El aceite de oliva es el corazón de la dieta mediterránea. Su
uso regular va más allá de aportar sabor: entrega
beneficios cardiovasculares y antioxidantes muy
superiores a los de otros aceites vegetales. Los
ácidos grasos monoinsaturados y los polifenoles que contiene
ayudan a proteger la salud, bajar el colesterol malo y mejorar el
bueno. Sin embargo, pequeñas malas prácticas en su selección,
almacenamiento y uso pueden alterar sus propiedades y reducir el
impacto positivo en el organismo. Estos errores cotidianos, aunque
parezcan sin importancia, tienen consecuencias directas en la
calidad y el sabor final de los platillos.

Errores
frecuentes al elegir y almacenar el aceite de oliva
El valor nutricional y organoléptico del aceite de oliva
sólo se mantiene si el producto es cuidado desde el inicio. Elegir
la variedad adecuada y almacenarlo correctamente
hace toda la diferencia entre disfrutar sus beneficios o
perderlos.
Comprar
el tipo de aceite inadecuado para cada uso
No todos los aceites de oliva son iguales. El aceite de
oliva virgen extra es el más puro, ideal para consumir en
crudo gracias a su alta concentración de antioxidantes
y sabor intenso. Existen variedades como
hojiblanca, con notas fuertes y toques amargos,
perfecta para aliños o tostadas, y picual, más
resistente al calor, recomendada para freír o guisar por su
estabilidad. Usar la variedad equivocada puede dejar platos
insípidos o con pérdida de nutrientes, dependiendo del tipo de
cocción. Una selección consciente permite disfrutar de
sabores únicos y mejores nutrientes.
Exposición al calor, luz y
aire
El contacto frecuente con la luz, el calor y el
oxígeno es el gran enemigo del aceite. Estos factores
aceleran la oxidación y aceleran la pérdida de
compuestos antioxidantes como la vitamina
E y los polifenoles. Los recipientes transparentes o dejar la
botella cerca de la cocina provoca un envejecimiento prematuro y un
sabor rancio. Usar siempre envases opacos y
herméticos, ubicados lejos de fuentes de calor y en sitios
oscuros, protege la frescura y el aroma original.
No consumir el
aceite en el tiempo adecuado
El aceite de oliva tiene su propio ciclo vital. Aunque no se
estropea de un día a otro, sus cualidades
sensoriales y antioxidantes disminuyen con el paso de los
meses. Guardar aceite durante largos periodos, sobre todo después
de abrir la botella, compromete su frescura y piel de sabor. Lo
óptimo es consumirlo en el plazo que indica el fabricante, evitando
compras en grandes volúmenes si no se tiene rotación alta. Solo así
se asegura aprovechar todas sus propiedades.

Malos
hábitos en el uso culinario del aceite de oliva
Las decisiones de cada día en la cocina afectan el rendimiento
del aceite. A veces, por costumbre o desinformación, se cometen
errores que pasan factura a la salud y al paladar.
Sobrecalentar el aceite
al cocinar
El punto de humo del aceite de oliva virgen
extra se encuentra cerca de 180 °C. Si se calienta más
allá, los antioxidantes y vitaminas se destruyen.
Además, a temperaturas muy elevadas se generan compuestos nocivos
que pueden afectar la salud. Freír en exceso, o dejar el aceite
humeando en la sartén, no solo disminuye el sabor y la calidad sino
que cambia sus propiedades químicas. Lo recomendable es controlar
la temperatura y no reutilizar el aceite muchas veces.
Pensar que el “aceite suave” tiene menos
calorías
La suavidad o intensidad del sabor, o la baja acidez, no alteran
el aporte calórico del
aceite de oliva. Todos los aceites, sin importar el tipo,
cuentan con aproximadamente 900 calorías por cada 100
gramos. Creer lo contrario puede llevar a consumir más
cantidad pensando que es más liviano. Una cucharada extra suma
calorías aunque el sabor sea delicado. La moderación sigue siendo
clave, ya que el poder del aceite está en sus compuestos
saludables, no en un menor aporte energético.
Atender a los detalles en la selección del tipo de
aceite, prestar atención a las condiciones de
almacenamiento y ser cuidadosos en su uso en la cocina ayudan a
proteger un alimento que, bien aprovechado, se convierte en aliado
de la salud y el buen comer. Cuidar el aceite de oliva es cuidar el
resultado final de cada plato y el bienestar a largo plazo.


