A menudo se dice que las mujeres sufren más
cuando una relación sentimental termina. Sin embargo, la ciencia
moderna muestra una realidad con más matices. Los estudios
recientes contradicen la idea de que el dolor depende solo del
género. Tanto hombres como mujeres sienten intensamente una
ruptura, pero la manera y el tiempo en el que enfrentan el duelo
varían.

Diferencias emocionales después de una ruptura: lo que
revela la ciencia
Las investigaciones de universidades como Humboldt y University
College London muestran que las mujeres experimentan
sufrimiento más intenso e inmediato al romper
una relación. Ellas sienten ansiedad, tristeza y rabia más
fuerte al principio, pero logran recuperación emocional más rápida.
Los hombres, en cambio, suelen reprimir emociones
y aparentar fortaleza. Sin embargo, la herida permanece oculta y
puede extenderse durante años. La biología y la química
cerebral juegan un papel clave. La respuesta hormonal y
los neurotransmisores afectan cómo cada persona procesa el
duelo.
Reacción inicial de
mujeres y hombres
Al terminar una relación, es común que las mujeres muestren sus
emociones con lágrimas, miedo y tristeza. Buscan comprender la
causa de la ruptura, hablan del tema y se apoyan en sus amistades.
Esta expresión emocional ayuda a liberar la
tensión interna. En contraste, los hombres parecen impasibles o
distraídos. Muchos optan por cambiar hábitos, salir o enfocarse en
el trabajo, pero esto rara vez desactiva el malestar interno. El
silencio puede aumentar la presión y el dolor porque no encuentran
vías sanas para expresar sus sentimientos. El
impacto emocional es real, aunque se manifiesta menos ante los
demás.
Recuperación
emocional a largo plazo
La tendencia es que las mujeres, tras expresar y procesar el
dolor, logran sanar en menos tiempo. Suelen
adquirir aprendizajes, redefinir límites y retomar el control sobre
su vida afectiva. La exposición y la conversación sincera favorecen
la reconstrucción interna. Por otro lado, los hombres pueden
retrasar la recuperación. El aislamiento, la falta de diálogo y el
miedo al qué dirán, influyen en una ansiedad
prolongada y, a veces, dificultades para establecer nuevas
relaciones. Esto no implica que ellos “sufran menos”, sino que
procesan el duelo de manera diferente y a otro ritmo.

Factores
sociales y culturales que afectan el duelo
El contexto social y los valores culturales afectan la manera en
que hombres y mujeres viven el duelo. La sociedad suele
permitir que las mujeres expresen dolor, mientras
que exige a los hombres ocultarlo. Estas expectativas pueden
complicar la forma en que ambos gestionan sus emociones y prolongar
el sufrimiento.
Redes de apoyo y
expresión emocional
La red de apoyo social marca la diferencia en
el proceso de recuperación. Las mujeres suelen acudir a amigas,
familiares o incluso grupos de ayuda. Conversar y compartir
experiencias les permite validar sus emociones y no sentirse solas.
Esta apertura facilita la adaptación a la nueva etapa. Los hombres,
por el contrario, tienden a aislarse. Buscan
resolver el conflicto solos, limitan el contacto con su red social
y comparten menos su vulnerabilidad. Esto puede generar un círculo
de soledad y retroalimentar su malestar.
El
peso de los estereotipos en la vivencia del duelo
Los estereotipos de género actúan como una
sombra sobre las emociones. Se espera que las mujeres sean
expresivas y activas en su duelo. Para los hombres, el mandato es
la fuerza, la autosuficiencia y la indiferencia aparente. Estos
roles sociales a veces bloquean la sanación interna, ya que impiden
aceptar y verbalizar el desgaste emocional. La presión social
complica la recuperación del hombre, ya que niega la importancia de
su dolor y pone en duda su masculinidad si lo expresa
abiertamente.
Es fundamental fomentar la empatía, la compasión y la
comprensión hacia quienes atraviesan una
separación. El dolor emocional es universal y
cada persona, sin importar su género, merece cuidado, respeto y
apoyo en la recuperación. Reconocer esto ayuda a romper mitos
infundados y promueve un enfoque más humano para atravesar el duelo
amoroso.



