#Salud: Estos son los fármacos que pueden provocar efectos adversos tras la exposición al sol

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La llegada del verano y el aumento de la radiación solar traen
consigo una preocupación que suele pasar desapercibida. Ciertos
medicamentos, muy usados para diferentes enfermedades, pueden
causar efectos adversos al exponerse al sol. La
fotosensibilidad inducida por
fármacos
no solo genera malestar, sino que puede poner
en riesgo la salud de la piel y complicar el tratamiento de algunas
personas.

¿Qué
es la fotosensibilidad inducida por fármacos?

La fotosensibilidad es una reacción exagerada de la piel ante la
radiación ultravioleta. Cuando ciertos medicamentos interactúan con
la luz solar, pueden provocar lesiones cutáneas de distinta
gravedad. Dos tipos de reacciones predominan:
fototóxicas y fotoalérgicas.

Las reacciones fototóxicas ocurren en la mayoría de los casos y
suelen aparecer de forma rápida, a veces tras pocos minutos de sol.
Queman con intensidad, provocan enrojecimiento, quemaduras
exageradas o urticaria, todo en las áreas expuestas. El daño
depende de factores como el tipo de piel, la dosis y la cantidad de
radiación recibida.

Las reacciones fotoalérgicas son menos frecuentes, pero su
origen implica la respuesta del sistema inmunológico. Suelen
presentarse tras un contacto más prolongado o repetido, apareciendo
entre 12 y 72 horas después. El paciente puede notar prurito,
eccema, inflamación y hasta ampollas, no solo en la zona expuesta,
sino en otras partes del cuerpo. Una vez que el fármaco ha
sensibilizado al organismo, el riesgo aumenta incluso con dosis
bajas de sol.

La exposición solar es el detonante de estas reacciones. Basta
una corta estancia bajo el sol para que se desencadenen lesiones si
la persona está usando alguno de los medicamentos implicados. En
tratamientos crónicos, la probabilidad se incrementa, en especial
cuando hay tendencia familiar o enfermedades cutáneas previas.


Principales clases de fármacos que pueden provocar efectos
adversos tras la exposición al sol

La lista de medicamentos fotosensibilizantes supera el centenar.
Muchos de ellos se recetan a diario para problemas comunes como
infecciones, depresión, hipertensión o alergias. Comprender las
familias más importantes de este grupo ayuda a tomar medidas de
precaución en cualquier época, pero más aún durante el verano o
cuando se viaja a zonas soleadas.

Antibióticos
y antiinflamatorios no esteroideos

Algunos antibióticos de uso habitual, como las
fluoroquinolonas (ciprofloxacino, levofloxacino),
macrólidos (azitromicina) o
tetraciclinas (doxiciclina), tienen gran capacidad
para generar fotosensibilidad. Basta con combinar su toma con la
exposición al sol para que la piel reaccione de forma dramática,
incluso en días nublados.

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs),
tales como el ibuprofeno o el diclofenaco, no solo producen
molestias si se toman por vía oral. Las cremas o geles aplicados
sobre la piel, especialmente esas destinadas a calmar dolores
musculares o articulares, también aumentan la sensibilidad cutánea
frente a la radiación solar. Puede aparecer enrojecimiento,
ampollas o picor poco después del contacto solar.

No siempre la reacción va en función directa de la dosis, pero
sí influye el tiempo de exposición y la acumulación del fármaco en
el organismo. Las personas de piel clara o con facilidad para
quemarse son las más vulnerables, aunque cualquiera puede verse
afectado.

Foto Freepik

Antidepresivos,
antipsicóticos y antihistamínicos

El tratamiento de muchas enfermedades mentales implica el uso de
antidepresivos como la duloxetina, fluoxetina,
sertralina o amitriptilina. Estos compuestos pueden modificar la
reacción de la piel al sol, aumentando tanto el riesgo de
quemaduras como de pigmentaciones anómalas.

En el caso de los antipsicóticos (por ejemplo
olanzapina o aripiprazol), la fotosensibilidad resulta más común de
lo que se cree. Estas reacciones pueden pasar desapercibidas en un
primer momento, presentándose como una simple irritación o erupción
leve que no se asocia con el tratamiento.

Los antihistamínicos clásicos (loratadina,
cetirizina, ebastina) y sus derivados tópicos, incluidos los usados
para calmar picaduras de mosquitos, también pueden agravar la
respuesta cutánea al sol.

En todos estos casos, la interacción principal radica en cómo
estos medicamentos alteran la capacidad del organismo para manejar
la radiación ultravioleta, sea por cambios en el metabolismo
cutáneo o en el sistema inmunológico.

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Otros
medicamentos fotosensibilizantes comunes

Los antihipertensivos, tales como captopril,
enalapril, ramipril o losartán, forman parte de tratamientos
prolongados en millones de personas. A ellos se suman los
diuréticos (furosemida, hidroclorotiazida), que
también pueden dejar la piel más indefensa frente al sol.

No se puede olvidar los hipolipemiantes como
las estatinas (atorvastatina, simvastatina), empleados para reducir
el colesterol. Los retinoides, usados en
tratamientos dermatológicos como el acné severo (isotretinoína),
son especialmente relevantes por su fuerte efecto
fotosensibilizante.

Estos grupos afectan sobre todo a personas mayores y a quienes
arrastran enfermedades crónicas. La exposición solar sin protección
mientras se usan estos fármacos eleva el riesgo de quemaduras y
manchas que pueden tardar meses en desaparecer.


Productos cosméticos y agentes tópicos que potencian la
fotosensibilidad

No solo los medicamentos orales pueden dar problemas con el sol.
Muchos productos cosméticos y tratamientos tópicos contienen
sustancias como ácido glicólico,
retinol, perfumes, esencias cítricas o de lavanda
e incluso colorantes que potencian la acción de los rayos
ultravioleta sobre la piel.

Estos componentes, al usarse en conjunto con fármacos
sistémicos fotosensibilizantes, generan un efecto sinérgico. Lo que
parece un simple perfume o una crema facial puede desencadenar
reacciones bruscas si después se toma el sol sin precaución. Por
esa razón, se recomienda reservar estos productos para la noche y
reforzar el uso de protector solar durante el día.


Cómo prevenir reacciones adversas solares asociadas a
medicamentos

La prevención supera a cualquier tratamiento después de que
apareció la reacción. Evitar problemas parte de la
información y el autocuidado.

Quienes toman medicamentos con riesgo deben evitar la exposición
al sol en las horas de máxima radiación, como el mediodía. El uso
continuo de protectores solares de alta protección es
indispensable, aplicando suficiente cantidad y renovando cada dos
horas o después de nadar o sudar.

La ropa amplia, los sombreros de ala ancha y las gafas de sol
ayudan a bloquear la radiación en zonas especialmente sensibles
como la cara, cuello, calva, escote, hombros, orejas, manos y
empeines.

Siempre es conveniente revisar los prospectos de los
medicamentos, identificar aquellos que pueden desencadenar
fotosensibilidad y, ante cualquier duda, pedir orientación a
médicos o farmacéuticos. Nunca se debe suspender un tratamiento sin
consultarlo, ya que el abandono puede empeorar la enfermedad
original.

La educación y la protección son claves para disfrutar del sol
sin amenazas inesperadas, sobre todo en personas con tendencia a
reacciones cutáneas, piel clara o historial de sensibilidad
solar.

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