#Salud: Estos son los alimentos que cualquier deportista debería incluir en su dieta

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Cualquier persona que entrena quiere una cosa, rendir más y
recuperarse mejor. La alimentación marca la diferencia en ese
resultado. Una elección correcta de alimentos para
deportistas
aporta energía, cuida los músculos y reduce el
riesgo de lesiones. No importa si se corre, se nada o se levantan
pesas, la base es la misma, equilibrar macronutrientes y sumar
micronutrientes cada día.

Macronutrientes
esenciales que todo deportista necesita

Los hidratos de carbono complejos son el
combustible principal durante el ejercicio. Aportan energía
sostenida y ayudan a reponer el glucógeno, la reserva que permite
seguir sin caída de ritmo. Avena, arroz integral, quinoa, pan de
masa madre y legumbres son opciones que mantienen estable la

energía
. Antes del entrenamiento conviene elegir fuentes de
liberación lenta, como avena o patata cocida. Después, frutas o
arroz blanco ayudan a reponer rápido lo gastado. En esfuerzos
largos, los carbohidratos marcan la diferencia entre acabar fuerte
o quedarse sin batería a mitad de camino.

Las grasas saludables son la reserva que
sostiene la resistencia y también la recuperación. No son la
gasolina principal durante un sprint, pero sí la despensa que
respalda tiradas largas y jornadas dobles de entrenamiento.
Aguacate, frutos secos, semillas y aceite de oliva
aportan ácidos grasos esenciales. Los pescados azules, como salmón
o sardina, suman omega-3, un aliado para reducir
inflamación y mejorar la respuesta del cuerpo tras sesiones
intensas. Integrarlas a diario mantiene la salud cardiovascular y
ayuda a tolerar mejor la carga.

Las proteínas reparan y construyen músculo. Se
recomiendan porciones adaptadas al peso corporal, entre 1,2
y 2 gramos por kilo al día
, según intensidad y objetivo.
Pollo, pavo, huevos, lácteos fermentados, pescado y, para quienes
no consumen animales, tofu, tempeh y legumbres. Existe un mito
sobre las proteínas vegetales incompletas. Combinaciones como
lentejas con arroz o garbanzos con
quinoa
ofrecen un perfil completo de aminoácidos. En
deportes aeróbicos la proteína mantiene el músculo en balance. En
deportes anaeróbicos, donde hay más daño muscular, su papel crece
por la demanda de regeneración.

El equilibrio entre estos tres pilares evita la fatiga y eleva
el rendimiento. Ajustar cantidades al gasto real, al peso, a la
frecuencia de entrenamiento y a la tolerancia digestiva hace que la
dieta funcione a favor del plan.

Hidratos
de carbono: la fuente principal de energía

Los hidratos de carbono recargan el glucógeno
de músculos e hígado, clave antes y después de entrenar. Arroz
integral, pasta al dente, patatas, batata, avena y pan integral
sostienen el esfuerzo durante más tiempo. Frutas como plátano,
naranja o uvas aportan energía rápida cuando se necesita un
empujón, por ejemplo al terminar la sesión o entre series
largas.

En deportes de resistencia, como ciclismo o carrera, una base
alta de carbohidratos ayuda a mantener el ritmo sin picos ni
bloqueos. Es como llenar bien el depósito antes de una ruta larga.
Si la actividad dura más de 90 minutos, una ingesta planificada
antes, durante y después protege el rendimiento y acelera la
recuperación.


Grasas saludables: apoyo para la resistencia y salud
cardiovascular

Las grasas de calidad favorecen la
recuperación, el estado hormonal y el corazón. El
aceite de oliva en crudo suma polifenoles con
acción antioxidante. Las semillas de chía o lino
aportan ácido alfa linolénico, útil cuando no se consumen pescados.
El salmón, la caballa o la sardina añaden omega-3
de cadena larga, que ayuda a modular procesos inflamatorios
derivados del entrenamiento.

No conviene usarlas como fuente principal antes de esfuerzos muy
intensos, ya que su digestión es más lenta. Funcionan mejor como
parte del plato durante el día, o en comidas alejadas del
entrenamiento. En actividades largas, aportan una reserva estable
para cuando los carbohidratos empiezan a bajar.

Foto Freepik

Proteínas:
clave para el crecimiento y reparación muscular

Las proteínas magras regeneran fibras dañadas,
mantienen la masa y ayudan a ganar fuerza. Pescado, pollo, huevos y
yogur griego son opciones prácticas que digieren bien. En una dieta
vegetal, tofu, tempeh, soja texturizada y legumbres combinadas con
cereales logran el mismo objetivo. El mito de que las proteínas
vegetales no son completas se supera con mezclas sencillas en el
día, no hace falta que sea en la misma comida.

En deportes de fuerza, como halterofilia o powerlifting, la
proteína antes y después del entrenamiento mejora la
síntesis muscular. En actividades aeróbicas su
papel no desaparece, mantiene el tejido y soporta la carga. Un
reparto uniforme a lo largo del día favorece una recuperación
constante.

