En medio de la generalizada preocupación por una secuencia de hechos de violencia que parece interminable, muchos de ellos con características espeluznantes, en días recientes analistas, psicólogos y hasta sociólogos han comenzado a debatir, entre otros aspectos, la necesidad de que se piense seriamente en fortalecer en el país los programas de salud mental. En primer término, lo que se advierte es que este tipo de programas es reducido y, por ende, de alcances limitados. Por otra parte, hay que combatir la errónea idea de que solo necesitan asistencia los que están obviamente locos. En muchas muertes horrendas se advierte saña y la manifiesta intención hasta de despedazar a las víctimas.