#Salud: Expertos revelan la carne roja más peligrosa para la salud

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La carne roja lleva décadas siendo parte central de la dieta en
muchas culturas. Hamburguesas, asados y embutidos son alimentos
cotidianos en millones de hogares. Sin embargo, los debates sobre
los beneficios y peligros de este grupo alimenticio han cobrado aún
más fuerza por los hallazgos de la ciencia moderna.

Recientes investigaciones y avisos de organizaciones como la
Organización Mundial de la Salud han identificado ciertos tipos de
carne roja como particularmente dañinos. No solo importa si se
trata de res, cordero o cerdo.

Carne roja procesada: la mayor amenaza para la salud

La carne
roja
procesada se distingue de la carne fresca porque ha sido
modificada. Productos como el tocino, las salchichas, el jamón, el
salami y otros embutidos pasan por procesos de ahumado, curado o
llevan aditivos químicos. Su misión no es solo cambiar el sabor,
sino también prolongar la vida útil del producto en el supermercado
y reforzar su color. El problema real está en los ingredientes
utilizados, como los nitratos y
nitritos, elementos que a simple vista parecen
inofensivos.

Diversos estudios han encontrado que estas sustancias generan
compuestos dañinos, llamados nitrosaminas, dentro
del cuerpo. Cuando se consume este tipo de carne con regularidad,
el riesgo de cáncer colorrectal y otros tipos,
como el de estómago, se dispara. Tanto la Agencia Internacional
para la Investigación del Cáncer como la Clínica Mayo coinciden en
que estos embutidos tienen efectos comparables a los de sustancias
altamente peligrosas como el tabaco.

A esto se suma el efecto de las altas temperaturas al cocinar
carnes procesadas. Frecuentemente se les somete al sartén, la
parrilla o frituras, lo que genera compuestos llamados
aminas heterocíclicas e hidrocarburos
aromáticos policíclicos
. Estos químicos se han asociado
directamente al desarrollo de tumores en el sistema digestivo.

El peligro no termina solamente en el aumento de cáncer. El
consumo habitual de embutidos y carne procesada incrementa el
riesgo de enfermedades cardiovasculares y
deteriora el funcionamiento cerebral, elevando las probabilidades
de desarrollar demencia. Estudios recientes
detectan que comer dos porciones semanales puede incrementar en un
14% el riesgo de pérdida cognitiva.

Las recomendaciones de los expertos son claras: es mejor evitar
este tipo de alimentos o consumirlos solo en ocasiones muy
aisladas. Los riesgos asociados superan con creces cualquier valor
nutricional. Elegir opciones frescas y naturales representa un
cambio pequeño que puede marcar una diferencia importante en la
salud.

Foto Freepik

Riesgos de la carne roja no procesada y recomendaciones de
consumo

La carne roja sin procesar incluye los cortes de res, cordero y
cerdo en su estado natural, sin aditivos ni conservantes añadidos.
Aunque no es inocua, los expertos encuentran menos evidencias que
la liguen al agravamiento de riesgos tan altos como los vistos en
la carne procesada.

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El consumo elevado de carne roja también se asocia a problemas
de colesterol LDL. Este tipo de colesterol
contribuye al desarrollo de enfermedades
cardíacas
, hipertensión y aterosclerosis. Comer carne roja
frecuentemente puede desencadenar un círculo de problemas al
corazón y los vasos sanguíneos. Incluso los métodos para cocinar
carne fresca, como asarla o hacer barbacoas, producen químicos
similares a los que afectan la salud intestinal y aumentan el
riesgo de cáncer.

Organizaciones como la OMS y la Clínica Mayo aconsejan aplicar
la moderación. Se sugiere un consumo menor a 500 gramos por
semana
de carne roja no procesada. Esta cantidad permite
disfrutar de su sabor y aporte nutricional, sin incrementar los
riesgos de enfermedades crónicas.

Existe una gama amplia de alternativas seguras. El pollo
y el pescado
contienen menos grasa saturada y ofrecen
ácidos grasos beneficiosos que ayudan a cuidar el
corazón y el cerebro. Las legumbres, como frijoles
y lentejas, entregan proteínas y fibra que ayudan a mantener el
colesterol en rangos saludables. Los frutos secos
y granos integrales complementan la dieta
aportando nutrientes sin efectos adversos.

Cambiar el enfoque a platos donde las proteínas vegetales y
animales magras tengan mayor protagonismo ayuda a proteger la
salud. Dejar la carne
roja
como parte secundaria del plato y no como base principal
es una estrategia práctica y respaldada por la ciencia.

Esta visión promueve comer con más inteligencia y menos riesgo,
ofreciendo una relación diferente con alimentos que históricamente
fueron sinónimos de fortaleza y tradición pero cuya realidad ahora
requiere un consumo consciente.

Optar por cortes magros y variar las fuentes de proteínas
contribuye a una vida más larga y de mejor calidad. La ciencia
demuestra que los pequeños cambios suman para mantener el
bienestar, cuidando al mismo tiempo el corazón y el cerebro.

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