#Salud: la broma que acabó en muerte

0
298


Carlos ‘Papayita’ Gurrola, trabajador de limpieza subcontratado
en un supermercado, murió luego de ingerir un suero de
electrolitos adulterado
con desengrasante industrial.
Tenía 47 años, era conocido entre sus compañeros por su actitud
tranquila y su ética de trabajo constante.

La muerte trágica de Carlos visibilizó los riesgos que viven
personas en situación de vulnerabilidad laboral.
No solo enfrentó condiciones precarias por la subcontratación, sino
también faltas de respeto y abusos, hasta el punto más cruel. Hoy,
México exige justicia, y el caso invita a
reflexionar sobre la urgencia de proteger la dignidad en los
entornos laborales. Esta es la historia que muestra los peligros
reales del acoso en el trabajo, y por qué ya no podemos mirar hacia
otro lado.

El incidente que cambió todo

El día que cambió todo empezó como cualquier otro. Durante su
almuerzo, Carlos sacó su botella de suero de electrolitos. Apenas
lo probó, notó un sabor raro pero pensó que quizá la bebida estaba
pasada o contaminada. En minutos, empezó a sentir un intenso dolor
y malestar, perdiendo poco a poco la conciencia. Sus compañeros se
dieron cuenta de que algo grave ocurría y lo trasladaron de
urgencia a la Clínica 71 del IMSS en Torreón.

El diagnóstico fue devastador: el suero contenía desengrasante
industrial que le provocó daño orgánico
irreversible
. Sufrió quemaduras químicas en la tráquea,
los pulmones y los riñones. Permaneció hospitalizado 19 días,
luchando entre la vida y la muerte, mientras su familia no se
despegó de su lado ni un solo momento. El 18 de septiembre, Carlos
falleció dejando un vacío imposible de llenar. Su familia quedó
destrozada y marcada por el dolor que ningún castigo puede reparar.
La pregunta de cómo una broma terminó en muerte aún resuena,
provocando miedo, rabia y una profunda tristeza.

Antecedentes de acoso laboral

El episodio final de Carlos no fue un hecho aislado. Su familia
denuncia un acoso constante desde hace meses:
robaron su comida, perdió su teléfono en “extrañas circunstancias”,
dañaron su bicicleta y era objeto frecuente de burlas y agresiones
verbales. Su madre lo relata con dolor y firmeza, pidiendo
justicia y explicando que su carácter sereno lo
volvía blanco fácil ante la crueldad.

Freepik

La vulnerabilidad de Carlos se acentuaba por el modelo de
subcontratación: no era empleado directo del
supermercado, sino de una empresa externa. Esa falta de vínculo
directo traduce en menos protección y menos vigilancia de las
condiciones laborales.

En este entorno, el abuso pasa desapercibido y, muchas veces, no
hay nadie que lo detenga a tiempo. Queda claro que la
vulnerabilidad laboral hizo posible este resultado
tan cruel. El patrón de abuso era una suma de pequeñas y grandes
violencias cotidianas.

Te podría interesar:

Reacciones públicas e investigación

La noticia de la muerte trágica de Carlos
prendió la chispa de la protesta social. Grupos de familiares,
amigos y vecinos organizaron plantones frente al supermercado,
portando carteles con mensajes de “justicia para
Papayita
” y exigiendo responsabilidad para los culpables.
La indignación no se limitó al entorno local, ya que redes sociales
y medios amplificaron las voces de protesta. Miles de usuarios
compartieron mensajes y fotos, pidiendo investigaciones a fondo y
acciones reales contra el bullying laboral.

La Fiscalía del Estado de Coahuila abrió una carpeta de
investigación, solicitando vídeos de seguridad, entrevistas a
testigos y compañeros, recabando testimonios para reconstruir lo
sucedido. Hasta ahora no hay sanciones definitivas ni detenidos, lo
que mantiene tensa a la comunidad y a la familia Gurrola.

El eco de la indignación sigue creciendo. Columnas de opinión,
radios y foros públicos cuestionan las condiciones laborales en
supermercados de México y la poca vigilancia ante los abusos. El
caso refleja cuán urgente es tomar medidas serias y sostenidas para
terminar con la violencia en los espacios de trabajo.

El sepelio de Carlos reunió a quienes lo querían y respetaban.
Familiares, amigos y vecinos acudieron para despedir a un
hombre solidario. Las palabras de quienes lo
conocían fueron un testimonio de su dedicación, sencillez y bondad.
Desde el ataúd humilde, la exigencia de justicia y castigo sonó
clara. El barrio se unió, acompañado por organizaciones sociales
que exigieron el fin de la impunidad y reclamaron espacios
laborales más seguros para todos. El duelo se convirtió en un acto
de resistencia y memoria viva.

¿Le resultó útil este artículo?



Source link