¿Alguna vez te has sorprendido a ti mismo hablando con un bebé
en un tono agudo, lleno de risas o frases exageradas? Aunque
parezca extraño, este comportamiento es universal y tiene
sus razones. Lejos de ser una simple “tontería”, la manera
en que hablamos con los bebés cumple un propósito importante para
su desarrollo emocional, cognitivo y social.
El poder del
tono y la conexión emocional
Cuando interactuamos con un bebé, suele ser de forma más
efusiva y exagerada. Este tono especial no solo
capta su atención, sino que también fortalece el vínculo emocional.
Los
bebés no entienden las palabras desde el principio, pero sí
reconocen el tono y las emociones detrás de ellas. Hablarles en
tono cariñoso y alegre genera seguridad emocional,
algo esencial en sus primeros meses de vida.
Además, los estudios han demostrado que usar un tono calmado y
constante puede ayudar a reducir su ansiedad. Por el contrario, un
tono confuso o irónico puede generar inseguridad e impactar
negativamente en su aprendizaje.
Lenguaje exagerado,
cerebro en acción
Cuando usamos este “lenguaje infantilizado”, estamos en realidad
estimulando el cerebro del bebé. Su cerebro funciona como una
esponja, creando nuevas conexiones con cada interacción. Este tipo
de comunicación exagerada, conocido como “habla dirigida a los
niños” o infantilización del lenguaje, tiene un
efecto positivo en su comprensión y capacidad de respuesta. Las
palabras claras y articuladas activan más conexiones neuronales que
las frases vagas o mal pronunciadas.
Al adoptar un lenguaje más dinámico, estamos ayudando a
formar la base del aprendizaje del lenguaje en el
bebé, mientras fomentamos su capacidad de interpretar tanto
palabras como gestos.
¿Es
malo parecer “tonto” al hablarles?
Es común que algunos adultos piensen que al hablarles así,
podríamos estar subestimando a los bebés o
tratándolos como si fueran menos inteligentes. Sin embargo, lo
importante no es cuánto “simplificamos” las palabras, sino la
intención y la claridad detrás de ellas. En lugar de usar palabras
complicadas o confusas, los adultos tendemos a elegir frases
sencillas, repetirlas, y acompañarlas con expresiones faciales.
Esto no significa que los bebés sean “tontos”. Muy al contrario,
son increíblemente observadores y tienen una capacidad innata de
aprendizaje. Pueden captar emociones, intenciones y patrones en lo
que decimos y hacemos. Incluso antes de hablar, ya están
interpretando el mundo a través de las interacciones.

Cómo
hacerlo bien: consejos para hablar con un bebé
Es importante encontrar un equilibrio entre ser expresivos y
proporcionar un modelo de lenguaje claro. Aquí van algunos consejos
prácticos:
Habla claro y despacio: alargar las palabras y
pronunciarlas correctamente mejora su comprensión.
Evita mensajes contradictorios o irónicos:
aunque no entiendan las palabras, los bebés detectan la
inconsistencia en el tono y las emociones.
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Descripción constante: narrar actividades
diarias como “Vamos a ponerte el suéter” no solo ayuda al bebé a
conectar palabras con acciones, sino que también refuerza un
ambiente de comunicación constante.
Combinación de palabras y gestos: los bebés
aprenden mejor cuando combinamos expresiones faciales y gestos
junto a las palabras.
Desarrollo
cognitivo y las palabras que usamos
Las palabras no son solo sonidos que el bebé escucha; también
afectan su imagen personal y su desarrollo general. Usar frases
positivas como “eres muy listo” o “vamos a intentarlo juntos”
fortalece su
autoestima y lo motiva a explorar su entorno. Sin embargo,
frases negativas como “eres tonto” o “no puedes hacerlo” pueden
dejar una huella emocional que influya en su conducta y
confianza.
Ofrecer un lenguaje variado y rico no solo aumenta su
vocabulario, sino que también lo prepara para futuros retos
académicos y sociales. Aunque sean pequeños, los niños
entienden mucho más de lo que creemos.
Los
gestos y el lenguaje no verbal fortalecen el lazo
Cuando interactuamos con bebés solemos exagerar las sonrisas y
usar tonos musicales. Esto no ocurre sin motivo. Estudios han
mostrado que los gestos y el lenguaje no verbal
son fundamentales para captar su atención. Cada movimiento refuerza
y complementa lo que decimos, ayudando al bebé a relacionar
palabras con emociones y acciones.
Más allá del
bebé: nuestra respuesta natural
Curiosamente, este comportamiento no solo está diseñado para
apoyar al bebé, sino que también es una respuesta biológica de los
adultos. Ver un rostro pequeño y redondeado o escuchar sonidos
balbuceantes activa en nuestro cerebro una respuesta instintiva de
protección y ternura. Así, exageramos las palabras
y gestos porque estamos emocionalmente conectados con ellos, ¡es
algo que no podemos evitar!
Hablar “como tontos” no es un signo de inmadurez, sino parte de
la conexión humana. Este intercambio genuino y especial entre
adultos y bebés tiene
beneficios para ambas partes, fortaleciendo el vínculo y asegurando
que el pequeño crezca sintiéndose seguro y amado. Sin duda, una
forma de comunicación llena de propósito y significado.