#Salud: probablemente no estés comiendo suficiente de estos alimentos esenciales

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La hipertensión arterial afecta a millones de personas en países
hispanohablantes y en todo el mundo. Se le llama el
“enemigo silencioso”
porque avanza sin síntomas claros
hasta que aparecen daños graves en el corazón, los riñones o el
cerebro. A pesar de que muchos ya han reducido su consumo de sal,
sigue habiendo algo que suele pasar desapercibido: la falta de
alimentos clave que contienen los nutrientes necesarios para
controlar la presión sanguínea.

Muchos casos de hipertensión
no mejoran sólo bajando el sodio, porque hacen falta más frutas,
verduras frescas, granos enteros y grasas saludables en la dieta.
Descuidar estos nutrientes puede ser igual de peligroso que el
exceso de sal. El resultado es una presión alta más difícil de
controlar y una mayor probabilidad de complicaciones
cardiovasculares.


Alimentos esenciales que suelen faltar en la dieta para
controlar la hipertensión

Para mantener la presión arterial estable, el cuerpo necesita
una cantidad suficiente de potasio,
calcio, magnesio y
omega-3. Estos nutrientes ayudan a relajar los
vasos sanguíneos, reducir la inflamación y mantener el ritmo
cardíaco regular. Sin embargo, la alimentación diaria moderna,
sobre todo en quienes consumen muchos alimentos procesados, suele
contener muy poco de estos componentes.

El potasio es crucial porque equilibra el sodio
en las células y reduce su efecto negativo sobre la presión
arterial. El magnesio relaja las paredes de los
vasos sanguíneos, permitiendo una mejor circulación y menor
resistencia. El calcio ayuda al sistema nervioso y
muscular a funcionar bien, incluida la capacidad del corazón para
latir con fuerza y regularidad. Los ácidos grasos
omega-3
son conocidos por mejorar la flexibilidad arterial
y reducir la inflamación interna, favoreciendo niveles de presión
estables.

Frutas y
verduras ricas en potasio y magnesio

Las frutas y las verduras son una mina de oro para quienes
buscan controlar la hipertensión. Destacan aquellas con alto
contenido en potasio, como el plátano, el aguacate
y la remolacha. El plátano se digiere fácil y ofrece potasio en
cada bocado. El aguacate no sólo suma potasio, sino también grasas
buenas que benefician al corazón. La remolacha, gracias a sus
nitratos, favorece la producción de óxido nítrico, que relaja los
vasos sanguíneos y ayuda a disminuir la presión.

Se debe añadir también la espinaca, que aporta tanto potasio
como magnesio, dos minerales que colaboran en la relajación
muscular y vascular. Consumir espinaca fresca o ligeramente cocida
en las comidas puede marcar la diferencia en el control diario de
la presión arterial. No hay que olvidar otros ejemplos como los
cítricos, las uvas y los frutos rojos, ricos en antioxidantes que
protegen la salud cardiovascular.

Granos
integrales y legumbres: fuente de minerales reguladores

Frente a los granos refinados, los cereales
integrales
y las legumbres ofrecen mucho
más que energía. La avena y el arroz integral, por ejemplo,
contienen fibra, magnesio y otros minerales que bajan los niveles
de presión y ayudan a mantener la saciedad, lo que facilita
mantener un peso saludable. Las legumbres como los garbanzos y las
lentejas aportan magnesio, potasio, fibra y proteínas, sin el
exceso de sodio presente en muchas comidas preparadas.

Estos alimentos ayudan también a reducir el colesterol malo y
estabilizar la glucosa en sangre, aspectos que influyen de forma
indirecta en la salud vascular. Hacer pequeños cambios, como
sustituir el pan blanco por pan integral o incluir una porción de
lentejas en la semana, puede ser suficiente para notar mejoras.

Foto Freepik

Pescados
grasos y aceites naturales: omega-3 y grasas buenas

Los pescados azules como el salmón, el atún o
la caballa aportan los famosos ácidos grasos omega-3, aliados
potentes en la lucha contra la hipertensión. Estas grasas mantienen
las arterias flexibles y reducen el riesgo de inflamación, dos
factores clave en la prevención de enfermedades
cardiovasculares.

Junto a los pescados, los aceites vegetales como el de oliva
extra virgen, así como las nueces y las semillas (chía, lino,
girasol), también enriquecen la dieta con grasas saludables,
antioxidantes y minerales. Incluirlas a diario puede contribuir a
una presión arterial estable y proteger la función cardíaca a largo
plazo.

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Exceso de sodio y abandono de alimentos ultraprocesados: el
verdadero reto para el control de la hipertensión

El consumo de alimentos ultraprocesados y
preparados industrialmente representa uno de los mayores obstáculos
para una dieta enfocada en controlar la hipertensión. Estos
productos suelen abundar en sodio, grasas saturadas y azúcares
añadidos, desplazando alimentos frescos y naturales ricos en los
nutrientes antes mencionados.

El exceso de sodio causa retención de líquidos y aumenta la
presión en las paredes de los vasos sanguíneos. Cuando se combina
con una dieta pobre en potasio, magnesio y calcio, el resultado
suele ser presión alta resistente a los tratamientos
habituales.


Principales fuentes ocultas de sodio y su efecto en la
presión arterial

Muchos alimentos industrializados esconden más sal de la que
parece. Embutidos (jamón, chorizo, salchichas), sopas envasadas,
pan industrial, productos de panadería, quesos procesados y comidas
listas para calentar son algunos ejemplos. Estos productos cargan
el organismo de sodio “silencioso”, sustituyendo a las
opciones frescas y naturales, y dificultando el
buen control de la presión arterial.

El consumo excesivo de estos alimentos facilita que la sal
supere rápidamente los límites saludables, incluso en personas que
evitan agregar sal de mesa. Además, el abuso de estos alimentos
reduce el espacio disponible en la dieta para frutas, verduras y
alimentos reales.


Consejos nutricionales para priorizar alimentos frescos y
naturales

Dar prioridad a los alimentos frescos y mínimos
envasados
puede transformar la salud de quienes viven con

hipertensión
. Es recomendable preparar comidas en casa usando
verduras frescas, frutas, cereales integrales, y pescado. Utilizar
hierbas y especias naturales para dar sabor, en vez de salsas
procesadas, ayuda a reducir el sodio sin sacrificar el gusto.

También vale la pena elegir productos lácteos bajos en grasa y
preferir legumbres y frutos secos como colación diaria. Si no se
puede evitar el pan o cereales, buscar las versiones integrales y
con menos sal añadida es una excelente manera de aportar fibra y
minerales esenciales.

Integrar pequeñas porciones de nueces, semillas y aceite de
oliva en las comidas aporta grasas saludables sin el exceso de
calorías ni la sal de los snacks industriales. Optar por pescado
graso unas dos o tres veces por semana añade omega-3 con efecto
antiinflamatorio.

Una reducción lenta y constante de alimentos ultraprocesados
permite cambiar hábitos y facilita el control de la presión sin
sentir restricciones extremas.

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