Elon Musk no pasa desapercibido cuando lanza advertencias sobre
el futuro. Y Hace poco, en un evento mundial de tecnología, soltó
una frase que dejó al público frío: “La próxima sequía no será de
agua, será de algo aún más importante para los humanos”.
Hoy, la preocupación dejó el terreno de la ciencia ficción para
convertirse en tema urgente. ¿Estamos preparados para una escasez
?
La
era de la inteligencia artificial y el hambre de
energía
La inteligencia artificial (IA) avanza a pasos agigantados Y Las
empresas buscan modelos más potentes y rápidos, entrenando sistemas
capaces de realizar tareas que hace unos años parecían imposibles.
Todo ese proceso consume una brutal cantidad de
electricidad.
El propio Musk advierte que el crecimiento de la IA multiplica
la demanda eléctrica cada seis meses. Para tener una idea clara,
los centros de datos donde funcionan estos sistemas pueden gastar
más energía que ciudades enteras. Cada chatbot, cada modelo de
lenguaje, supone horas y horas de servidores encendidos, trabajando
sin descanso.

Escasez de
chips y el cuello de botella global
No todo depende de la corriente eléctrica, ya que Musk también
puso el foco en los chips, esas diminutas piezas
que actúan como el cerebro de cualquier sistema digital. El
problema es serio: la producción de chips no logra seguir el ritmo
de la demanda y se usan en inteligencia artificial, autos
eléctricos, móviles y hasta en electrodomésticos.
Durante la pandemia, la falta de componentes electrónicos dejó
líneas de producción paradas y estanterías vacías. Aunque hubo algo
de mejora, la fabricación global de chips sigue caminando por la
delgada línea entre el abastecimiento y la falta. Esto hace que
muchas fábricas y empresas estén siempre al filo del colapso o el
estancamiento.
La infraestructura
eléctrica al límite
En los últimos años, la necesidad de alimentar servidores,
robots y millones de dispositivos conectados ha puesto a prueba la
resistencia de las redes eléctricas. Es así como múltiples países
ya enfrentan fallos o restricciones puntuales en la red debido a
los picos de consumo, sobre todo en olas de calor o frío
extremos.
Musk insiste en que la solución más a mano está en usar al
máximo la energía solar y apuesta su reputación con los paneles
solares y sistemas de almacenamiento que fabrica con Tesla. Según
sus propios datos, con el sol hay suficiente energía para cubrir,
sin apuros, las necesidades totales de Estados Unidos.
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Riesgos de
depender de pocos fabricantes
El otro gran problema está en la concentración de fábricas de
chips, donde gran parte de la producción mundial sigue saliendo de
Asia, especialmente de Taiwán y Corea. Cualquier conflicto,
catástrofe o simple error puede dejar al mundo sin el suministro
necesario para mantener en marcha desde autos eléctricos hasta
centros de datos.
Aquí Musk es claro: hay que diversificar dónde se fabrican estos
componentes. Si no se logra un equilibrio, los riesgos para la
economía y la vida cotidiana aumentan.
¿Qué
podemos hacer frente a la sequía eléctrica?
Elon Musk no solo alerta, también propone. La clave está en
multiplicar y repartir mejor las fuentes de energía: solar, eólica,
baterías de alta capacidad y, sobre todo, eficiencia en el uso. El
ahorro y la gestión inteligente serán cruciales para evitar
apagones masivos.
Al mismo tiempo, plantea que la solución a largo plazo exige
colaboración internacional. Solo así se asegurará el abastecimiento
de chips y de energía eléctrica para millones de personas. No es
tarea sencilla: industrias, gobiernos y usuarios deben trabajar
juntos sin perder tiempo.
La advertencia de Elon Musk sobre la electricidad como el
próximo recurso escaso no es exageración. Es un reflejo de lo que
ya se ve en distintas partes del mundo: una carrera frenética por
energizar todos los aspectos de la vida moderna. Si no cambiamos
hábitos de consumo y producción, enfrentaremos un gran apagón justo
cuando más dependemos de la tecnología.