#Salud: ¿Hacer deporte todos los días es bueno o malo para la salud?

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La pregunta aparece en muchas conversaciones: ¿hacer deporte todos los días es bueno o malo para la salud? Adultos, adolescentes y hasta personas mayores sienten presión por entrenar a diario, como si descansar fuera sinónimo de fallo. Sin embargo, la evidencia científica habla más de regularidad y equilibrio que de perfección diaria. Las grandes instituciones de salud, como la OMS o las autoridades europeas, recomiendan moverse con frecuencia, aunque no siempre se refieren a entrenar fuerte cada día.

Moverse casi a diario ayuda a combatir la vida sedentaria, pero no todo esfuerzo vale. Importa qué se hace, cuánto tiempo, con qué intensidad y si se respeta el descanso entre sesiones exigentes.

¿Qué se considera hacer deporte todos los días?

No es lo mismo salir a caminar suave cada día que encadenar sesiones duras de gimnasio o series de carrera sin parar. Las guías de salud diferencian entre actividad física ligera, ejercicio de intensidad moderada y ejercicio intenso. Actividad ligera sería pasear tranquilo, subir algunas escaleras o moverse por la casa. Moderada sería caminar rápido, ir en bici a ritmo constante o nadar con algo de esfuerzo. Intensa sería correr fuerte, hacer HIIT, crossfit o levantar mucho peso.

La mayoría de recomendaciones hablan de acumular, a lo largo de la semana, unos cuantos cientos de minutos de actividad moderada o una cantidad menor de actividad vigorosa. Eso se puede repartir en casi todos los días, combinando jornadas más exigentes con otras de movimiento suave, como propone el Programa nacional nutrition santé en Francia y las guías de la OMS.

Actividad diaria suave frente a entrenar fuerte sin descanso

El cuerpo tolera muy bien que haya movimiento todos los días cuando la intensidad es baja o moderada. Caminar a buen paso, ir en bicicleta de forma tranquila o hacer una sesión de yoga o estiramientos ayuda a mantener las articulaciones móviles, mejora la circulación y rompe con las muchas horas sentados que describe la salud pública francesa.

El problema aparece cuando se entrena muy fuerte cada día, sin recuperación. Acumular sesiones intensas de HIIT, crossfit o musculación pesada sin dejar al cuerpo al menos uno o dos días para adaptarse favorece la sobrecarga y el famoso síndrome de sobreentrenamiento, con fatiga constante, dolores articulares y bajada de rendimiento.

Beneficios para la salud de moverse casi todos los días

La ciencia es clara: una actividad física regular, sobre todo de intensidad moderada, se asocia con menor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo dos y algunos tipos de cáncer como el de colon o el de mama. Estudios coordinados por instituciones como Inserm y la Haute Autorité de Santé muestran que ese hábito protege las arterias, mejora la circulación y ayuda a controlar la tensión arterial.

Mucha gente pasa gran parte del día sentada. Informes de salud en Europa indican que una parte importante de la población permanece más de ocho horas diarias en posición sedentaria. Moverse casi a diario, aunque sea con actividades sencillas, reduce el impacto de esa inactividad prolongada, ayuda a gestionar el peso y mejora la sensibilidad a la insulina.

Los beneficios no se quedan en el cuerpo. La práctica regular de deporte eleva la producción de endorfinas, regula la glucosa y ayuda a reducir el estrés. La OMS reconoce el ejercicio como parte del tratamiento no farmacológico de la ansiedad y la depresión, porque mejora el ánimo y la calidad del sueño.

La clave no es entrenar perfecto, sino mantener la regularidad. Un paseo rápido la mayoría de los días, algunas sesiones de fuerza a la semana y algo de ejercicio que resulte agradable generan más beneficios que planes extremos imposibles de sostener.

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Foto Freepik

Corazón más fuerte, mente más clara y más energía

Cuando el hábito está bien planificado, el corazón se vuelve más eficiente, la presión arterial tiende a controlarse mejor y baja el riesgo de infarto. Al mismo tiempo, el cerebro recibe más oxígeno, mejora la concentración y la memoria, y muchas personas notan una reducción de la sensación de estrés y una subida de la energía diaria para las tareas de trabajo, estudio y vida familiar.

Cuándo hacer deporte todos los días puede ser perjudicial

Hacer ejercicio intenso cada día sin pausas para descansar puede pasar factura. El exceso de carga causa sobrecarga muscular y articular, molestias persistentes en tendones y ligamentos y una sensación de cansancio que no desaparece, aunque se duerma. Investigaciones realizadas en el entorno de la Assistance publique Hôpitaux de Paris han observado que el esfuerzo excesivo puede alterar la función del cortex prefrontal, la zona que participa en la toma de decisiones y la motivación, lo que se traduce en falta de concentración y desánimo para seguir.

Cuando no hay tiempo suficiente de recuperación, el sueño se vuelve más ligero, aumentan los despertares nocturnos y se dispara el riesgo de lesión. A largo plazo, esto también afecta al equilibrio hormonal y al sistema inmunitario, que se vuelve menos eficiente. El resultado es un cuerpo agotado y una mente saturada, justo lo contrario de lo que se busca con el deporte.

En personas con enfermedades cardíacas, problemas articulares importantes, diabetes mal controlada u otras patologías crónicas, es especialmente importante que un profesional adapte el tipo y la cantidad de ejercicio. En estos casos, el problema no suele ser moverse cada día, sino hacerlo a demasiada intensidad y sin escuchar las señales del cuerpo.

Señales de que el cuerpo necesita descanso

El organismo suele avisar cuando hace falta parar o bajar el ritmo. Dolores que no mejoran con uno o dos días suaves, sensación de agotamiento al despertar, irritabilidad sin motivo claro, bajada de rendimiento en entrenamientos habituales y falta total de ganas de entrenar indican que algo no va bien. Respetar uno o varios días de descanso activo, con actividades como caminar tranquilo o estirar, permite que los tejidos se reparen y que el sistema nervioso recupere su equilibrio.

Cómo encontrar un equilibrio saludable con el deporte diario

Un enfoque práctico consiste en alternar días de mayor esfuerzo con jornadas de movimiento suave. Una persona puede combinar sesiones de carrera, natación o gimnasio con días dedicados a caminar, montar en bici de forma relajada o hacer ejercicios de movilidad y fuerza ligera. Las guías de la OMS y de muchos organismos nacionales de salud coinciden en recomendar algo de trabajo de fuerza dos o tres días por semana para proteger la musculatura y la densidad ósea.

No hace falta obsesionarse con cumplir un plan perfecto. Hacer algo, aunque sea poco, suele ser mejor que no hacer nada. Cada persona debe adaptar la cantidad de deporte a su edad, su condición física y su estado de salud, recordando que la constancia a medio y largo plazo pesa más que una semana ideal de entrenamiento.

Escuchar al cuerpo y adaptar la rutina

Observar cómo se siente el cuerpo antes, durante y después de cada sesión es una forma sencilla de guiar la planificación. Si aparecen molestias o una fatiga persistente, conviene reducir la intensidad, acortar la duración del entrenamiento o elegir actividades más suaves durante algunos días. Un enfoque basado en el equilibrio, la constancia y la personalización del ejercicio ayuda a disfrutar del deporte casi todos los días sin caer en el sobreentrenamiento.

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