmente.
¿Por qué ocurre?
La somniloquia puede suceder durante cualquier etapa del sueño,
ya sea en el sueño ligero (fases I y II), el
sueño profundo (fase III) o incluso en la
fase REM, la etapa donde soñamos. En las etapas
más ligeras, el habla suele ser más coherente y comprensible,
mientras que en las fases más profundas o en REM, el contenido
tiende a ser más difuso o carente de sentido.
El origen exacto no siempre está claro, pero los expertos han
identificado varios factores que aumentan la probabilidad
de hablar dormido. Entre ellos están:
- Estrés y ansiedad: las tensiones diarias
pueden alterar el patrón del sueño y desencadenar episodios de
somniloquia. - Falta de sueño: dormir menos de lo necesario o
tener un descanso de mala calidad puede incrementar la
incidencia. - Consumo de alcohol o sustancias: estas
sustancias interfieren con los ciclos naturales del sueño. - Genética: Si en tu familia hay
antecedentes de personas que hablan al dormir, es más probable que
tú también lo hagas. - Trastornos del sueño asociados: problemas como
la apnea del sueño, el bruxismo o las conductas motoras nocturnas
pueden estar relacionados.

¿Es
peligroso?
En la mayoría de los casos, hablar mientras dormimos no
representa un problema grave. Es inofensivo y no requiere
tratamiento, siempre que no afecte tu descanso o el de las
personas que comparten la habitación contigo. Sin embargo, hay
situaciones en las que es necesario prestar atención.
Si la somniloquia ocurre con gran frecuencia o está acompañada
de otros síntomas como movimientos violentos, interrupciones en la
respiración o episodios sonoros prolongados, puede ser señal de
algo más serio. Por ejemplo, algunos expertos han encontrado una
relación entre el trastorno de conducta del sueño REM y condiciones
neurológicas como el Parkinson o la
demencia con cuerpos de Lewy.
Factores de riesgo
y señales de alerta
Existen ciertos factores que podrían hacer que hablar en sueños
sea un indicador de algo subyacente. Por ejemplo,
si este comportamiento comienza de forma repentina en la adultez o
después de los 25 años, podría estar ligado a problemas
médicos o psiquiátricos. Además, episodios de somniloquia
muy intensos y recurrentes podrían afectar la calidad del sueño y
derivar en somnolencia diurna o irritabilidad.
En casos extremos, este trastorno puede estar acompañado de
sonambulismo o terrores
nocturnos, lo que podría requerir atención médica para
garantizar la seguridad de la persona.
¿Se puede controlar?
Aunque no siempre es posible eliminar completamente la
somniloquia, sí hay estrategias que ayudan a reducir su
frecuencia:
- Mejora la higiene del sueño: tener horarios
regulares para dormir y despertar, evitar dispositivos electrónicos
antes de acostarte y crear un ambiente tranquilo puede marcar la
diferencia. - Reduce el estrés: practicar actividades
relajantes como la meditación, el yoga o la respiración profunda
antes de acostarte puede ayudarte a dormir mejor. - Evita alcohol y comidas pesadas antes de
dormir: estas prácticas interfieren con los ciclos
naturales del sueño y podrían empeorar la somniloquia. - Consulta a un especialista si es necesario: si
crees que hablar dormido está afectando tu calidad de vida o puede
estar relacionado con otro problema, un médico especializado en el
sueño puede ayudarte.
En ciertos casos, los médicos podrían sugerir terapia
cognitivo-conductual o incluso medicamentos específicos
para tratar trastornos asociados.
Mantener un estilo de vida equilibrado y cuidar nuestro descanso
son claves para reducir este y otros trastornos del sueño.