La cúrcuma se ha convertido en una de las especias favoritas en
recetas saludables y suplementos alimenticios. En España, muchas
personas la han incorporado a su dieta buscando beneficios
digestivos y antiinflamatorios, motivados por titulares y consejos
de influencers. Sin embargo, un nutricionista español ha decidido
arrojar luz sobre este asunto utilizando la evidencia
científica más reciente. A pesar de la fama que rodea a
la
cúrcuma, los estudios actuales no respaldan estas propiedades
en las cantidades y formas de consumo habituales.

La cúrcuma: origen y
composición real
La cúrcuma proviene de Asia, especialmente de la India, donde
forma parte esencial del curry y otras preparaciones tradicionales.
Esta raíz, de color amarillo intenso, contiene un compuesto al que
se deben la mayoría de sus supuestas propiedades: la
curcumina.
En los últimos años, la cúrcuma también ha llegado a la cocina
española, usada sobre todo en arroces, guisos y como complemento en
batidos o infusiones. Mientras que en la medicina popular asiática
se emplea como remedio natural, la ciencia moderna
trata de comprobar, una a una, sus cualidades atribuidas. La
diferencia clave está en el contraste entre el uso tradicional,
muchas veces simbólico o ritual, y la exigencia de resultados
medibles en estudios clínicos.
Propiedades asociadas
a la curcumina
La curcumina, principal activo de la cúrcuma, destaca por su
acción antioxidante. En algunos laboratorios, se
ha observado que puede inhibir ciertos procesos inflamatorios en
células y animales. Estos datos han llevado a creer que basta
añadir cúrcuma a las comidas para obtener esos beneficios. Sin
embargo, la realidad es menos prometedora.
Los estudios en humanos señalan que los efectos son mucho
menores y menos constantes que los informados en
experimentos de laboratorio. Las supuestas propiedades
antiinflamatorias y antioxidantes de la curcumina, aunque existen
bajo ciertas condiciones, no se traducen
automáticamente en mejoras por tomar cúrcuma en la dieta
diaria.
Biodisponibilidad
y efectividad real en el cuerpo humano
Uno de los problemas principales de la cúrcuma es la
baja absorción de la curcumina en el aparato
digestivo. Aunque se consuma en grandes cantidades, solo una
fracción muy pequeña llega al torrente sanguíneo y puede ejercer
algún efecto.
Para incrementar su efecto, a veces se combina la cúrcuma con
piperina, un compuesto extraído de la pimienta negra, con el
objetivo de mejorar su biodisponibilidad. Aun así,
esta combinación no resuelve por completo la dificultad, y muchos
suplementos no garantizan una absorción efectiva. De hecho, la
industria sigue buscando formas más eficaces de presentar la
curcumina, como nanopartículas, pero estos avances apenas se
aplican fuera del entorno clínico.

Desmontando
los mitos: digestión y efecto antiinflamatorio
La creencia en los beneficios digestivos y
antiinflamatorios de la cúrcuma ha calado hondo gracias a
la difusión de información poco rigurosa. Sin embargo, los
estudios científicos más actuales muestran que
estos efectos no se dan de manera relevante con el consumo
tradicional de la especia.
La evidencia
científica en la salud digestiva
Muchos atribuyen a la cúrcuma la capacidad de mejorar síntomas
de digestión pesada, malestar de estómago y hasta problemas de
inflamación intestinal. Sin embargo, investigaciones recientes
demuestran que, en las dosis típicas de una dieta mediterránea,
estos beneficios no son estadísticamente
significativos.
No solo no se observan mejoras, sino que el abuso de suplementos
de cúrcuma puede acarrear riesgos para la salud.
Los efectos adversos incluyen náuseas, diarrea y molestias
hepáticas. Personas que toman medicación anticoagulante o con
problemas hepáticos deberían tener especial cuidado, ya que
la
cúrcuma puede alterar el efecto de ciertos
fármacos.
El mito
antiinflamatorio: qué dice la investigación
Aunque los laboratorios celebraron el posible poder
antiinflamatorio de la curcumina, estos resultados se obtuvieron en
modelos in vitro o en animales, usando
dosis muy superiores a las que se ingieren en un
plato de comida o una cápsula de suplemento corriente.
En los ensayos clínicos con humanos, los resultados han sido
inconsistentes y poco concluyentes. Incluso en
dolencias con componente inflamatorio, como la artrosis, los
beneficios observados de los extractos de curcumina son modestos y
no superan a los medicamentos existentes. Además, el modo de actuar
de la curcumina en el cuerpo humano sigue siendo objeto de estudio,
y aún no se ha determinado su aporte verdadero como
antiinflamatorio a través de la dieta ordinaria.



