En Texas, una mujer de 71 años murió tras usar agua del grifo
para un lavado nasal, un acto cotidiano que nunca imaginó que
pondría su vida en peligro. El diagnóstico fue devastador:
meningoencefalitis amebiana primaria causada por la
Naegleria fowleri, más conocida como la ameba
“devoradora de cerebros”. Esta tragedia sorprendió por su rareza y
por los riesgos que la mayoría desconoce al realizar prácticas de
higiene nasal con agua no tratada. El caso encendió las alarmas
sobre la necesidad de conocer los peligros ocultos
tras el uso de agua del grifo en procedimientos domésticos
aparentemente inofensivos.
Naegleria fowleri: la ‘ameba devoradora de cerebros’ y cómo
infecta al ser humano
La Naegleria fowleri es un protozoo unicelular
microscópico, invisible a simple vista, que prospera en
aguas dulces templadas y cálidas como lagos, ríos,
estanques, e incluso sistemas de agua potable mal mantenidos. Esta
ameba no se halla en aguas saladas, pero sí puede multiplicarse en
cañerías, tanques de almacenamiento, calentadores de agua y
cualquier ambiente con agua estancada y caliente.

El modo de
infección ocurre cuando el agua contaminada entra en
las fosas nasales. La ameba avanza rápidamente por el
nervio olfatorio hacia el cerebro, donde destruye el tejido
cerebral causando inflamación severa. Un simple enjuague nasal o
una irrigación nasal improvisada con agua del grifo puede
introducir el microorganismo, especialmente en lugares donde el
tratamiento del agua no es riguroso o hay sedimentos
acumulados.
Los síntomas iniciales suelen aparecer entre dos y quince días
después de la exposición. Comienzan con dolor de cabeza, fiebre,
náuseas, vómitos y pueden avanzar a rigidez en el cuello,
confusión, alucinaciones y convulsiones. El deterioro es
fulminante, y la mayoría de las personas fallecen entre uno y
dieciocho días tras el inicio de los síntomas.
La tasa de supervivencia es mínima. De los más de 150 casos
reportados en Estados Unidos desde 1962, solo cuatro personas han
sobrevivido. El diagnóstico es complejo y debe realizarse en
laboratorios especializados, mientras que el tratamiento requiere
una combinación agresiva de fármacos antifúngicos y antibióticos
que rara vez evita un desenlace fatal.
Características
de la ameba y su hábitat
La Naegleria fowleri es termófila, lo que
significa que crece mejor en temperaturas elevadas, por encima de
los 25 grados Celsius. Se encuentra en el fondo de lagos, ríos y
estanques, sobre todo en periodos de calor intenso. También puede
prosperar en sistemas de agua no tratada, tanques de autocaravanas
o tuberías con mantenimiento inadecuado.
La presencia de cloro y otros desinfectantes en niveles
adecuados ayuda a frenar el desarrollo del microorganismo, pero en
sistemas donde el agua queda estancada o el tratamiento es
deficiente, la ameba consigue proliferar. El riesgo aumenta en
regiones con temperaturas altas prolongadas y corresponde tomar
medidas estrictas para evitar su ingreso al cuerpo.
Mecanismo de infección y síntomas de la meningoencefalitis
amebiana primaria
La infección únicamente se produce cuando el agua contaminada
sube por la nariz, nunca al beberla. El patógeno viaja directamente
al cerebro, donde se replica de forma explosiva. Los primeros
signos pueden confundirse con una infección viral común, pero en
cuestión de horas evolucionan a síntomas neurológicos graves.
Entre los signos iniciales se destacan el dolor de
cabeza severo, fiebre y alteraciones en el gusto u olfato.
Pronto surgen síntomas mayores como rigidez de nuca, confusión,
convulsiones, alucinaciones, pérdida del equilibrio y eventualmente
pérdida de conocimiento. La progresión es tan rápida que, incluso
con atención médica intensiva, la mayoría de los pacientes no
sobreviven.

Panorama
y letalidad de la infección: cifras y casos reportados
La meningoencefalitis amebiana primaria es una enfermedad
sumamente rara. Cada año se reportan menos de diez casos en Estados
Unidos, aunque la incidencia podría estar aumentando por el cambio
climático y las olas de calor más prolongadas.
En 2025, el caso de la mujer en Texas reavivó la atención
pública tras morir ocho días después de usar agua del grifo para un
lavado nasal, en un vehículo recreativo que almacenaba agua desde
hacía meses. Casos similares se han registrado en Florida y otros
estados del sur. La similitud es clara: todos los afectados
emplearon agua del grifo sin hervir o tratar apropiadamente para
irrigar sus fosas nasales.
Pese a la baja frecuencia, la tasa de mortalidad
sobrepasa el 97%. Esto hace que cada caso desencadene una
importante alerta sanitaria y educativa, ya que el pronóstico suele
ser devastador.
Riesgos de lavar la nariz con agua del grifo y
recomendaciones para la seguridad nasal
La irrigación nasal, práctica común para aliviar alergias y
congestión, puede resultar peligrosa si se utiliza agua del
grifo sin tratar. El riesgo reside en la posible presencia
de patógenos resistentes a niveles bajos de cloro, como la
Naegleria fowleri y otras bacterias. Incluso sistemas de agua
potable en buenas condiciones pueden permitir el paso de
microorganismos si se acumulan sedimentos o si el agua permanece
estancada en tanques o cañerías largas.
El lavado nasal se recomienda siempre con agua
destilada, esterilizada o hervida previamente durante al
menos un minuto y enfriada a temperatura ambiente. Este método
elimina cualquier organismo potencialmente dañino. Los riesgos se
multiplican en personas que utilizan agua almacenada durante mucho
tiempo, sobre todo en autocaravanas, cisternas o regiones sin
monitoreo constante de calidad del agua.
Microorganismos peligrosos presentes en el agua del grifo y
vías de contagio
El agua del grifo puede contener bacterias, virus y amebas
peligrosas, especialmente si el sistema de distribución no recibe
mantenimiento regular o no usa desinfectantes a niveles efectivos.
Estos microorganismos pueden sobrevivir en sedimentos, en biofilms
de tuberías y tanques.
La vía nasal es especialmente peligrosa porque permite el acceso
directo de estos patógenos al sistema nervioso central. A
diferencia del tracto digestivo, que puede neutralizar muchos
agentes infecciosos, la cavidad nasal carece de defensas
suficientes. De ahí que la ingesta de agua del grifo no representa
el mismo nivel de peligro, mientras que la irrigación nasal sí.
Prácticas seguras para la irrigación nasal y mantenimiento
de dispositivos
Para realizar una limpieza nasal segura con dispositivos como
neti pots o jeringas, es esencial usar únicamente
agua destilada, esterilizada o hervida y enfriada. Nunca debe
emplearse agua directamente del grifo. Además, los dispositivos
deben lavarse muy bien después de cada uso y secarse completamente
para evitar la proliferación de microorganismos en superficies
húmedas.
Renovar regularmente estos instrumentos también reduce el riesgo
de contaminación. Las personas con sistemas inmunológicos
debilitados tienen que extremar estas precauciones y evitar
prácticas nasales con agua en cualquier condición que no garantice
total esterilidad.
Conocer y aplicar estas recomendaciones protege la salud y evita
tragedias
como la ocurrida en Texas, recordando que un gesto cotidiano puede
tener consecuencias jamás imaginadas. Mantener la información
actualizada sobre los riesgos y las mejores prácticas es
responsabilidad de todos, sobre todo en épocas donde el calor y la
falta de mantenimiento en sistemas de agua favorecen la presencia
de organismos tan dañinos como invisibles.



