#Salud: ¿Por qué vomitamos después de beber mucho alcohol?

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El vómito tras consumir alcohol en exceso es una de las
reacciones que más asustan y desconciertan, pero en realidad es una
defensa fisiológica. El cuerpo reconoce el alcohol como una
sustancia potencialmente peligrosa y despliega mecanismos para
limitar su daño. Desde el primer trago, el organismo se prepara y,
cuando la cantidad resulta excesiva, las alarmas suenan,
orquestando procesos que llevan a vomitar con el objetivo de
proteger la salud.

Cómo
afecta el alcohol al cuerpo y desencadena el vómito

El
alcohol
impacta profundamente en el cuerpo. Al
llegar al estómago actúa como un irritante
gástrico
. Esto significa que puede inflamar la mucosa del
estómago, favorecer la producción de ácidos y provocar molestias
casi inmediatas, sobre todo si el consumo es rápido y no hay comida
en el estómago. Todo este proceso envía señales al sistema nervioso
central, activando el reflejo del vómito para
intentar expulsar la sustancia.

El organismo convierte el alcohol en otros compuestos a través
del metabolismo hepático. El hígado transforma el
etanol en acetaldehído, una sustancia todavía más
tóxica que el propio alcohol. El acetaldehído circula por la sangre
y actúa sobre el cerebro y otros órganos, causando malestar,
náuseas intensas y, eventualmente, vómitos.

No solo el estómago se ve afectado. El alcohol interrumpe la
función de los neurotransmisores en el
sistema nervioso central, como la
serotonina, que juega un papel clave en el control
del vómito, y la dopamina, involucrada en las sensaciones de
recompensa y placer, pero que también puede aumentar la propensión
al vómito cuando se alteran sus niveles.

Irritación
gástrica y mecanismos de defensa

Al ingresar al organismo, el alcohol se
comporta como un potente irritante en el tracto
digestivo. La mucosa gástrica, que cubre el estómago, sufre
inflamación y aumenta la producción de jugos
gástricos. Cuando esta combinación de ácido y mucosa inflamada
alcanza cierto umbral, el cuerpo responde activando el reflejo del
vómito. No es solo una reacción incómoda; es una
medida de seguridad para expulsar rápidamente el exceso de alcohol
y minimizar su absorción, limitando así los daños de sustancias
nocivas.

Este mecanismo es efectivo, pero nada agradable. Puede
compararse con una alarma de humo en el hogar: incómoda, molesta,
pero esencial para proteger lo que más importa, en este caso la
salud interna. Cuando el organismo detecta que los niveles de
tóxicos suben, utiliza el vómito para intentar
recuperar el equilibrio perdido.

El papel del
cerebro y los neurotransmisores

El cerebro desempeña un papel decisivo en el control del
vómito. En una región llamada bulbo
raquídeo
residen los núcleos que conforman el centro
del vómito
. Cuando el cuerpo percibe las señales de
toxicidad, como exceso de alcohol o presencia de acetaldehído, los
nervios del estómago y otras partes del cuerpo transmiten señales
al cerebro.

Ahí entran en acción los neurotransmisores como
la serotonina y la dopamina.
Niveles alterados de estos compuestos pueden dar la orden de
activar el reflejo emético. La serotonina,
especialmente, es liberada en grandes cantidades cuando el
organismo enfrenta tóxicos, intensificando las náuseas. Por eso, la
sensación de tener las emociones y el estómago “revueltos” tras una
borrachera fuerte no es casualidad. Todo está ligado a la reacción
del sistema nervioso central ante el desequilibrio
que genera el alcohol.

Foto Freepik

Metabolismo
hepático y compuestos tóxicos

Cuando el alcohol llega al hígado, se inicia un proceso
metabólico donde la enzima alcohol deshidrogenasa lo
transforma en acetaldehído. Este metabolito es
hasta 30 veces más tóxico que el etanol. Si el hígado no consigue
eliminarlo rápido, se acumula en la sangre, provocando síntomas
como calor, enrojecimiento y, sobre todo, un intenso malestar.

El metabolismo ineficiente aumenta la
toxicidad, dando lugar a un ciclo peligroso:
cuanto más acetaldehído, más probable es que el cuerpo intente
expulsar el alcohol a través del vómito. Las
personas con diferencias genéticas en las enzimas hepáticas tienden
a vomitar con mayor facilidad o presentan síntomas más graves de
intoxicación.

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Consecuencias y prevención del vómito tras el consumo
excesivo de alcohol

Vomitar después de beber no es solo desagradable. Tiene
consecuencias directas para la salud. El cuerpo pierde agua y
nutrientes esenciales en cada episodio, incrementando el riesgo de
complicaciones, desde deshidratación hasta
problemas más serios como la aspiración de vómito a los pulmones.
Por eso, es fundamental saber cómo prevenir situaciones de riesgo y
cuidar el cuerpo después de un episodio de vómito vinculado al
alcohol.

Efectos
secundarios: deshidratación y riesgos para la salud

Tras el vómito, el organismo experimenta una
rápida pérdida de líquidos y sales minerales. La
deshidratación aparece rápido, afectando la
función renal, el equilibrio de la presión arterial y el
rendimiento mental. Además, la falta de nutrientes puede acelerar
la malnutrición, sobre todo si los episodios se
repiten y la dieta no es adecuada.

Un peligro grave es la neumonía por aspiración.
Cuando la persona vomita y parte del contenido gástrico pasa
accidentalmente a las vías respiratorias, puede inflamarse el
pulmón, lo que pone en peligro la vida. El riesgo se multiplica si
la persona está inconsciente o bajo los efectos del alcohol, pues
los reflejos de protección están deprimidos.

Prevención y
cuidado tras vomitar por alcohol

Después de un episodio de vómito es clave enfocarse en la
rehidratación. Tomar agua a pequeños sorbos y
consumir soluciones con sales puede ayudar a reponer líquidos y
sales perdidas. El descanso también es necesario:
el cuerpo necesita tiempo para recuperarse y limpiar los restos de
tóxicos que aún circulan por la sangre.

Si aparecen síntomas persistentes como dolor intenso, sangrado,
dificultad para respirar o fiebre, es imprescindible buscar
atención médica de inmediato. Escuchar las señales
del cuerpo y actuar rápido puede marcar la diferencia.

Promover el consumo responsable es la mejor
forma de evitar problemas con el alcohol.
Conocer los propios límites, no mezclar bebidas y comer algo antes
de beber reduce mucho los riesgos. Cuidar la cantidad, la rapidez y
la frecuencia del consumo ayuda a que los festejos no terminen con
complicaciones.

Comprender cómo reacciona el cuerpo, aprender a escuchar sus
alertas y tomar decisiones informadas fortalece la salud y el
bienestar, permitiendo disfrutar la vida sin exponerse a
situaciones de peligro.

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