#Salud: ¿Por qué subir escaleras te deja sin aliento incluso si estás en forma?

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Muchos creen que un buen estado físico equivale a subir
escaleras sin esfuerzo. Sin embargo, hasta deportistas avanzados
pueden notar cómo sus pulsaciones suben y la respiración se vuelve
difícil cuando enfrentan varios escalones. Esta reacción sorprende
porque parece contradecir lo que se espera de un cuerpo entrenado.
En realidad, el secreto está en cómo responde el organismo a esta
exigencia tan concreta y en la actividad particular que
requiere.

La demanda
física única al subir escaleras

Subir escaleras
exige mucho más de lo que aparenta. El cuerpo realiza un esfuerzo
que va más allá de caminar o trotar en llano, porque el trabajo es
completamente vertical. Superar la gravedad para
elevar el cuerpo provoca que los músculos de las piernas y los
glúteos requieran más energía y oxígeno en menos tiempo. Los
latidos aceleran y el consumo de aire se dispara porque los
músculos solicitan un abastecimiento urgente de oxígeno para
mantener el ritmo.

Este movimiento vertical activa fibras y sistemas energéticos
que, en la mayoría de las personas, no se entrenan con la misma
regularidad que en ejercicios prolongados como correr o nadar. Por
eso, aunque un corredor desarrolle buena resistencia, puede llegar
a notar ahogo al subir varios pisos sin descanso. El cuerpo se
esfuerza por equilibrar la demanda cardiovascular
y mantener el suministro de energía, cambiando el metabolismo para
enfrentar la actividad explosiva.


Fibras musculares de contracción rápida: protagonistas del
esfuerzo

Al subir escaleras se reclutan preferentemente las fibras
musculares de contracción rápida. Estas fibras
tienen gran potencia pero se agotan rápido. Son muy distintas a las
fibras lentas, que dominan en el ejercicio aeróbico de larga
duración. Por eso, el cansancio y el ahogo llegan rápido, aun
cuando hay buena condición física.

Las fibras rápidas consumen energía almacenada de manera intensa
y generan sustancias de desecho como el ácido láctico, lo que causa
fatiga muscular y una sensación inmediata de agotamiento. El cuerpo
pide más oxígeno y a mayor velocidad, haciendo que la respiración
se acelere de manera notable.

El
sistema de energía de fosfágeno y la fatiga rápida

Cuando se suben escaleras, el organismo recurre principalmente
al sistema energético anaeróbico de fosfágeno.
Este sistema utiliza ATP y creatina fosfato almacenados en el
músculo, pero dichos recursos son limitados y se agotan en
segundos. Por eso, la potencia disminuye rápido y aparece la
sensación de falta de aire. El cuerpo necesita tiempo para
recuperar estas reservas y debe recurrir a otros procesos más
lentos, lo que intensifica la percepción de agotamiento.

El metabolismo anaeróbico también genera productos de desecho
que no pueden eliminarse tan eficientemente, elevando la fatiga y
obligando a reducir el ritmo.

Foto Freepik

Factores
individuales y adaptación a la actividad

Cada persona vive el reto de subir escaleras de forma distinta.
La genética, la edad, la salud y hasta el estado de ánimo marcan
diferencias claras en la capacidad de soportar este esfuerzo
físico.

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Factores
fisiológicos, genéticos y salud general

La oxigenación y la capacidad pulmonar dependen
mucho de la genética y la historia médica familiar. Personas con
tendencia a enfermedades respiratorias o cardiovasculares pueden
notar antes la falta de aire. La edad juega un rol porque con el
tiempo se reduce la eficiencia tanto muscular como pulmonar, y
ciertos cuadros médicos como anemia, asma o insuficiencia cardíaca
influyen de forma decisiva.

El corazón y los pulmones, si no están acostumbrados a una
demanda intensa y breve, presentan dificultad para responder a las
exigencias repentinas de subir escaleras, aunque el estado físico
general sea bueno.

Importancia
del entrenamiento específico para subir escaleras

El cuerpo se adapta de forma sorprendente a cada estimulación,
pero necesita de práctica regular. Los que no
suben escaleras con frecuencia, aunque corran o monten bicicleta,
quizás no han acostumbrado sus músculos y sistemas energéticos a
este tipo de reto. La mejora real viene de incorporar ejercicios de
fortalecimiento de piernas y subidas de escalera a la rutina.

El entrenamiento específico ayuda a mejorar la
capacidad muscular y la resistencia cardiovascular dirigida al
esfuerzo vertical. Así, las fibras rápidas aumentan su resistencia
y los sistemas energéticos se vuelven más eficientes, disminuyendo
la fatiga y la sensación de ahogo.

Influencia
de la respiración y el estado emocional

El modo de respirar cambia mucho durante el
esfuerzo intenso. Si la respiración es superficial o rapidísima, la
oxigenación disminuye. Practicar técnicas de respiración profunda y
consciente ayuda a mejorar el rendimiento y a reducir la sensación
de ahogo.

El estrés y la ansiedad
agravan la percepción de fatiga. El sistema nervioso reacciona
produciendo síntomas como el aumento de pulso y falta de aire.
Aunque la capacidad física sea buena, un estado mental alterado
puede amplificar el esfuerzo experimentado y generar incomodidad al
subir
escaleras
.

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