#Salud: ¿Por qué sentimos tanta hambre después de nadar?

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Factores
fisiológicos que aumentan el apetito después de nadar

Distintas funciones del cuerpo se ponen en marcha cuando se
nada, lo que dispara el hambre casi de inmediato al salir del agua.
Mantener el calor corporal, activar hormonas del apetito o reponer
energía son solo algunos de los procesos implicados.

Termorregulación en el
agua

El cuerpo humano trabaja de más para mantener su
temperatura interna cuando se sumerge en agua más
fría que la piel. A diferencia de otros deportes, el agua acelera
la pérdida de calor y obliga al organismo a gastar más
energía solo para no sentirse frío. Esta demanda
energética adicional se traduce en un mayor gasto calórico, lo que
incrementa el deseo de reponer lo perdido mediante la comida.

El agua, incluso pocos grados más baja que la temperatura
corporal, puede hacer que el cuerpo pierda calor rápidamente. Esa
batalla interna demanda calorías extra desde el primer minuto, y el
resultado es un apetito notable justo al terminar la sesión.

Hormona grelina y señal
de hambre

Durante la natación, la actividad física aeróbica favorece la
liberación de grelina, conocida como la hormona
del hambre. Esta sustancia se sintetiza en el estómago y viaja al
cerebro para indicar que es hora de comer. La grelina trabaja
rápido, sobre todo después de largos periodos de actividad; por eso
la sensación de hambre puede parecer repentina e intensa.

En sesiones de mayor intensidad o duración, este mensaje
hormonal es aún más marcado. Incluso mientras el cuerpo sigue
recuperándose, la grelina prepara al sistema digestivo para recibir
energía fresca.

Depleción de
glucógeno y uso de reservas

La natación es un deporte que exige glucógeno,
el principal combustible que almacenan los músculos y el hígado.
Tras una sesión intensa, los depósitos de glucógeno bajan de forma
considerable. El organismo detecta esa carencia y busca comida para
llenarlos de nuevo.

Este agotamiento de reservas no solo provoca hambre física.
También puede derivar en sensación de fatiga y bajones de ánimo si
no se compensa adecuadamente.

Deshidratación
y confusión entre sed y hambre

Mientras se nada, la pérdida de líquidos se produce por la
respiración y el sudor, aunque no
siempre se perciba por estar rodeado de agua. El cerebro tiene
áreas muy cercanas para controlar el hambre y la sed, así que la
deshidratación puede disfrazarse de hambre real.

Si no se bebe suficiente agua antes y después de
nadar
, es probable que el organismo pida comida cuando en
realidad necesita agua. Esta confusión es especialmente frecuente
en quienes entrenan durante largos periodos.

Foto Freepik

Cómo gestionar
el hambre post‑nado

Adoptar buenas prácticas antes y después de cada sesión puede
marcar la diferencia entre sentirse satisfecho y caer en excesos.
Al planificar la nutrición, la hidratación y la calidad de los
alimentos elegidos, se puede controlar el apetito sin limitar el
rendimiento ni la recuperación.

Nutrición antes de la
sesión

Comer algo ligero antes de nadar es clave para
rendir mejor y evitar un bajón de energía en mitad del ejercicio.
Una combinación de carbohidratos de absorción
rápida
y un poco de proteína ayuda a
mantener estables los niveles de glucosa.

Un ejemplo práctico: una fruta como plátano, acompañada por un
puñado de nueces o almendras, unos 30 a 45 minutos antes de entrar
al agua. Así, el cuerpo tendrá disponible suficiente energía sin
sentirse pesado.

Repostar glucógeno y
proteína después

Después de nadar, el objetivo principal es recuperar
glucógeno
y aportar proteína de calidad
para reparar el músculo. Lo ideal es aprovechar la primera hora
post-ejercicio para ingerir una comida o merienda balanceada.

Te podría interesar:

Combinaciones como arroz integral con pollo, yogur natural con
granola, o una tostada de pan integral con atún ayudan a reponer
energía y favorecen la recuperación muscular.

Elección de alimentos
saciantes

Optar por alimentos ricos en fibra y grasas
saludables prolonga la sensación de saciedad y ayuda a regular la
grelina. El aguacate, las semillas (como chía o lino), las frutas y
los pescados grasos (como el salmón) brindan nutrientes que regulan
el apetito y evitan picos de hambre.

Incluir estos alimentos facilita controlar la ingesta y mantener
el peso adecuado, sin sacrificar el placer de comer tras una sesión
acuática.

Mantener una hidratación
adecuada

Beber agua antes de nadar, tomar pequeños
sorbos durante los descansos y rehidratarse bien al terminar
minimiza el riesgo de confundir hambre con sed. Una buena
hidratación favorece la función muscular y acelera la
recuperación.

La sensación de boca seca, cansancio o incluso dolor de cabeza
tras nadar suelen deberse más a falta de líquido que de comida.

Errores
comunes y mitos sobre el apetito al nadar

El hambre tras una sesión de natación ha dado pie a varios
mitos. Desmentir estas ideas falsas ayuda a tomar decisiones más
informadas.

Creer
que el ejercicio suprime siempre el apetito

No todos los deportes afectan igual el hambre. Hay quien piensa
que el ejercicio reduce el apetito, pero en natación, el efecto
varía mucho. Factores como la intensidad, duración
y temperatura del agua modifican la respuesta del cuerpo: algunos
nadadores salen sin hambre, otros sienten ganas de arrasar con la
nevera. Cada organismo reacciona a su manera.

Compensar con
comidas altas en calorías

Es fácil caer en la tentación de premiarse con alimentos muy
calóricos tras nadar, desde bollería hasta frituras. Esta costumbre
puede anular los beneficios del ejercicio y sumar calorías
innecesarias. La mejor opción pasa por porciones moderadas y
alimentos que aporten energía y nutrientes de forma equilibrada,
sin excesos.

Ignorar la señal de hambre
real

Saltarse la recuperación alimenticia o ignorar la verdadera
hambre puede afectar el rendimiento físico en próximas sesiones.
Atender las señales del cuerpo y recuperar energía con alimentos de
calidad ayuda a favorecer la reparación muscular y
previene déficits que terminan pasando factura.

Nadar
despierta el apetito por varias causas, pero entenderlas permite
aprovechar al máximo cada sesión en la piscina y mantener un
balance saludable en la alimentación diaria. Con un enfoque
consciente y práctico, el hambre post-nado puede transformarse en
una aliada del bienestar.

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