#Salud: Orinar sentado o de pie ¿qué es mejor para la próstata?

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El debate sobre si es mejor orinar sentado o de pie supera la
simple rutina diaria. Para muchos hombres, esta decisión parece
trivial, pero esconde dudas y opiniones sobre salud, comodidad e
incluso higiene. ¿Puede la postura realmente afectar la
salud de la próstata?
Entender cómo y por qué elegimos una
postura puede ayudar a prevenir molestias, mejorar la calidad de
vida y, en ciertos casos, orientar hacia hábitos más
saludables.

Implicaciones
clínicas y científicas de la postura al orinar

Diversos estudios han mostrado que la forma en la que se orina
tiene efectos medibles sobre la función urinaria, pero estos
resultados varían según la condición prostática de cada hombre.
Cuando se trata de hombres con próstata normal y sin síntomas, la
evidencia asegura que no hay diferencias
significativas
entre orinar sentado o
de pie. La elección depende de la comodidad personal, sin impacto
directo en la salud prostática.

Para aquellos que experimentan agrandamiento de la próstata o
síntomas del tracto urinario inferior, las cosas cambian. La
evidencia clínica indica que adoptar la postura sentada
puede facilitar un vaciamiento más completo
de la vejiga y
reducir la presión a la que se somete la próstata y los músculos
pélvicos. Esto puede traducirse en menos molestias, menor volumen
residual de orina e, incluso, reducción de infecciones urinarias
secundarias.

Vaciado vesical y salud
urinaria

El vaciado insuficiente de la vejiga puede convertirse en una
puerta de entrada a infecciones urinarias y molestias crónicas.
Aquí, la postura juega un papel esencial. Sentarse al orinar
permite una mayor relajación de los músculos del suelo
pélvico
, lo que puede facilitar que la vejiga se vacíe por
completo. En hombres con síntomas prostáticos, esto evita que
queden residuos de orina, que podrían convertirse en caldo de
cultivo para bacterias.

Al contrario, al orinar de pie, algunos hombres con obstrucción
prostática muestran un flujo más débil, intermitente o desviado, lo
que puede dificultar el vaciado y aumentar el riesgo de
infecciones. La evidencia señala que la postura sentada
disminuye el volumen residual
y aporta claros beneficios
en estos casos.

Flujo urinario y
esfuerzo muscular

La diferencia entre orinar sentado o de pie también afecta el
flujo urinario y la necesidad de hacer esfuerzo. De pie, los
músculos pélvicos suelen mantenerse más activos para sostener la
postura, mientras que sentarse permite una relajación mayor,
haciendo que el flujo sea más constante y menos
forzado
en personas con hiperplasia prostática.

Esta relajación muscular puede evitar la sensación de vaciado
incompleto, el molesto goteo tras la micción y el cansancio que
aparece tras reiterados intentos de vaciar la vejiga. Aunque para
hombres saludables la diferencia es poca, quienes experimentan
síntomas agradecerán ese alivio proporcionado por la postura
sentada.


Consideraciones en hombres sanos frente a quienes presentan
síntomas prostáticos

Para los hombres sin ninguna molestia, un flujo urinario normal
y una próstata de tamaño habitual, la postura no modifica
la función prostática o urinaria
. Ni de pie ni sentado se
relacionan con afecciones o beneficios directos. Por tanto, la
decisión puede ser tomada según el entorno, los hábitos personales
o tan solo por preferencia.

Sin embargo, en quienes ya notan disminución del flujo,
sensación de vaciado incompleto, urgencia frecuente o molestias al
orinar, la postura gana relevancia. Sentarse puede ser una
estrategia práctica para mitigar síntomas, ayudar a la
relajación muscular
y favorecer un vaciado más completo.
El apoyo médico siempre es clave para descartar afecciones
mayores.

Foto Freepik

Factores
culturales, de higiene y su impacto en la vida diaria

Las costumbres sobre cómo orinar varían notablemente en función
del país, la educación y la generación. Lo que en un lugar se
considera normal, en otros puede ser motivo de debate o
incluso de bromas.
Sin embargo, más allá del aspecto
cultural, elegir sentarse al orinar puede tener una repercusión
clave en la higiene y en la prevención de ciertas infecciones.

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Higiene y reducción de
riesgos

Uno de los argumentos más repetidos a favor de orinar sentado se
orienta hacia la higiene. Al sentarse sobre el
inodoro se reducen de manera clara las salpicaduras, manteniendo
más limpio el baño y disminuyendo la dispersión de gérmenes en el
entorno. Esto toma especial relevancia en baños públicos o en
viviendas compartidas.

Además, una menor contaminación exterior equivale a menos
probabilidades de contraer infecciones, tanto para
el propio usuario como para quienes comparten el baño. El hecho de
evitar salpicaduras también reduce olores desagradables y la
necesidad constante de limpieza.

Diferencias
culturales y hábitos sociales

Las estadísticas muestran que en países del norte de Europa y
Asia, sentarse al orinar es frecuente y socialmente
aceptado
, mientras que en el sur de Europa y América
Latina, predomina la postura de pie entre los hombres, al menos
hasta cierta edad.

En España, aproximadamente un 14% de los hombres orinan sentados
siempre y un 20% lo hace la mayoría de las veces, cifras que
aumentan con la edad, probablemente por motivos de
comodidad y salud.
En contraste, países como Japón han
adoptado políticas activas para promover la micción sentada en
espacios públicos, priorizando la limpieza y la prevención de
infecciones.

Estos datos demuestran que la postura al
orinar
también está influida por lo aprendido, las normas
sociales y el grado de apertura a cambiar costumbres en beneficio
de la higiene.

Estilos
de vida y recomendaciones para la salud prostática

Más allá de la postura, la salud prostática está estrechamente
relacionada con el estilo de vida. Dietas ricas en
vegetales, evitar grasas animales y carnes procesadas, moderar el
consumo de alcohol y tabaco, junto con una rutina regular de
ejercicio físico, se asocian con menor riesgo de enfermedades
prostáticas y menor incidencia de síntomas urinarios.

El sedentarismo, el sobrepeso y la retención frecuente de la
orina pueden aumentar el riesgo de hiperplasia prostática y
complicaciones acompañantes
. Los expertos insisten en la
importancia de revisiones médicas periódicas, especialmente a
partir de los 45-50 años.

Mantenerse alerta ante cambios en el patrón urinario, molestia
al orinar o alteraciones en el flujo puede ser clave para detectar
a tiempo problemas y abordarlos con éxito.

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