Enfrentar un diagnóstico de cáncer a una edad
temprana puede ser una experiencia abrumadora y llena de desafíos.
Sin embargo, esta es la realidad a la que se enfrentó una joven de
24 años, quien tuvo que navegar a través de un largo y tortuoso
camino hacia el diagnóstico y el tratamiento. Su historia es una
muestra de la fortaleza y la determinación que se necesitan para
superar esta enfermedad, y también revela las
brechas y las deficiencias en el sistema de atención médica que a
menudo enfrentan los pacientes jóvenes con cáncer.

Síntomas persistentes y dificultades para obtener un
diagnóstico
Todo comenzó con síntomas que la joven paciente atribuyó
inicialmente al estrés de sus estudios
universitarios. Hinchazón, dolor abdominal y náuseas después de las
comidas se convirtieron en una realidad constante en su vida. A
pesar de visitar repetidamente a su médico de cabecera, se le dijo
que sus síntomas eran probablemente causados por el
síndrome del intestino irritable (SII), incluso
cuando estos empeoraban con el tiempo.
Después de un año de ir y venir al médico, se realizó finalmente
una prueba de sangre que reveló un
marcador tumoral elevado, lo que desencadenó una
serie de exámenes y derivaciones. Sin embargo, el
ginecólogo al que fue remitida se mostró escéptico sobre
la posibilidad de que se tratara de cáncer, insistiendo en que era
demasiado joven para padecerlo.
Cirugía y diagnóstico de cáncer de ovario
Fue solo después de una cirugía de laparoscopia
que se descubrieron tumores en los ovarios de la paciente, lo que
llevó finalmente a un diagnóstico de
cáncer de ovario. La noticia fue devastadora, pero ahora se
enfrentaba a un largo y doloroso proceso de cirugía y
recuperación.
Durante este período tan difícil, el apoyo de familiares
y amigos resultó ser fundamental, ya que le brindaron
normalidad y alegría a su vida, llevándola a festivales y planeando
viajes, y sobre todo, haciéndola reír incluso en
los momentos más desafiantes.
Después de meses de recuperación, se detectó una posible recaída
en su diafragma y
hígado, lo que requirió una tercera cirugía
abdominal importante. Este nuevo revés tuvo un impacto
profundo en su salud mental y confianza.

se había propagado (Foto: Emma Mehta)
A pesar de los altibajos, la paciente ha encontrado una forma de
canalizar sus experiencias en un esfuerzo por
generar cambios positivos. Ahora forma parte de la Junta de Voces
de Young Lives vs Cancer, donde comparte su historia para abogar
por un mejor apoyo a los jóvenes que enfrentan el cáncer.
A través de su trabajo con Young Lives vs
Cancer, la paciente ha aprendido que los jóvenes, los
niños y sus familias a menudo enfrentan los mismos desafíos al
enfrentar el cáncer, como el gaslighting médico, las preocupaciones
financieras y los vacíos en el apoyo de salud mental apropiado.


