#Salud: la clave para un mejor entrenamiento

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Comer antes de entrenar no es solo una cuestión de costumbre,
sino una decisión que puede cambiar por completo la experiencia y
los resultados del ejercicio. Saber cuánto tiempo esperar
después de comer para hacer ejercicio
es fundamental, ya
que el organismo necesita ajustar su energía entre digerir los
alimentos y oxigenar los músculos.

Cómo
influye la digestión en la práctica deportiva

La digestión es un proceso que demanda mucha
energía y una gran cantidad de oxígeno. Cuando se termina de comer,
gran parte de la sangre del cuerpo va hacia el aparato digestivo
para descomponer alimentos y absorber nutrientes. Si se inicia el
ejercicio demasiado pronto, el organismo debe repartir la sangre
entre el estómago y los músculos, lo que puede provocar
náuseas, calambres, ardor estomacal o sensación de
pesadez.

El impacto de comer antes de entrenar depende de dos factores:
la intensidad del
ejercicio
y el tipo de comida
ingerida
. Ejercicios suaves, como caminar, permiten menor
tiempo de espera tras una colación ligera. Sin embargo, para
deportes intensos o de larga duración, se recomienda prestar más
atención al tiempo y cantidad de comida, ya que el cuerpo prioriza
el músculo y descuida la digestión.

Tipos de
comidas y tiempos de espera ideales

El tipo y la cantidad de alimentos determinan cuánto conviene
esperar antes de entrenar. Las comidas copiosas y
altas en grasa requieren más tiempo para digerirse, por lo que lo
ideal es dejar pasar entre 2 y 3 horas antes del
ejercicio. Un almuerzo abundante puede incluir arroz, pollo,
aguacate y pan, mientras que un desayuno denso suele tener huevos,
queso, pan y café.

Por el contrario, un snack ligero o colación
normalmente se asimila en 30 a 60 minutos. Un
ejemplo de merienda rápida y adecuada sería un yogur descremado,
una fruta o un puñado de frutos secos. Los batidos de
proteína
simples, sin mucha fibra o grasa, también se
procesan en menos tiempo.

Entrenar tras una comida ligera, como desayuno pequeño de fruta
y avena, permite empezar más pronto, en comparación con una comida
de tres tiempos. La diferencia entre tipos de comida y tiempos es
importante para tener energía disponible y evitar molestias.

Foto Freepik

Efectos
de ejercitarse demasiado pronto después de comer

Realizar ejercicio sin dar tiempo suficiente para la digestión
puede desencadenar malestar gastrointestinal. El
cuerpo, al intentar dirigir sangre tanto al estómago como a los
músculos, puede fallar en ambos sentidos: se reduce el rendimiento
y se siente incomodidad física. Es común experimentar
hinchazón, dolores de estómago, reflujo o fatiga
si se entrena justo después de una comida abundante.

El riesgo también varía de acuerdo a lo que se haya consumido.
Las comidas con grasas o proteínas altas tardan más en salir del
estómago que los hidratos simples, por lo que su digestión
interfiere aún más con el esfuerzo físico. Además, ejercitarse tras
una comida pesada puede aumentar el riesgo de calambres,
vómito o incluso mareos y descompensaciones
, sobre todo si
se levanta peso o se hace actividad vigorosa.

Recomendaciones
para optimizar el rendimiento y evitar molestias

La planificación es la mejor aliada para lograr
entrenamientos eficientes y cómodos. Escoger el
momento adecuado ayuda a evitar la pesadez y aprovechar mejor los
nutrientes ingeridos. Para quienes entrenan temprano, una
colación ligera es suficiente y permite ejercicio
a los 30-60 minutos. Si se trata de una sesión de alta intensidad o
larga duración, vale la pena planificar una comida completa 2-3
horas antes.

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El tipo de actividad también influye. Un entrenamiento
cardiovascular intenso necesita el estómago más vacío que una
rutina de elongación suave. Cada cuerpo responde distinto según la
genética y los hábitos, por eso conviene prestar
atención a las propias sensaciones. Si se nota malestar, conviene
probar con otros alimentos, cantidades u horarios hasta encontrar
el balance.

Adaptar los tiempos de ingestión y ejercicio
es una estrategia sencilla para mejorar resultados
y evitar sorpresas digestivas. Es importante mantener la coherencia
entre lo que se come y el tipo de entrenamiento a realizar.


La importancia de la hidratación y los alimentos
post-entrenamiento

La hidratación resulta clave antes, durante y
después de entrenar. Ingerir agua unos 30 minutos antes de empezar
ayuda a mantener el cuerpo en óptimas condiciones. Lo habitual es
tomar entre 200 y 400 ml de agua antes de comenzar
y luego beber sorbos pequeños en intervalos regulares durante la
actividad.

Al terminar, la recuperación comienza con un aporte
equilibrado de líquidos y nutrientes
. Los mejores
alimentos post-entrenamiento incluyen frutas frescas,
yogur, un batido de proteínas con leche descremada, nueces

o una tostada integral con queso fresco. Estos permiten reponer
energías y ayudan a la reparación muscular. Si el entrenamiento fue
intenso o muy largo, añadir una fuente de carbohidratos complejos,
como arroz blanco o patata cocida, favorece la recarga de glucógeno
muscular.

Además, el agua con electrolitos puede ser útil tras sesiones
exigentes, sobre todo si hay sudoración intensa. La clave está en
buscar alimentos y bebidas que aporten energía y facilidad
de digestión
para que el organismo se recupere de manera
rápida y eficiente.

Recordar que cada cuerpo tiene su propio ritmo y tolerancia, así
que conviene observar con atención cómo se siente el estómago, la
mente y el nivel de energía luego de comer y ejercitarse. La
práctica rutinaria y algunas pruebas de horario ayudan a
identificar la fórmula perfecta para disfrutar del deporte sin
molestias ni riesgos innecesarios.

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