Cómo
adaptar la dieta a deportes aeróbicos y anaeróbicos

En deportes aeróbicos el cuerpo depende del
oxígeno para sostener el esfuerzo. La prioridad está en los
carbohidratos, que alimentan el músculo durante horas. También
entra en juego la grasa como reserva, junto con una hidratación
constante. En deportes anaeróbicos el reto es
otro, ráfagas de alta intensidad con picos de fuerza. Aquí la
recuperación rápida manda, por eso las proteínas ganan peso en el
día a día, y los carbohidratos ayudan a rellenar el glucógeno usado
en series intensas.

Antes de correr, un tazón de avena con plátano
y un toque de miel ofrece energía estable. Después de pesas,
huevos con patata asada y verduras aceleran la
reparación. En jornadas largas conviene sumar frutos secos o un
yogur griego con fruta entre sesiones. Las frutas y
verduras
deben aparecer a diario, sus vitaminas y
minerales reducen calambres, refuerzan la contracción muscular y
recortan la fatiga.

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El tamaño de las porciones cambia con la intensidad y la
duración. Actividades prolongadas requieren mayor ingesta calórica
y un reparto inteligente de macronutrientes. La base mediterránea,
cargada de alimentos naturales, facilita ese equilibrio.

Dieta
para deportes aeróbicos: enfoque en resistencia

En rutinas de larga duración conviene que alrededor del
60% de las calorías procedan de carbohidratos.
Esta proporción favorece la recarga de glucógeno y la energía
continua. Las grasas saludables funcionan como respaldo a ese
motor. El plato podría incluir arroz integral con legumbres y
verduras al mediodía, y patata con pescado y ensalada por la noche.
El plátano, rico en potasio, ayuda con el
equilibrio de líquidos y la prevención de calambres.

La hidratación debe ser constante. Beber agua antes de tener sed
mantiene la claridad mental y ayuda a sostener el ritmo. En tiradas
largas, una bebida con electrolitos apoya el rendimiento y reduce
el riesgo de corte energético.

Dieta
para deportes anaeróbicos: prioridad en recuperación

En esfuerzos explosivos el músculo sufre microlesiones. La pauta
gira en torno a proteínas antes y después del
entrenamiento para apoyar la regeneración. Un yogur griego con
fruta antes de entrenar puede funcionar para quien entrena
temprano. Tras la sesión, una ración de pescado
con arroz blanco y verduras repone glucógeno y alimenta la síntesis
muscular.

Los carbohidratos siguen siendo relevantes, ya
que el glucógeno es el combustible principal en esfuerzos intensos.
No hay que olvidarse de las grasas saludables,
necesarias para una buena función hormonal, pero en cantidades más
contenidas que en deportes de resistencia si la prioridad es el
peso de competición o la digestión rápida.

Hidratación
y micronutrientes: el complemento indispensable

La hidratación sostiene la energía, la
movilidad articular y la concentración. Perder más del 2 a
3%
del peso corporal en agua reduce el rendimiento,
aumenta el riesgo de lesiones y complica la recuperación. Beber en
todo el día, y no solo durante el entrenamiento, facilita un
equilibrio estable. Quienes sudan mucho necesitan recuperar
sodio, ya sea con bebidas con electrolitos o con
alimentos salados planificados. Mantener ese balance evita
calambres y caídas de presión.

Los micronutrientes de frutas y verduras actúan
como un seguro a diario. El potasio de los
plátanos ayuda al equilibrio de líquidos. Las
bayas aportan antioxidantes que combaten el estrés
del ejercicio. Las espinacas suman hierro y
nitratos que favorecen la función muscular. Las
naranjas y otros cítricos aportan vitamina C,
clave para el colágeno y la recuperación de tejidos. El
yogur griego añade proteínas, calcio y
probióticos, aliados del sistema digestivo, algo que impacta en
cómo se absorben los nutrientes y cómo se rinde en pista o en el
gimnasio.

Tomar agua antes de sentir sed es una regla simple que evita
errores comunes. Planificar tomas pequeñas y frecuentes, sobre todo
en calor o en sesiones dobles, mantiene la cabeza clara y el cuerpo
bajo control.

Por qué
hidratarse bien mejora el rendimiento

El agua enfría el cuerpo, transporta nutrientes, lubrica
articulaciones y ayuda a eliminar desechos. Cuando falta, aparecen
calambres, mareos y bajones de rendimiento. En días de mucho sudor,
una bebida con electrolitos puede marcar la
diferencia, en especial si el entrenamiento supera la hora o se
realiza con alta humedad. La estrategia es individual, pero la
constancia gana casi siempre.

Frutas
y verduras: fuentes de vitaminas y minerales clave

Las frutas y verduras reducen la fatiga, mejoran la contracción
muscular y protegen frente a lesiones. Las
espinacas y otras hojas verdes ofrecen hierro y
magnesio. Las naranjas aportan vitamina C para la
recuperación. Los pimientos, las
zanahorias y el brócoli suman
antioxidantes variados. Incluir varias raciones al día, como dicta
la dieta mediterránea, sostiene el plan de entrenamiento sin añadir
complicación.

Con estos principios, cualquier
deportista
puede ordenar su plato y notar el cambio. Un primer
paso simple funciona bien, añadir quinoa a las
comidas, cambiar aceites refinados por aceite de
oliva
, o sumar una pieza de fruta extra al día. Si el
objetivo es afinar más, la guía de un nutricionista permite ajustar
por peso, objetivo y calendario de competición. Experimentar,
registrar y ajustar da el mejor resultado.

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