#Salud: ¿Qué bebida es mejor para empezar el día y cuidar la salud?

0
253


El despertar diario tiene dos protagonistas: café y té. Estas

bebidas
atraviesan fronteras y culturas porque inspiran
rutinas, aportan energía y, según la ciencia, también pueden ser
aliadas del bienestar. En cualquier parte del mundo, hay quienes
defienden con pasión la intensidad del café y otros la calma del
té.

Café: energía rápida y más que cafeína

El café es el clásico despertador de muchas personas. Su
cafeína actúa casi como un interruptor. Al
bloquear la adenosina, un neurotransmisor que promueve el sueño, la
mente se siente más alerta y la sensación de fatiga disminuye. No
solo se trata de un efecto mental; el café puede mejorar la
concentración y la rapidez mental en cuestión de minutos tras su
consumo.

Pero el café ofrece más que solo un “empujón” de energía. En
cada taza se encuentran antioxidantes (como los
ácidos clorogénicos), que ayudan a proteger las células ante el
daño oxidativo. Además, hay pequeñas cantidades de
vitaminas del grupo B, potasio y magnesio.
Estudios recientes vinculan el café con una mejoría en el
estado de ánimo
por las mañanas, aporte a la prevención de
enfermedades cardiovasculares y hasta un menor riesgo de mortalidad
si se consume en la primera parte del día.

Cabe mencionar que el consumo excesivo puede provocar efectos no
tan deseados. Algunos experimentan ansiedad,
insomnio o sensación de nerviosismo si beben en
exceso. Además, el café sin filtrar puede elevar levemente los
niveles de colesterol. Los más sensibles a la cafeína, o quienes
consumen varias tazas al día, pueden notar molestias como
palpitaciones o acidez. Sin embargo, en la mayoría de personas
adultas sanas, una o dos tazas en la mañana pueden integrarse a un
estilo de vida saludable.

Foto Freepik

Té: suavidad y equilibrio en cada sorbo

El té, elaborado a partir de las hojas de la planta
Camellia sinensis, ofrece un despertar distinto,
más progresivo y equilibrado. Cada tipo de té (verde, negro,
oolong, blanco) contiene cafeína, pero en menor
concentración que el café. Su impacto en la energía es más suave;
muchos describen una sensación de “alerta
calmada
”.

Esto sucede en parte gracias a la L-teanina, un
aminoácido presente principalmente en el té verde
y el té negro, que modula la acción de la cafeína y favorece la
concentración relajada, sin causar somnolencia. El té verde se
destaca por su cantidad de polifenoles,
especialmente catequinas, que funcionan como
antioxidantes y ayudan a proteger el sistema cardiovascular. Este
tipo de té también se asocia a una reducción del estrés, ya que
ayuda a disminuir los niveles de cortisol. A largo plazo, algunos
estudios encuentran que el consumo habitual de té puede fortalecer
el sistema inmune y ayudar a la prevención de enfermedades
crónicas.

Las diferencias entre los tipos de té afectan tanto el sabor
como los efectos. El té negro tiene más cafeína
que el verde y puede favorecer la memoria y la función mental,
aunque sin la “sacudida” propia del café. El té blanco y el oolong,
más sutiles, son elegidos para quienes buscan una experiencia aún
más ligera pero igualmente rica en antioxidantes.

Te podría interesar:

Cada taza de té añade algo más que calor y sabor. Si bien se
habla tanto de té, muchas infusiones populares como la manzanilla o
el rooibos técnicamente no son té no contienen cafeína ni provienen
de la planta Camellia y aportan otros tipos de beneficios.

Comparación final: café y té para tu bienestar diario

¿Ambas bebidas aportan energía? Sí, pero con matices. El
café entrega un impulso inmediato y potente, ideal
para quienes necesitan arrancar rápido la jornada o mantenerse
enfocados en las primeras horas del día. Por el contrario, el
provee una activación gradual, una sensación de
equilibrio que resulta perfecta para quienes prefieren un despertar
progresivo y son sensibles a los estímulos fuertes.

Ambos están llenos de antioxidantes que
contribuyen al bienestar a largo plazo. El café, además de
estimular, podría ayudar a mejorar el ánimo. El té, sobre todo el
verde y negro, ayuda a mantener estable el ánimo y contribuye con
su efecto calmante. La variedad y la forma en la que se preparan
(con o sin azúcar, filtrados o no, solos o combinados) también
pesan en la balanza para la salud.

La moderación es clave sin importar la
elección. El contexto cultural y los hábitos juegan un papel
enorme: para algunos, prepararse un café o un té por la mañana es
un rito tan importante como el sabor mismo. Escuchar al propio
cuerpo sigue siendo el mejor consejo. Hay quienes toleran mejor una

bebida
que otra y cambian su café de la mañana por té en la
tarde, o viceversa, adaptando la rutina según lo que les sienta
mejor.

Finalmente, tomar café o té no es solo ingerir cafeína: es
regalarse un momento propio al comenzar el día, una pausa
consciente antes del movimiento diario. Observar el vapor de una
taza, oler el aroma fresco, sentir la calidez entre las manos, se
vuelve parte de ese ritual de autocuidado matutino.

¿Le resultó útil este artículo?



Source link