#Salud: Este es el gen que podría explicar los millones de casos de diabetes en el mundo

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Descubrimiento y función de los principales genes asociados
a la diabetes

En los últimos años, los científicos han identificado
más de 80 genes que, cuando presentan ciertas
variantes, aumentan la probabilidad de desarrollar
diabetes
. En la diabetes tipo 1, destacan los
genes HLA-DR3 y HLA-DR4, que regulan la respuesta inmune. En la
diabetes tipo 2, llaman la atención TCF7L2, FTO y
KCNJ11 por su fuerte vínculo con la enfermedad.

Especial relevancia ha cobrado TCF7L2, un gen
que regula proteínas de las células beta pancreáticas, esenciales
para producir insulina. Las alteraciones en TCF7L2 afectan la
liberación de insulina, lo que lleva a un control inadecuado de los
niveles de glucosa. Pero no sólo la herencia importa. La relación
entre genes y ambiente es estrecha: una persona con variantes de
riesgo puede nunca desarrollar diabetes si mantiene un peso
adecuado y una dieta equilibrada.

Otra familia de genes relacionada es la de los receptores y
canales de potasio, como KCNJ11, que regula la respuesta de las
células beta a la glucosa. Las mutaciones en estos genes cambian la
sensibilidad de la célula a la insulina, dando lugar a un amplio
espectro de manifestaciones clínicas, desde diabetes neonatal hasta
formas adultas resistentes al tratamiento.

Genética y
autoinmunidad en la diabetes tipo 1

En la diabetes tipo 1, la clave está en el
sistema inmunitario. Los genes del complejo mayor de
histocompatibilidad
(HLA) son responsables de la mayor
parte del riesgo hereditario. Combinaciones como
DQA10501-DQB10201 (DQ2) o DQA10301-DQB10302
(DQ8), y los alelos DR3 y DR4, marcan una clara mayor probabilidad
de autoinmunidad. Cuando estos genes están presentes, el cuerpo
puede empezar a atacar por error las células beta del páncreas, las
únicas capaces de producir insulina.

Este proceso autoinmune suele desarrollarse a lo largo de años,
manifestándose antes en la formación de
autoanticuerpos que en los síntomas clásicos. Los
avances actuales permiten detectar estos autoanticuerpos años antes
del diagnóstico, lo que resulta esencial para la prevención. Aunque
existe un importante componente hereditario, factores ambientales
como infecciones virales, clima y exposición a ciertos alimentos
potencian el riesgo.

La identificación de más de 50 loci genéticos, muchos de ellos
implicados en la maduración y regulación de los linfocitos T, ha
enriquecido la comprensión de la diabetes tipo 1. Sin embargo,
la interacción entre epigenética y ambiente es
clave para explicar por qué no todos los portadores desarrollan la
enfermedad.

Foto Freepik

Genética
y resistencia a la insulina en la diabetes tipo 2

En la diabetes tipo 2, el rasgo común es la
resistencia a la insulina. Genes como TCF7L2,
KCNJ11 y FTO influyen directamente en la capacidad del cuerpo para
utilizar la insulina de manera eficiente. Las personas con ciertas
variantes de TCF7L2 presentan una limitada respuesta celular a la
insulina, incluso si el páncreas produce suficiente cantidad.

Otros genes como PPARG y WFS1 también modulan la sensibilidad y
secreción de insulina, lo que impacta directamente en el
metabolismo de la glucosa y la aparición de la enfermedad. Sin
embargo, la suma de todas estas variantes genéticas sólo explica
una parte del riesgo total: el entorno, la dieta rica en azúcares
simples y grasas, y la falta de actividad física amplifican el
efecto genético.

El papel de la epigenética cobra fuerza en la
regulación del metabolismo. Cambios en la expresión de genes
debidos a factores ambientales pueden activar o silenciar
mecanismos de defensa frente a la diabetes. Así, la prevención
resulta mucho más personalizada y dinámica que el simple análisis
del ADN.


Avances recientes y futuro en la investigación genética de
la diabetes

La investigación genética avanza de forma acelerada. Se han
identificado nuevas variantes y mecanismos de la enfermedad, y cada
descubrimiento permite afinar estrategias de prevención y
tratamiento. Por ejemplo, en los últimos años, las mutaciones en el
gen HNF1A han cobrado especial importancia. Este
gen no sólo causa una forma rara y precoz de diabetes (MODY3), sino
que alteraciones más sutiles en su función pueden predisponer a
millones de personas a la diabetes tipo 2 común.

Los estudios actuales revelan que mutaciones en genes
reguladores de ARN, como HNF1A y A1CF, causan errores de
procesamiento en la célula beta, afectando la producción y
liberación de insulina. Estas alteraciones son detectables antes de
que los síntomas aparezcan, abriendo la puerta a intervenciones
ultra tempranas y dirigidas.

Te podría interesar:

La llegada de la secuenciación masiva, el uso
de análisis epigenéticos y la distribución de scores de riesgo
poligénicos permiten una visión mucho más completa del riesgo
individual.

Nuevas
terapias basadas en genética y células madre

El panorama terapéutico está cambiando rápidamente gracias a los
adelantos en genética. La terapia celular ya es
una realidad. En 2023, la FDA aprobó Lantidra, la primera terapia
celular destinada a adultos con diabetes tipo 1 grave. Consiste en
la infusión de islotes pancreáticos donados, que pueden restaurar
temporalmente la producción de insulina y reducir las hipoglucemias
graves.

En paralelo, investigadores han conseguido revertir la diabetes
tipo 1 en modelos humanos mediante trasplantes de células madre
diferenciadas en células beta funcionales. Estos enfoques, basados
en la medicina personalizada y en la reparación
genética
, prometen modificar el curso de la enfermedad y
dar esperanza a quienes antes sólo contaban con opciones de
control.

Lo más novedoso es el desarrollo de tratamientos capaces de
corregir errores en el ARN dentro de las células
beta, apuntando a la raíz molecular del problema y no solo a los
síntomas.


Implicaciones clínicas y estrategias de prevención
personalizadas

El avance en la identificación de variantes genéticas permite
hoy prever el riesgo de diabetes con notable precisión. La creación
de perfiles personalizados posibilita estrategias de prevención
adaptadas a cada persona, desde la infancia hasta la adultez.

La epigenética se vuelve protagonista: el
entorno y los hábitos, incluso en generaciones previas, pueden
modificar la expresión genética y, por tanto, el riesgo de diabetes
en la descendencia. Los planes de prevención combinan ahora el
análisis de riesgo genético con recomendaciones de vida saludable,
lo que permite intervenciones mucho más eficaces.

Los sistemas de predicción actuales cruzan información genética,
antecedentes familiares y marcadores clínicos para ofrecer un
asesoramiento casi a medida, facilitando la intervención cuando
todavía no hay daño irreversible.

El
conocimiento genético abre una nueva era para la
diabetes

La investigación genética ha redefinido cómo se entiende la

diabetes
. Identificar genes críticos como TCF7L2 y HNF1A
demuestra que, si bien el destino no está escrito en el ADN,
conocerlo puede poner a cada persona un paso por delante de la
enfermedad. El desafío ahora es lograr que estos avances lleguen a
tiempo y de forma equitativa a todos los que los necesitan. Hoy, la
genética no solo da respuestas, sino nuevas oportunidades de
prevención, detección precoz y tratamientos más seguros y eficaces
que nunca.

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