#Salud: ¿Heredas el Alzheimer de mamá o de papá? Un estudio revela quién transmite el mayor riesgo

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El
Alzheimer
es una enfermedad compleja que afecta millones de
vidas en todo el mundo. Aunque factores como la edad y el estilo de
vida tienen un papel importante, la genética también desempeña un
papel crítico. Un reciente estudio publicado en la
prestigiosa revista Neurology ha arrojado nueva luz sobre
el papel de la herencia genética y, en particular, sobre si el
riesgo de padecer Alzheimer se eleva más por la madre o el
padre.

La influencia
genética en el Alzheimer

El Alzheimer,
especialmente en su forma de inicio tardío, está estrechamente
vinculado al gen APOE, más específicamente al alelo APOE
e4
. Este gen, heredado tanto de la madre como del padre,
puede duplicar o incluso triplicar el riesgo de desarrollar la
enfermedad. Sin embargo, la mera presencia de este gen no garantiza
que una persona desarrolle Alzheimer, lo que sugiere que otros
factores como el estilo de vida y la etnicidad también tienen un
impacto significativo.

Además del APOE e4, otros genes como
ABCA7, CLU, CR1,
PICALM y SORL1 están asociados
con un riesgo elevado. Estas variantes genéticas influyen en cómo
el cerebro procesa proteínas clave asociadas con el Alzheimer, como
el péptido beta-amiloide y la proteína tau.

Sin embargo, un aspecto que siempre ha intrigado a la comunidad
científica es si existe una diferencia en el riesgo dependiendo de
si el Alzheimer se hereda de la madre o del padre.

¿Es la
herencia materna o paterna más riesgosa?

De acuerdo con el reciente estudio publicado en
Neurology, las personas con un padre que ha padecido
Alzheimer pueden enfrentar un riesgo ligeramente mayor de
desarrollar la enfermedad en comparación con aquellas cuya madre ha
sido diagnosticada. Los investigadores encontraron una mayor
propagación de la proteína tau en el cerebro de
individuos que heredaron el trastorno del lado paterno. La proteína
tau es un marcador clave del Alzheimer, y su acumulación puede
desencadenar daños irreversibles en las células cerebrales.

Curiosamente, se descubrió que las mujeres tienen una
mayor tendencia
a acumular proteína tau,
independientemente de si el Alzheimer proviene del lado materno o
paterno. Estos hallazgos sugieren no solo diferencias genéticas,
sino también un posible rol de las hormonas o factores específicos
de género en el desarrollo de la enfermedad.

Por otro lado, investigaciones previas han señalado que la
herencia materna puede estar asociada con un mayor riesgo debido a
factores como la transmisión mitocondrial. Las
mitocondrias, responsables de la energía celular, son heredadas
exclusivamente de la madre y pueden influir en la susceptibilidad
del cerebro al daño oxidativo, un factor relacionado con el
Alzheimer.

Foto Freepik

La
importancia de los genes en el Alzheimer temprano

Aunque el Alzheimer de inicio tardío es más común,
aproximadamente el 5% de los casos corresponden a Alzheimer de
inicio temprano, que usualmente se presenta antes de los 65 años.
Este tipo está fuertemente vinculado a mutaciones específicas en
los genes APP, PSEN1 y
PSEN2. Estas mutaciones conducen a una producción
excesiva de beta-amiloide, lo que provoca la formación de placas en
el cerebro.

A diferencia del Alzheimer tardío, para el cual las pruebas
genéticas no son estándar, aquellas personas con antecedentes
familiares de Alzheimer temprano podrían beneficiarse de un
análisis genético para identificar estas mutaciones. Aun así, los
expertos destacan que no todos los casos de Alzheimer temprano
tienen un origen genético identificado, ya que el entorno y el
estilo de vida también desempeñan un papel significativo.

Genes y
estilo de vida: una interacción compleja

Aunque la genética establece una predisposición, no es un
destino inamovible. Tener una o incluso dos copias del alelo APOE
e4 no significa necesariamente que alguien desarrollará Alzheimer.
Diversos estudios han mostrado que factores como una dieta
equilibrada, el ejercicio regular y la actividad
intelectual
pueden mitigar el riesgo. Además, la gestión
del estrés y el mantenimiento de relaciones sociales activas
también contribuyen al bienestar cerebral.

Por ejemplo, la Dieta Mediterránea, rica en
antioxidantes
y
ácidos grasos
Omega-3, ha
sido vinculada con una menor acumulación de placas de
beta-amiloide. Asimismo, el ejercicio regular promueve el flujo
sanguíneo cerebral y puede retardar la aparición de problemas
cognitivos.

Perspectivas
futuras en la investigación del Alzheimer

El nuevo estudio representa un avance significativo en nuestra
comprensión del Alzheimer y subraya la importancia de personalizar
las intervenciones preventivas en función de la historia familiar.
A medida que la investigación avanza, se espera que surjan
tratamientos más específicos dirigidos tanto a la genética como a
los factores ambientales.

Por ahora, entender si el Alzheimer
viene del lado materno o paterno es solo una pieza del
rompecabezas. La combinación de genética, perfil hormonal, y estilo
de vida es lo que finalmente define el riesgo individual. Este
panorama desafiante refuerza la necesidad de un enfoque integral en
la prevención, que abarque tanto la genética como la promoción de
hábitos saludables en todas las etapas de la vida.

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