Colesterol
alto: cómo afecta a los pies y a la circulación
El
colesterol es una sustancia grasa que se
encuentra en el cuerpo y es fundamental para distintas funciones,
como la producción de hormonas y la construcción de células. Es
importante distinguir entre el colesterol “bueno”
(HDL), que ayuda a limpiar el exceso de grasa en las
arterias, y el colesterol “malo” (LDL), que
favorece la formación de placas en las paredes de los vasos
sanguíneos.

Cuando los niveles de LDL aumentan, el cuerpo
sufre la acumulación de grasa en los vasos sanguíneos. Esta
situación se llama aterosclerosis y reduce el
flujo de sangre, sobre todo a zonas lejanas al corazón, como los
pies. El colesterol alto no suele dar síntomas
inmediatos. No obstante, sus complicaciones sobre la circulación se
reflejan muchas veces donde la sangre llega con más dificultad: los
pies.
Ateroesclerosis y enfermedad arterial periférica: el impacto
en los pies
La enfermedad arterial periférica (EAP) ocurre
cuando las arterias de las piernas y los pies se endurecen y
estrechan por el depósito de placas de colesterol. Esto limita de
manera clara el paso de oxígeno y nutrientes a los tejidos. Los
pies, al recibir menos energía y defensas, empiezan a mostrar
señales de alerta, aunque muchas personas solo las reconocen cuando
ya existe daño avanzado.
Con arterias bloqueadas, el tejido de los pies comienza a
sufrir. Se debilitan los músculos, la piel cambia y aparecen
síntomas que pocas veces se asocian a un problema de colesterol. Si
la aterosclerosis avanza, el daño puede ser
irreversible y el riesgo de perder parte del pie aumenta de forma
peligrosa.

Las
señales en los pies: síntomas que nunca se deben
ignorar
Existen señales que, aunque pueden parecer
simples molestias, son pistas claras de una mala circulación por
colesterol alto. Entre ellas, destacan el frío
persistente en los pies incluso en lugares cálidos, el
hormigueo o entumecimiento
frecuente, y cambios de color como piel pálida,
azulada o, en algunos casos, rojiza. La debilidad
es uno de los síntomas más silentes y peligrosos, ya que puede
pasar desapercibida hasta que caminar resulta un esfuerzo
excesivo.
El dolor al caminar (claudicación) se presenta
como una molestia o cansancio en los pies que obliga a detenerse y
suele ceder tras unos minutos de reposo. Cuando hay úlceras
que no curan o heridas que tardan más de lo normal, se
debe sospechar de mala circulación. Otros signos incluyen la
caída de vello en la zona del pie y las piernas,
junto con uñas quebradizas o que crecen más
despacio de lo habitual.
Estos síntomas avanzan lentamente y muchas
veces se confunden con el envejecimiento o el cansancio normal. Sin
embargo, en fases avanzadas, pueden llevar a complicaciones graves
como la muerte del tejido (necrosis) o infecciones graves que, de
no tratarse, requieren amputaciones.
Cómo
diferenciar molestias comunes de una señal de alarma
No todo hormigueo o cansancio
en los pies debe preocupar, pero es fundamental distinguir los
síntomas persistentes o aquellos que empeoran con los días. El
dolor al caminar que obliga a detener la marcha,
las heridas que no cicatrizan o el enfriamiento constante de los
pies sí son motivos para buscar atención médica. Observar con
atención si los episodios se repiten, cuánto tiempo duran y si
existen otros cambios visibles puede ayudar a detectar a tiempo una
falla en la circulación causada por colesterol
alto.
Prevención
y acciones ante señales de alarma en los pies
Cuando aparecen estas señales en los pies, el
primer paso debe ser acudir al médico. Un análisis de
colesterol y una evaluación vascular pueden
identificar la causa del problema con precisión. Consultar sin
demora permite recibir tratamiento temprano y evitar complicaciones
mayores.
El autocuidado diario marca una gran diferencia
para frenar el avance del daño. Abandonar el cigarro permite que la
sangre circule con mayor facilidad. Optar por una alimentación baja
en grasas saturadas, rica en frutas, verduras y
fibra, ayuda a controlar el colesterol
de manera natural. El ejercicio regular favorece
la circulación y refuerza el sistema cardiovascular, incluso
caminar a paso rápido durante veinte minutos diarios tiene efectos
evidentes en la salud. El control adecuado de la presión
arterial y el peso corporal también
reduce el riesgo de enfermedad arterial.
Los chequeos periódicos resultan
imprescindibles en personas que tienen otros factores de riesgo,
como diabetes, hipertensión o
antecedentes familiares de enfermedad cardíaca. La prevención
empieza con una mirada consciente a los pies y una consulta médica
a tiempo ante cualquier duda.



