Salud mental sin camisa de fuerza

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Es dramático el incremento de personas arrojadas a los rieles del subway por enfermos mentales, que nada tienen que perder, pues no son responsabilizados por sus actos.

El problema es grave, puede ser ocasionado por una decepción amorosa, su pérdida del empleo, o peor aún, que los desalojaron del hogar.

El reciente informe del contralor estatal, Thomas P. DiNapoli, revela que hay 20 por ciento más de neoyorquinos enfermos mentales. Y es lo que llamaríamos la tormenta perfecta, pues casi al mismo tiempo, entre abril de 2014 y diciembre de 2023 reporta la pérdida de unas mil camas para pacientes psiquiátricos en los hospitales.

Además, según DiNapoli, la crisis aumentó entre el 2021 y el año 2022, pues las camas eran para enfermos del Covid-19 que nos amenazaba a todos, incluso a quienes ahora necesitarían tratamientos con camisa de fuerza para controlar esas agresiones.

Los jóvenes también lo sienten, pues es más frecuente el “bullying” o acoso a niños y niñas en las escuelas, además de los golpes por desamparados que deambulan por la ciudad.

El asunto no es solamente, como lo dice el Contralor, restaurar la capacidad de camas psiquiátricas en los hospitales y la ampliación de servicios de telesalud. 

También es que los mil millones de dólares del presupuesto estatal, que expira esta primavera, no son suficientes para la atención de salud mental. Y además no estamos tan cerca de volver a operar unas 850 camas psiquiátricas como lo planean las autoridades.

Creemos que se necesita una estrategia de la alcaldía para evitar que los que sobrevivimos al virus ahora tengamos que huir también de la “epidemia” de desconocidos que nos sorprenden en la calle.

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Estamos seguros que resolver esa crisis mental sería parte de la solución para aliviar problemas como el drama financiero de la MTA, y acabar con la controversia por las demandas al peaje del impuesto de congestión por los $15 dólares que pagaremos por circular al sur de la calle 60 en Manhattan.

Es obvio que parte del drama financiero del metro comenzó por la diáspora de pasajeros que primero dejaron de tomar los trenes por pánico al coronavirus y ahora por las personas que seguro necesitan esos tratamientos.

El mismo contralor dice que la Oficina de Salud Mental estatal y la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas de la Administración de Servicios de Salud Mental reportan más del 30 por ciento, unos 3,2 millones de jóvenes de 18 a 25 años, con desequilibrios mentales.

Esos enfermos causan más miedo a los clientes del metro que el virus, porque temen ser arrojados hacia los trenes en movimiento.

Como autora, Sofía Villa escribe esta columna a título personal y sus opiniones no representan a Televisa-Univision Inc. donde trabaja como Writer/Producer.

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