#Salud: Este es el lado oscuro de la manicura semipermanente

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La manicura semipermanente ha conquistado a
miles de personas por su brillo, durabilidad y aspecto perfecto por
semanas. Sin embargo, bajo esa apariencia impecable, existen
riesgos ocultos que pueden afectar la salud de las uñas y la piel.
Muchas personas aún desconocen los efectos negativos, incluso
serios, que trae el uso continuado de estos productos.

Efectos dañinos
en la estructura de la uña

Las uñas sufren cada vez que se aplica y retira el esmalte
semipermanente, ya que el proceso no es tan inocente como parece.
La placa ungueal pierde grosor y se debilita con
el limado constante, lo que al cabo de varias sesiones puede dejar
uñas muy finas, frágiles y quebradizas. Es como lijar madera una y
otra vez; al principio resiste, pero con el tiempo comienzan las
grietas.

Uso de limados y productos químicos

Para que la manicura quede perfecta, se lima la superficie de la
uña y se usan productos deshidratantes como
alcoholes o primer. Si a esto se suma el contacto repetido con
solventes y la fricción, la queratina natural se ve afectada. La
uña se reseca, pierde elasticidad y su barrera natural queda
vulnerable. También es frecuente que, tras varias aplicaciones, se
generen líneas o estrías en la lámina ungueal, señales de daño
crónico.

Complicaciones en la retirada del esmalte

La retirada del esmalte semipermanente suele realizarse con
acetona, envolviendo las uñas en algodones y papel
aluminio durante varios minutos. Este solvente es muy agresivo;
provoca descamación, debilita la uña y deshidrata la piel. Además,
cuando se usan torno eléctrico o herramientas
abrasivas
de forma inadecuada, el daño va más allá de la
superficie y llega a la matriz, la “fábrica” de donde nace la uña,
que puede provocar alteraciones en el crecimiento y deformidades
permanentes.

Mujer retirando esmalte semipermanente

Riesgos dermatológicos

Los ingredientes de los esmaltes semipermanentes, sobre todo
los acrilatos, son altamente alergénicos, por lo
que el cuerpo puede reaccionar con eccema, enrojecimiento, picazón
y vesículas no solo en los dedos, sino hasta en la cara, el cuello
o párpados.

Los acrilatos son compuestos plásticos esenciales para que el
esmalte semipermanente se endurezca con la lámpara. Si el
proceso se hace mal
, quedan restos no polimerizados que
pueden provocar dermatitis alérgica de contacto. Los síntomas no
tardan: enrojecimiento, hinchazón, grietas y mucha picazón. En
casos graves, puede desarrollarse engrosamiento crónico de la piel
y lesiones que complican el día a día.

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Además, la exposición continua a monómeros y polvos de acrilato
aumenta la posibilidad de desarrollar alergias. El contacto
repetido, sumado a la manipulación sin protección, hace que la piel
se fatigue y reaccione. Personas con antecedentes de dermatitis
atópica también son más propensas a sensibilizarse.

Exposición
a rayos UV y riesgo de cáncer cutáneo

La manicura semipermanente necesita secarse bajo luz UV o LED,
lo que denota exposición directa a radiación ultravioleta. Si bien
la cantidad por sesión no es tan alta como en una cabina de
bronceado, la repetición puede sumar daños con el tiempo. También
existe evidencia de que los rayos UVA favorecen el envejecimiento
prematuro y, en casos excepcionales, el cáncer
cutáneo
en zonas expuestas. Los dermatólogos insisten en
el uso de protector solar de amplio espectro o incluso guantes
recortados para limitar el riesgo durante estos procedimientos.

Riesgo
de infecciones y otros problemas asociados

Manipular cutículas sin el debido cuidado o usar
herramientas no esterilizadas convierte la
manicura semipermanente en un boleto directo a infecciones, ya que
las pequeñas lesiones, sumadas a la oclusión prolongada por la capa
de esmalte, hacen que bacterias, hongos y virus tenga campo libre.
Las infecciones micóticas, paroniquia (inflamación alrededor de la
uña) y descamaciones son quejas habituales en consultas
dermatológicas. La presencia de microtraumatismos, aunque
invisibles, puede facilitar la entrada de agentes patógenos.

Recuerda que no hace falta renunciar por completo a la manicura
semipermanente, pero sí adoptar ciertas precauciones como
espaciar las aplicaciones que ayudan a reducir el
daño acumulado. Asimismo, alternar periodos de descanso, usando
solo esmalte clásico o dejando las uñas al natural, permite a la
uña recuperar su grosor y flexibilidad. Aplicar protector solar en
manos y dedos antes de la exposición a la lámpara UV es una
protección sencilla y efectiva. Optar por salones que sigan
protocolos estrictos de higiene y pidan instrumentos esterilizados
es fundamental. Exigir productos de calidad y credenciales del
profesional también marca la diferencia. En casa, el uso de guantes
finos, evitar el contacto con los productos y seguir las
instrucciones al pie de la letra serán claves para evitar
problemas.

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