¿Qué pasa si un niño casi no come verduras?
Cuando la verdura casi no aparece en el plato, la dieta suele aportar menos vitamina A, vitamina C, folatos, algunos minerales como hierro y calcio, y sobre todo menos fibra. Esto puede afectar a las defensas, al buen funcionamiento del intestino y al equilibrio general de la alimentación. Las verduras también concentran antioxidantes y fitoquímicos que protegen las células y que un comprimido simple no reproduce bien. Las guías de la OMS y de la AEPED recuerdan que los niños deberían tomar varias raciones diarias de frutas y verduras, pero muchos no llegan a esa cantidad, sobre todo en edad escolar y en la adolescencia.

Riesgos reales para la salud y qué señales observar
Una dieta muy pobre en vegetales puede relacionarse con estreñimiento, más resfriados, cansancio fácil, piel seca o una lista de alimentos muy corta en el día a día. Estos signos no significan siempre una carencia grave, pero sí son una señal para comentarlo con el pediatra. Cuando, además, el niño casi no come frutas, legumbres ni alimentos frescos, conviene hacer una revisión global de la alimentación, no solo de las verduras.
¿Los suplementos alimenticios sustituyen a las verduras?
Los suplementos pueden ser útiles en escenarios concretos, pero no sustituyen una dieta variada. Las sociedades de pediatría insisten en que primero se debe cuidar la comida de base: lácteos, cereales, frutas, verduras, algo de proteína y agua suficiente. La comida real aporta fibra, agua, texturas y muchos compuestos que actúan juntos, cosa que una pastilla aislada no puede copiar. Las investigaciones en niños sanos no muestran una mejora clara de crecimiento, defensas o concentración cuando ya comen de forma razonable y aun así toman un multivitamínico. Por eso la decisión de suplementar debe ser médica, no una reacción al miedo o a la presión social.
Cuándo puede ser útil un suplemento infantil
El suplemento puede tener sentido si el niño tiene una dieta muy limitada, bajo peso, alergias que prohíben muchos grupos de alimentos, trastornos de absorción intestinal o una enfermedad crónica. También cuando las analíticas muestran una deficiencia clara de hierro, vitamina D u otros nutrientes. En esos casos, el pediatra o el dietista seleccionará el producto, la dosis y el tiempo de uso, y revisará la evolución.

Errores frecuentes al usar vitaminas y jarabes para “compensar”
Muchos padres dan suplementos sin consulta previa, los utilizan para calmar la culpa o como premio si el niño se los toma. Otro error habitual es pensar que, gracias a la vitamina, el niño ya puede seguir sin probar verduras ni frutas, o mezclar varios productos a la vez sin revisar etiquetas. Algunos controles oficiales han detectado suplementos infantiles con dosis reales distintas a las indicadas o con combinaciones poco apropiadas, lo que hace que su uso sin control sea caro, innecesario y, en ocasiones, arriesgado.
Estrategias prácticas para que el niño acepte más verduras
Las recomendaciones actuales van en una misma línea: priorizar el plato y no el frasco. Presentar las verduras de forma gradual ayuda, empezando por sabores suaves y combinándolas con alimentos que el niño ya acepta bien. La familia puede mejorar la presentación del plato, jugar con los colores y texturas y, sobre todo, dar ejemplo comiendo verduras con naturalidad en la mesa. Involucrar al niño en la compra y en tareas sencillas de cocina aumenta la curiosidad y la probabilidad de que al menos pruebe. La clave es la paciencia y la repetición sin presión, ya que muchos niños necesitan ver la misma verdura bastantes veces antes de aceptarla.
Trucos sencillos del día a día que sí suelen funcionar
Suelen funcionar bien las cremas suaves de verduras, los purés mezclados con patata y zanahoria, las tortillas con pequeños trozos de calabacín, o las salsas para pasta que incluyen tomate y otras hortalizas trituradas. A algunos niños les ayudan los platos tipo arcoíris, con pequeñas porciones de varios colores, o probar la misma verdura al vapor, al horno o salteada hasta dar con la textura preferida.
Cómo mantener la calma y cuándo ir al pediatra o nutricionista
La mayoría de los niños pasa por etapas de rechazo alimentario, y las peleas constantes en la mesa suelen empeorar la situación. Conviene pedir cita con el pediatra si el niño come muy pocos alimentos, ha perdido peso, enferma con mucha frecuencia o existen dudas reales sobre su crecimiento. Un profesional puede valorar si hace falta un bilan nutricional, si se deben hacer análisis o si un suplemento temporal encaja en el plan.



